Cooper Taylor, un joven de apenas 17 años, ha captado la atención del Departamento de Defensa de Estados Unidos gracias a su innovador diseño de dron con tecnología VTOL (despegue y aterrizaje vertical).
Su creación, fabricada a partir de componentes impresos en 3D, no solo destaca por su eficiencia y bajo coste, sino que representa un paso adelante en la accesibilidad de estas tecnologías. Frente a modelos comerciales que pueden superar los miles de dólares, el superdrón de Cooper se fabrica a una quinta parte del precio habitual, algo que no ha pasado desapercibido en un mundo cada vez más dependiente de soluciones ágiles y económicas.
Ya ha fabricado 6 versiones del dron
El proyecto de Cooper no se limita al montaje de un solo prototipo: ha fabricado seis versiones, perfeccionando cada detalle, desde la impresión de las piezas hasta la programación del software de vuelo y la soldadura de las placas de circuito. Esta versatilidad y dominio técnico le han valido un reconocimiento en el Simposio Juvenil de Ciencias y Humanidades, donde obtuvo una beca de 8.000 dólares financiada por el propio Departamento de Defensa.
Pero la historia no termina ahí. La Marina estadounidense también se ha interesado por este joven inventor y ha decidido premiar su ingenio con otra beca, esta vez de 15.000 dólares. Una señal clara de que su tecnología podría tener aplicaciones más allá del ámbito civil, potencialmente en logística, rescate o incluso en el ámbito militar, donde los drones VTOL están llamados a jugar un papel crucial en los próximos años.
El logro de Cooper es una muestra del talento y la creatividad que pueden surgir cuando se combina la pasión por la tecnología con el acceso a herramientas como la impresión 3D. Su proyecto demuestra que los jóvenes no solo consumen tecnología, sino que también son capaces de mejorarla y adaptarla a nuevas necesidades, a menudo más rápido y con más flexibilidad que las grandes corporaciones.