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Sam Altman, padre de ChatGPT: 'Existe un misterio que la física no puede explicar y la inteligencia artificial es la clave'

Sam Altman, responsable de OpenAI, niega que la IA sea un Dios, pero advierte que podría ser la llave para descifrar lo inexplicable
Sam Altman, padre de ChatGPT: 'Existe un misterio que la física no puede explicar y la inteligencia artificial es la clave'
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Actualizado: 8:00 16/9/2025

La inteligencia artificial no solo está transformando la economía o el mercado laboral: también está obligándonos a replantear preguntas que rozan lo filosófico y lo religioso. Si las máquinas pueden aprender, razonar y generar conocimiento, ¿qué modelo de sociedad nos espera cuando tantos trabajos desaparezcan? ¿Qué pasará con nuestra forma de entender la moral, la fe o incluso el propio concepto de humanidad?

En ese terreno, los debates adquieren un cariz inesperado. Algunos pensadores futuristas han llegado a preguntarse si la IA podría ser la herramienta que nos revele si vivimos bajo un diseño superior, una suerte de prueba de que existe Dios. Aunque la cuestión parece sacada de una novela de ciencia ficción, lo cierto es que aparece con frecuencia en conferencias y foros sobre tecnología avanzada.

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Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, fue confrontado con esta idea en una entrevista con Tucker Carlson, y su respuesta desconcertó a muchos. Carlson no dio rodeos: “¿Cree en Dios?”. Altman, lejos de cerrarse en banda, se mostró vulnerable y hasta contradictorio.

Sam Altman, creador de ChatGPT: “Hay un enigma que la física no alcanza a descifrar, y la IA podría tener la respuesta”

"Creo que probablemente, como la mayoría de la gente, estoy algo confundido con esto. Pero pienso que hay algo más grande sucediendo que no puede ser explicado por la física", indicaba el ejecutivo de OpenAI. Ese matiz, ni un sí ni un no, abre la puerta a la especulación: ¿acaso el hombre que lidera la revolución de la IA empieza a entrever que la ciencia no tiene todas las respuestas?

Sam Altman

Carlson aprovechó entonces para indagar en la percepción de quienes ven a ChatGPT como un oráculo con cierta “chispa de vida”. Altman, sin embargo, fue tajante, no cree que la máquina tenga ese componente. "No hay nada en ello que me parezca divino o espiritual de ninguna manera. Pero yo soy, ya sabe, un friki de la tecnología. Y lo miro todo desde ese prisma", indica.

No hay nada en ChatGPT que me parezca divino; yo soy, ya sabe, un friki de la tecnología. Y lo miro todo desde ese prisma

Aun así, reconoce que el sistema refleja un patrón moral, no bíblico ni religioso, sino derivado de la media estadística de valores humanos. "Lo entrenamos para ser como el colectivo de toda la humanidad. Si hacemos bien nuestro trabajo, habrá cosas con las que nos sintamos bien y otras con las que no. Todo está ahí", concluía al respecto. La conversación derivó hacia los riesgos. Altman admitió que los modelos avanzados podrían ser empleados para fabricar armas biológicas y que ya están alterando nuestra cultura. Mencionó, por ejemplo, cómo los usuarios comienzan a imitar la cadencia y el estilo de ChatGPT en sus conversaciones cotidianas.

El futuro inmediato -y el propio Altman es consciente de esto- es incierto. Tal vez estemos ante una herramienta que nos ayude a comprender mejor nuestra existencia, o quizá solo ante la mayor disrupción tecnológica de la historia. Sea cual sea la respuesta, lo único indiscutible es que vivimos en el epicentro de una revolución que redefine, en tiempo real, lo que significa ser humano.

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