La campaña publicitaria de American Eagle con la actriz Sydney Sweeney ha desatado una tormenta política y cultural en Estados Unidos y, por consiguiente, en medio planeta. Lo que a simple vista parecía un guiño cómico a la genética y a los vaqueros —con el eslogan “Sydney Sweeney has great jeans” (un juego de palabras entre jeans y genes)— ha sido interpretado por parte de la izquierda estadounidense como una glorificación de la delgadez normativa y la herencia blanca. La polémica no tardó en saltar a las redes y, en pleno clima de polarización post-electoral, ha llegado incluso a la Casa Blanca.
La Casa Blanca entra en la polémica de American Eagle y Sydney Sweeney: el anuncio que incendió el debate cultural en EE.UU.
Steven Cheung, director de comunicaciones del Gobierno y uno de los cargos más importantes de la administración estadounidense, no dudó en pronunciarse de forma contundente (vía Variety). “Esto es la cultura de la cancelación desatada. Este pensamiento liberal deformado, estúpido y denso es una de las razones por las que los estadounidenses votaron como lo hicieron en 2024. Están hartos de esta mierda”, escribió en X (antes Twitter), dejando clara su postura frente a las críticas dirigidas contra la campaña de American Eagle.
Además, confirma una tendencia comercial clara en los últimos meses: el adiós a lo woke en la publicidad. En cualquier caso, el anuncio en sí juega con la ambigüedad: Sweeney, estrella de Euphoria y símbolo sexual generacional, afirma en tono didáctico que “los genes se heredan de los padres a los hijos y determinan cosas como el color del pelo, la personalidad o los ojos. Mis jeans son azules”.
Una frase aparentemente inofensiva, pero que ha sido objeto de un análisis que va mucho más allá del humor visual. Megyn Kelly, presentadora conservadora y habitual voz crítica contra lo que considera los excesos del progresismo, arremetió también contra quienes han señalado el anuncio como una forma encubierta de supremacismo blanco: “Está anunciando vaqueros, pero los lunáticos de la izquierda creen que está promoviendo la supremacía blanca”, dijo en su programa.
Para Kelly, la reacción revela una batalla más profunda sobre quién puede representar los “mejores genes de América”. Según ella, elegir a una mujer blanca y delgada parece hoy, para ciertos sectores, un gesto casi prohibido. “Ignoran deliberadamente que se está haciendo referencia a su físico, que es justamente por lo que es famosa. Es ridículo”, puntualizaba.
La controversia ha dejado al descubierto el frágil equilibrio entre estética, identidad y representación en la cultura publicitaria contemporánea, donde cada gesto es observado con lupa. En un país que sigue digiriendo las secuelas del wokeism, la guerra cultural ya no se libra sólo en el Congreso o las universidades, sino también en los probadores de una tienda de ropa juvenil. Mientras tanto, el anuncio de Sweeney, estrella de Hollywood que ha sabido jugar sus cartas, sigue sumando millones de visualizaciones, aupado por el debate, demostrando una vez más que en la era del marketing viral, hasta una frase con doble sentido puede convertirse en munición política.















