Dawn Howfield no es una enfermera cualquiera. Australiana de nacimiento y con más de 36 años de trayectoria a sus espaldas, su carrera ha estado marcada por una entrega absoluta a los demás. Entre todas sus experiencias destaca especialmente el capítulo que vivió durante seis intensos meses trabajando a bordo de un crucero surcando las aguas de Estados Unidos, una labor que cobra aún más relevancia si se tiene en cuenta que en España más de 12 millones de viajeros disfrutan cada año de vacaciones en cruceros, combinando ocio, descanso y aventura, siendo una opción cada vez más preferidas por nuestros compatriotas en verano.
Aunque para muchos la experiencia resulta idílica, también son frecuentes pequeños percances y emergencias, donde el papel del personal a bordo, siempre atento y vigilante, resulta crucial. En una entrevista reciente concedida al portal australiano Real Estate, Howfield desvela los entresijos de aquella etapa que, según admite, fue una de las más exigentes de su vida. Hay una anécdota que jamás olvidará, y que le encanta compartir con todos.
La enfermera de los mares: seis meses en un crucero, emergencias 24/7 y un nacimiento inesperado en alta mar
Integrante de un pequeño equipo médico —formado habitualmente por dos o tres enfermeras y un único médico de guardia—, Dawn tenía que conocer de memoria la estructura del inmenso barco, preparado para atender cualquier emergencia en cuestión de minutos. "Éramos un servicio de emergencia 24/7 para toda la tripulación y los pasajeros, que podían llegar a ser hasta 5.000 personas", explica.
La enfermera, que destaca la rapidez con la que podía pasar de un problema leve a una situación crítica, asegura haberlo visto todo en altamar: infartos, accidentes cerebrovasculares, peleas tumultuarias, intoxicaciones por alcohol y drogas, crisis de salud mental e incluso un asesinato a bordo, con el presunto culpable retenido en un calabozo improvisado hasta que el barco pudo atracar en el siguiente puerto.
No obstante, entre tantos sucesos dramáticos -y no tan buenos y agradables como el de Super Mario-, Howfield guarda un recuerdo especial, casi surrealista: el de una mujer que dio a luz sin saber siquiera que estaba embarazada. "Llegó diciendo que tenía dolor de estómago, y los espasmos se volvían cada vez más frecuentes", recuerda.
"Le dije a mi compañera: ‘Seguro que está embarazada’. Y efectivamente, estaba de parto". La sorpresa fue mayúscula: ni la mujer ni su marido —ni siquiera su hijo de 11 años— sabían qué estaba ocurriendo. "Imagine hacer un crucero de tres días y regresar con un recién nacido en brazos", concluye entre risas. Historias como esta demuestran que, en alta mar, cualquier cosa puede pasar... y que estar preparado puede marcar la diferencia entre el caos y el milagro.
