Tras un magnífico arranque, The Mandalorian continúa su tercera temporada mostrándonos un segundo capítulo que afianza las bases del viaje de Din Djarin y Grogu. El cazador de recompensas encarnado por Pedro Pascal sigue buscando la manera de lograr el perdón entre los seguidores del credo de Mandalore, internándose en las ruinas del maldito y peligroso planeta. En Vandal hemos podido ver el segundo episodio, titulado Las minas de Mandalore, y os contamos qué nos ha parecido en esta crítica y resumen con algunos spoilers.
En las profundidades del lore, de Mandalore y de lo que significa Star Wars
Star Wars es algo tan grande como la vida misma. Podemos tener películas que siguen a la dinastía Skywalker y sus más y sus menos a lo largo de los años, series de televisión como Obi-Wan Kenobi que relaten la dificultosa vida del eremita Jedi que entrenaría a Luke en un futuro, así como ficciones de espías como Andor, que mezclen espionaje y acción a partes iguales. Es un universo tan colosal e inconmensurable, tan profundo, que las conexiones entre géneros e historias diferentes, cada una de su padre y de su madre, hacen que una vez las tenemos sobre la mesa en los más variados vehículos transmedia, disfrutemos de un complejo tapiz de elementos.
Todos ellos componen el trasfondo, uno de los más grandes de la cultura general, y en el cual cada espectador puede decidir cómo disfrutar de él. ¿Sólo queremos ver las películas? Vale. ¿Las películas y series de televisión? ¿Los cómics? ¿Las series de animación y las novelas? ¿Los videojuegos? Da igual. En Star Wars hay cabida para casi todo -Star Wars: Visions en la muestra perfecta- y no hay una forma única de inmiscuirse en la historia que arrastra a sus espaldas la creación de George Lucas. The Mandalorian supo volver a la raíz de lo que inspiró al cineasta que sorprendió a todos en 1977, abonándose al western en su lenguaje audiovisual y técnico, a la space opera nacida de Flash Gordon y las películas de samurái japonesas, o incluso a los filmes de hazañas bélicas de la Segunda Guerra Mundial. Por ejemplo, nos ha encantado la referencia
Unas de las personas que mejor entendieron esto fueron Jon Favreau y Dave Filoni, artífices de esta ficción galáctica, y a lo largo de dos temporadas -y los episodios emitidos de esta tercera-, supieron combinar las aventuras desenfadadas, las historias de un lobo solitario y su cachorro y las complejidades del trasfondo con inusitada inteligencia y buen hacer. The Mandalorian rinde tributo al lore, como vemos en este segundo capítulo, contándonos el dolor por la destrucción y eliminación de Mandalore en la Gran Purga del Imperio Galáctico o las vicisitudes de Bo-Katan en su lucha sucesoria por reclamar el trono. Todo ello en medio de un escenario en el que la Nueva República lucha por mantener el control de la galaxia tras los sucesos de El retorno del Jedi y la casi eliminación del Imperio.
Sí, estamos ante un episodio diseñado para el lucimiento de Grogu, toda una aventura para que el pequeñajo muestra sus poderes y haga demostración de aquello que le enseñó Luke Skywalker cuando lo tomó como pupilo en su incipiente academia Jedi. Lo vemos pilotar, salir airoso de algún combate, explorar junto a Din Djarin en su sempiterna cuna flotante o incluso pedir auxilio cuando las cosas se complican. En este segundo capítulo, la serie combina la inocencia con el lado grimdark o terrorífico -se investigan las profundidades y ruinas de un planeta maldito, en el que otros seres habitan en la oscuridad y unos cuantos buscan sacar partido de los restos-, pero todo ello sin perder el cariz de una aventura ligera. Consigue lo que Willow, también en Disney+ y de Lucasfilm, no fue capaz de concretar en su propia serie. Sí, Filoni y Favreau han depurado la fórmula galáctica, propia de un episodio ligero de serial matinal, que adquiere lo aprendido en productos increíbles dentro de Star Wars como Clone Wars o Rebels y lo enaltece con una espectacular presentación. Presentación que es mérito de la dirección de Rachel Morrison, una responsable de fotografía que se ha pasado a la realización con trabajos que ya podéis disfrutar en series como The Morning Show o American Crime Story.
Hay momentos en lo que parece una película de Indiana Jones, en la que el protagonista viaja por los restos de una civilización extinta y que en su día, fue esplendorosa. Así pues, entre las aguas vivas y profundas de Mandalore, planeta lleno de historias, luchas intestinas y detalles culturales, se desarrolla un episodio que mejora conforme sus protagonistas se internan en las ruinas y desoladores restos de uno de los momentos más oscuros del lore de Star Wars y que muchos desconocen: la destrucción de Mandalore. Hay que especificar que, en aquellos años de oscuridad en lo que el Palpatine se hizo con el poder y reveló sus oscuros planes para acabar con la República, mucho antes de lo que estamos viendo en la serie, y ante las insurrecciones de muchos clanes de mandalorianos en estos convulsos tiempos, se produjo la llamada Gran Purga del Imperio Galáctico, también conocida como La Noche de las Mil Lágrimas, la que se ha hablado en episodios anteriores y que tiene una importancia de trasfondo vital.
El Imperio al darse cuenta de que nunca podrían controlar Mandalore, y antes de que ninguna otra facción pudiera recuperar el gobierno y erguirse como líder, decidió diezmar la población y arrasar con todo. Aniquilando a los grupúsculos y rebeldes, se reunió todo el acero beskar disponible, realizándose un saqueo sistemático de toda la cultura y los recursos existentes del planeta. Algunos intentaron luchar contra el empuje imperial, pero se produjo un genocidio casi total del pueblo mandaloriano, y los supervivientes quedaron proscritos y vagaron por la galaxia ocultos.
Esta trama de la tercera temporada de The Mandalorian, la de recuperar un hogar, está muy presente en el viaje Din y Bo-Katan, que protagoniza algunos de los momentos más inspirados de este capítulo. Capítulo que, en su parte final, adquiere un significado tan profundo como las aguas en las que sumerge Mando, en las que podemos ver cómo un mitosaurio ha sobrevivido y se oculta de ojos curiosos y los carroñeros. En las abismales aguas, bajo las ruinas y la cristalizada superficie, los recuerdos y los mitos cobran vida. Y esos jamás pueden ser destruidos.