En 2016 Paul Feig intentó realizar un reinicio de la saga de Cazafantasmas con un nuevo grupo de personajes, esta vez femeninos, para que la esencia y el ADN que Bill Murray, Dan Aykroyd, Harold Ramis y Ernie Hudson desplegaron en la gran pantalla con Ivan Reitman en la dirección. Y es que el largometraje original 1984 fue toda una revolución para la cultura popular, sirviendo además como pilar del género fantástico ochentero relacionando el concepto terrorífico de cine fantasmas con el de la comedia y la acción. Rebajando así esos monstruos a un plano más terrenal y haciendo que hasta los más pequeños pudieran disfrutar de una historia en la que un grupo de científicos con pocas luces tienen la brillante idea de ponerse a limpiar los Estados Unidos de plagas de no muertos que deambulan a sus anchas aterrorizando al mundo.
La Cazafantasmas de 1984 es un triunfo en mil y un aspectos. Desde la consagración de los personajes de Murray y compañía como unos iconos a seguir, pasando por los increíbles efectos especiales que lucía en su momento y culminando con la idea de que un conjunto de mortales con reactores nucleares a las espaldas pueda acabar con un Dios sin despeinarse. La tarea de reiniciar a esos Cazafantasmas siempre ha sido arriesgada, todo sea dicho, pero puede que el hijo de Ivan Reitman, Jason, sea el que mejor lo haya hecho.
Básicamente porque el autor ha terminado comprendido, claramente influenciado de cerca por la figura de los creadores originales, que no se puede volver a crear de cero usando los mismos ingredientes que ya hicieron que otra obra se alzase por todo lo alto. Y es por ello por lo que Cazafantasmas: Más allá deja un sabor agridulce, pero una sensación positiva en el fondo. Porque, sí, efectivamente, tirar de nostalgia en un caso como este es lo más adecuado para lograr que el público no se abalance sobre el proyecto, pero por otro lado demuestra que la obra solamente vive en base a los recuerdos del pasado y, eso, hace que la película original gane todavía más valor sobre la actual.
De lo viejo a lo nuevo
Cazafantasmas: Más allá, sin embargo, ha sido una grata sorpresa en líneas generales. A diferencia del largometraje de Feig, lo que Jason Reitman ha firmado aquí es un producto que se basa enteramente en la nostalgia, en recuperar aquello que los cazafantasmas originales nos trajeron en los ochenta y reformularlo con la cinematografía actual dándole un toque mucho más mainstream y palomitero. No es la primera vez que vemos este movimiento en el cine de Hollywood, de hecho estamos ya un poco cansados de ver cómo se repescan clásicos que de un modo u otro han tenido un impacto destable dentro del celuloide. Blade Runner, Dune o West Side Story son algunos de esos ejemplos. Historias que ya hemos vivido pero que se reconstruyen y se enfocan desde puntos de vista alternativos para que los espectadores tengan más material para estirar los arcos de sus personajes favoritos o para volver a visitar lugares icónicos.
Reitman, como decíamos, está tremendamente influenciado por ese sentimiento y lo plasma en Cazafantasmas: Más allá como si fuera un espectador más. Como si el director de la cinta hubiera tenido una charla con todos los seguidores de los míticos Ghostbusters y hubiera apuntado en una libreta todo lo que a estos les encantaría ver de nuevo relacionado con ese universo que el ya mencionado Ivan Reitman creó en 1984. El resultado es un festival de referencias, huevos de pascua e instantes emotivos que son para enmarcar. Es imposible esconder una sonrisa cuando aparecen elementos del pasado acompañados de las notas de Elmer Bernstein. Y es extraño porque aunque se sepa lo que va a acontecer en muchas ocasiones, igualmente sigue teniendo en mismo efecto, y eso es algo que hay que reconocerle a Reitman, porque sabe perfectamente en qué teclas dar.
Un nuevo reparto que no está nada mal
Era uno de los puntos que más preocupaba desde el mismo momento en el que Finn Wolfhard se confirmase como uno de los protagonistas de la película. Y no porque Wolfhard sea mal actor, sino porque este venía directamente de Stranger Things aprovechando el impacto que la ficción estaba teniendo gracias a, precisamente, jugar mucho con la nostalgia, pero por suerte el actor ha sabido adaptarse a la situación, salirse de su papel de niño de la serie de los hermanos Duffer y combinarse de forma maravillosa con una McKenna Grace que es lo mejor de Cazafantasmas: Más allá, de lejos y sin ningún tipo de duda. La pequeña da vida a Phoebe, una niña de 12 años que sueña con convertirse en una gran científica y que es la representación misma de ese ADN de los Ghostbusters originales, como si todos ellos se hubieran unido en un solo cuerpo.
Paul Rudd no ensombrece para nada a ese joven reparto, permitiendo que estos tengan su espacio sin comerse la pantalla cada vez que aparece. Pero, eso sí, el actor sí que está un poco desubicado con su personaje porque da la sensación de que no termina de sentirse cómodo o de comprender cuál es el papel que debe jugar. Digamos que su actuación navega entre el personaje de Mike, de Friends, y su superhéroe de Marvel Studios, Ant-Man. A caballo entre los chistes malos, la comedia absurda y, de vez en cuando, aportando seriedad con sus conocimientos a los demás personajes y ayudando a situar al espectador con ciertos altercados que ocurren en la localidad de ciudad en la que acecen los hechos de Cazafantasmas: Más allá.
Empero, hay que tener en cuenta que las interpretaciones que realizan todos y cada uno de los miembros del reparto están orientadas a empaparnos de arriba a abajo de esa nostalgia que se palpa en cada rincón del largometraje. Siendo portadores de algunos recuerdos, conexiones con el metraje de 1984 y sirviendo como gancho en absolutamente todo lo que realizó el padre de Jason Reitman en los ochenta. Eso por supuesto sin contar con las apariciones de algunos de los miembros del reparto original, que por descontando ni vamos a mencionar para evitar cualquier tipo de spoiler, pero desde luego son lo que hace que la película merezca la pena de verdad.
En lo que acierta de lleno Cazafantasmas: Más allá y hasta encuentra en mejor resultado que la original es en la mezcla entre acción, comedia y drama. Jason Reitman tiene algo que su padre no tenía en su momento: personajes muy queridos por el público. Eso hace que sea especialmente sencillo poder jugar con las emociones del patio de butacas, porque con tan solo nombrar a alguno de ellos ya es suficiente como para que a alguno de los espectadores se le escape alguna lágrima o se le ponga la piel de gallina. Eso se ve combinado con unas secuencias de acción, con persecuciones incluidas, que verdaderamente le sientan como un guante al reparto y hacen que los efectos especiales contemporáneos puedan invadir la puesta en escena, haciendo gala de las pistolas de protones o el ECTO-1 como nunca antes se ha hecho (a excepción de la cinta de Paul Feig que, a estas alturas, se ha convertido en la rara avis de los Cazafantasmas como un experimento fallido).
Conclusiones
Jason Reitman ha hecho una película que es para la familia que firmó las dos películas de Cazafantasmas lanzadas en 1984 y 1989 respectivamente. Empero, aunque esta no haya salido del todo mal como simple producto de nostalgia (porque no es más que eso, carece de espíritu propio y no tiene espacio a penas para crear su propia mitología con los nuevos personajes que presenta) va tocando dejar a los Cazafantasmas tranquilos. Grosso modo, Cazafantasmas: Más allá hasta puede recordar a Star Wars VII: El despertar de la fuerza, sirviendo como actualización de una saga ya consolidada, con un grupo de fans estable y siendo en global un fan service de escándalo que no busca más que satisfacer las necesidades del público amante de los cazafantasmas, en este caso, y de homenajear la figura de Harold Ramis, que es considerado como uno de los fundadores de esta curiosa historia.
Así pues, si lo tuyo es tirar de nostalgia y eres un fanático de esta curiosa historia ochentera, entonces tienes una cita el 3 de diciembre en cines. Pero si por el contrario estás buscando algo nuevo que rompa un poco con lo presentado en 2016, puede que te quedes a medio gas y sea mejor que dejes Cazafantasmas: Más allá bien lejos.