The Witcher llegó haciendo mucho ruido. Su primera temporada resultó ser una grata sorpresa, demostrándonos el buen hacer de Lauren Hissrich como showrunner y la ambición a la hora de adaptar las novelas de Andrzej Sapkowski y su retorcido mundo de fantasía lleno de reinos, guerras sin cuartel, criaturas fantásticas y humanos aún más monstruosos que las bestias que abaten sin miramientos los Brujos de la saga.
Su triunfo fue incuestionable: más de 76 millones de espectadores quedaron conquistados por las aventuras de Geralt de Rivia (Henry Cavill) en el Continente. Pero pese a su evidente y notable calidad como entretenimiento televisivo, la serie aquejó de dos problemas evidentes para muchos espectadores que, a la postre, afearon en demasía su conjunto: su narración y su diseño de producción.
Con la promesa de arreglar estas dos motas en su historial, la segunda temporada de The Witcher se presenta una vez más ante el respetable con una historia más ambiciosa, entretenida y compleja, que responde a las demandas de los aficionados y que nos deja claro hasta qué punto Netflix confía en un producto de fantasía épica como el presente. En Vandal hemos podido acceder a los seis primeros episodios de la segunda temporada del show del portal de streaming en adelanto y os contamos qué nos ha parecido en una completa crítica sin spoilers.
Una fórmula más ajustada y divertida de ver
En el mundo de The Witcher, los brujos preparan numerosas pociones y elixires para fortalecer y aumentar sus sentidos, recuperarse de sus heridas o ganar fuerza con la que abatir a los distintos monstruos que pueblan el mundo. Un error en la fórmula o los ingredientes de las mismas puede ser fatal, resultando contraproducente para su ya de por sí compleja naturaleza. Lauren Hissrich, creativa detrás de este proyecto, lo comprobó en sus carnes. La primera temporada de la adaptación fue muy ambiciosa en términos de presentación, historia y creación de mundo o personajes. Nos presentó un convulso universo de fantasía y el Continente, a los diferentes seres que lo habitan y a una compleja red de reinos e intereses políticos detrás de los mismos. Con cierta soltura, Hissrich decidió ir y venir en el tiempo, jugando con los flashback y la alteración cronológica de los sucesos y hechos que se presentaban en la pantalla, causando cierta confusión pero engarzando con inteligencia todas sus tramas en los últimos episodios.
La segunda temporada es mucho más sencilla de seguir, las tres grandes tramas confluyen de una manera más natural y varios de los personajes que en su momento estaban separados por millas y millas, permanecen gran parte de los capítulos juntos. La serie arranca con un Geralt de Rivia completamente convencido de que la vida de Yennefer (Anya Chalotra) se perdió en la Batalla de Sodden, una cruenta contienda entre dos reinos rivales. En un escenario inestable, en el que los reyes, elfos, humanos y demonios del Continente luchan por la supremacía, el Lobo Blanco debe proteger a Cirilla (Freya Allan) de algo mucho más peligroso: el misterioso poder que posee en su interior.
El arranque de este nuevo envite de The Witcher es francamente notable. Lo hace adaptando A Grain of Truth, un relato en el que Geralt se encuentra con un viejo amigo del pasado llamado Nivellen, que se transforma en bestia fruto de una maldición, y que vuelve a enarbolar los grandes temas de Sapkowski en sus novelas y relatos cortos. Es una introducción casi perfecta, ideal para regresar a la naturaleza fantástica y cruenta del show, que no duda en ser explícito cuando toca y ligero cuando lo cree necesario. Poco a poco, y en un par de secuencias bien planteadas a nivel de guion, se establecen las dinámicas que acabarán desarrollándose y cristalizándose a lo largo de los episodios: Geralt de Rivia ha dejado de ser un hombre solitario, tiene una gran responsabilidad en el cuidado de la princesa, y Cirilla debe aceptar su nueva realidad, aceptar su destino y encontrarse a sí misma. Mientras las inclemencias del tiempo los asedian, y ponen rumbo a Kaer Morhen, el hogar de los Brujos, para protegerla del frío invierno, ambos comenzarán a entenderse y comprender su nuevo papel en el mundo.
Todo en esta segunda temporada parece tener un empaque mucho mayor, tanto en estructura como en poso, con una serie de arcos narrativos lo suficientemente interesantes como para que no haya episodio sin contenido de relevancia o algún pequeño cliffhanger que entronque, de manera sutil, con el capítulo que venga a continuación. Como si se tratase de una coreografía espada en mano, The Witcher comprende que cada estoque, golpe y tajo debe impactar o desembocar en algún punto de interés que haga que todo tenga sentido y merezca pena.
Una segunda temporada que sube su apuesta
The Witcher es ahora mucho más grande y satisfactoria, posicionándose como un entretenimiento coral más afinado y en consonancia a lo visto en producciones como Juego de tronos o La rueda del tiempo. Es una comparación odiosa, manida y habitual, pero es cierto. Se dosifica tanto en las tramas de Yennefer -más políticas y enfocadas a los temas globales que afectan al Continente- como en las centradas en Geralt y Ciri, más inocentes y tradicionales, con apariciones de monstruos y aventuras con cierta tendencia a lo autoconclusivo.
Por momentos también nos devuelve a un glorioso y nostálgico tiempo pasado, propio de series de televisión de sobremesa como Xena: La princesa guerrera y Hércules, en las que los héroes luchaban contra los monstruos de turno y en el que todo se solucionaba justo a tiempo para el siguiente episodio. Pero al contrario que en aquellas producciones propias de los años noventa, que simplemente buscaban entretener de forma honesta, lo que sucede en muchos de estos encuentros sobrenaturales en The Witcher, tiene un repositorio argumental detrás digno de mención y que aporta un fundamento -demostrándonos el compromiso de Hissrich con el material original de Sapkowski- a los grandes temas que parecen plantearse lentamente a lo largo de los episodios.
Al aumentar su apuesta por la escala narrativa, también se ha hecho lo propio con el diseño audiovisual. En este aspecto, la serie ha ganado muchos enteros con respecto a su primera temporada, presentándonos un plantel de criaturas y monstruos realmente retorcidos tangibles y creíbles, diseñados con la suficiente inteligencia de cara a sorprender, aterrar y perturbar al televidente -ya sea lector o no-. El diseño de producción agradece el aumento de presupuesto -¿cuántas monedas habrá arrojado Netflix al Brujo?-, algo que se nota cuando se nos presentan grandes conjuntos de extras deambulando por inspiradores pasajes naturales y escenarios construidos para la ocasión -Kaer Morhen brilla especialmente-, intentando captar ese mundo en guerras cíclicas y decadencia constante tan bien relatado por Sapkowski, muy nihilista y alejado del concepto moralizante de otras sagas fantásticas.
El amor de Henry Cavill por The Witcher es puro y palpable. El actor de El hombre de acero adora este universo, y su idea de aumentar los diálogos de Geralt de Rivia, intentando trasladar los fueros internos de un personaje algo complicado y poco hablador, ha sido más que inteligente. El cazador de monstruos en las novelas es taciturno y distante, algo que ya vimos en la primera temporada -los gruñidos de Cavill darían para un artículo propio-, y aunque aquí se mantiene a grandes rasgos la personalidad del Lobo Blanco, se ha optado por representar con mayor precisión el carácter del que hace gala Geralt en las novelas del escritor polaco.
Es más ingenioso y más sabio y eso repercute en la construcción de un antihéroe que es ahora más tridimensional e insondable, menos caricaturesco y mucho más creíble. Podemos entrar en si otros miembros del reparto son iguales de buenos y magnéticos que la encarnación de Cavill, que tiene mucho en común con la de los videojuegos de CD Projekt RED, pero lo evidente es que si Geralt de Rivia no está en la pantalla la serie se resiente ligeramente.
Armado con su espada de acero y su contrapartida de plata, las aventuras del Brujo en The Witcher han llegado para quedarse. Se han consolidado como una de las propuestas más divertidas, grandes y completas de Netflix, una serie que destaca por encima de otras producciones propias y ajenas y que demuestra que, a veces, ajustando un poco aquello que no funcionaba se puede obtener un mejor resultado.
Hemos visto los seis primeros episodios de la segunda temporada de The Witcher en acceso anticipado gracias a una invitación realizada por Netflix y Equipo Singular. The Witcher estrena su segunda temporada al completo el 17 de diciembre.
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