Hollywood nunca ha sido ajeno a las rivalidades y a las declaraciones polémicas entre colegas de profesión. Esta vez, el enfrentamiento mediático lo protagoniza Mickey Rourke, quien en una entrevista rescatada de Piers Morgan Uncensored volvió a cargar contra Tom Cruise, al que acusa de llevar “haciendo el mismo papel durante 35 años”. El protagonista de Nueve semanas y media y Sin City no se mordió la lengua al tachar de “irrelevante” al actor de Misión imposible, pese a que este último sigue encabezando la lista de estrellas más rentables de Hollywood.
Una estrella menospreciada por Hollywood
Rourke, que en los años ochenta fue considerado un sex symbol y un talento prometedor, ha visto cómo su carrera se diluía entre proyectos fallidos, problemas personales y sonadas polémicas. Desde esa posición, su crítica a Cruise parece más la voz de un desencantado que un análisis frío de la industria. “No lo respeto”, aseguró al valorar el éxito de Top Gun: Maverick en 2022. Para él, la taquilla no equivale a calidad interpretativa: “Me importa cuando veo trabajar a Al Pacino, Christopher Walken o Robert De Niro. Gente que ha intentado extenderse como actores”.
Lo cierto es que Cruise ha cimentado su estatus global a base de perseverancia y sagas de acción que han sabido reinventarse. Misión imposible, iniciada en 1996, suma ya casi tres décadas en pantalla con récords de taquilla, y títulos como Minority Report, El último samurái o Collateral han mostrado facetas más variadas de su registro. Lejos de ser “irrelevante”, Cruise ha convertido su imagen en una marca reconocible, con un compromiso físico con la acción que lo distingue en la industria.
Una carrera con interrupciones y altibajos
Frente a esa constancia, el caso de Rourke ilustra el otro extremo de Hollywood. Tras brillar en cintas como Barfly o El corazón del ángel, su trayectoria se interrumpió por su paso por el boxeo profesional y decisiones personales que lo alejaron del foco. Su regreso con The Wrestler (2008), que le valió un Globo de Oro y una nominación al Oscar, prometía relanzar su carrera, pero los papeles posteriores —como el villano de Iron Man 2 o su aparición en Los Mercenarios— no lograron consolidar ese renacimiento.
El contraste entre ambos actores es evidente: mientras Cruise ha sabido adaptarse a las exigencias del mercado global, manteniendo un perfil alto en producciones multimillonarias, Rourke se ha convertido en una figura periférica, más presente por sus declaraciones y controversias que por su filmografía reciente.
Al final, la crítica de Rourke abre un debate recurrente: ¿qué vale más en el cine, la capacidad de transformación interpretativa o la construcción de un arquetipo sólido y rentable? Tom Cruise, guste o no, ha apostado por lo segundo y ha hecho de ello una carrera multimillonaria, con títulos ya incrustados en la cultura popular. Rourke, en cambio, encarna la otra cara: la del actor que quiso desafiar los moldes pero terminó desbordado por ellos.















