La crisis demográfica que afecta desde hace años a Corea del Sur y Japón se está extendiendo ahora con fuerza a Taiwán, donde la caída de la natalidad está teniendo un efecto devastador en el sistema educativo.
En apenas una década, el número de estudiantes ha disminuido un 22 %, generando un efecto dominó que ya amenaza con el despido de cerca de 19.000 profesores de aquí a 2028. Las autoridades lo atribuyen directamente a la drástica reducción en los nacimientos, que han pasado de 248.000 en 2002 a 136.000 en 2023, lo que sitúa al país ante un reto sin precedentes. El Ministerio de Educación taiwanés ya alertaba en 2021 sobre esta tendencia, pero el escenario se ha agravado.
Están cerrando centros educativos
Decenas de escuelas privadas, universidades e institutos están abocados al cierre por falta de alumnado y de viabilidad económica. Tan solo este año, se prevé que unos 13 centros cesen su actividad, afectando directamente a 2.500 estudiantes y más de 300 empleados. Sin una base de alumnos suficiente para sostener los costes, la educación privada se ha convertido en el primer eslabón en romperse.
La automatización del sistema educativo
Este contexto ha reactivado un debate que crece también en otros países: la automatización del sistema educativo. El propio Bill Gates afirmaba hace unas semanas que la inteligencia artificial podría sustituir a buena parte del profesorado en menos de una década. Un escenario que, en lugares como Taiwán, comienza a parecer no solo probable, sino necesario para garantizar una educación sostenible en medio de una población decreciente.

El discurso ya no se centra en si la IA puede hacerlo, sino en cómo aprovecharla para minimizar el impacto de una crisis estructural. La propuesta parte de un modelo híbrido que combine menos docentes con sistemas automatizados de enseñanza personalizada. De hecho, Gates apuntaba que la IA tendrá ventajas claras en el aprendizaje de matemáticas y en la detección de errores conceptuales, algo que podría transformar los métodos tradicionales de evaluación y refuerzo.
No obstante, incluso los defensores más entusiastas de la IA reconocen que suplantar la dimensión humana del aula —la motivación, el vínculo emocional, el acompañamiento— no será tan fácil.