En la remota isla de Kauai, en Hawái, Mark Zuckerberg, obsesionado con la carrera hacia la inteligencia artificial general, ha levantado un vasto dominio privado que abarca casi 930 hectáreas, un auténtico santuario de lujo y discreción que fusiona arquitectura avanzada, naturaleza y autosuficiencia.
Este enclave, conocido como Ko'olau Ranch, es mucho más que una simple residencia: alberga dos mansiones conectadas por un entramado de túneles subterráneos, once casas en los árboles enlazadas por puentes colgantes y un refugio subterráneo diseñado para ser completamente autosuficiente. Es un búnker contra el fin del mundo.
Mark Zuckerberg revela su santuario oculto en Hawái: viviendas entre copas y un búnker preparado para el fin del mundo
Desde 2014, Zuckerberg y su esposa Priscilla Chan han ido tejiendo con paciencia y sigilo este proyecto, valorado en torno a los 300 millones de dólares —algo así como 270 millones de euros— que se extiende en un paraje casi aislado, donde la privacidad es ley y la sostenibilidad, una prioridad. En el corazón de esta propiedad, las dos mansiones suman más de 5300 metros cuadrados, unidas por un complejo subterráneo que conduce a un refugio de 465 metros cuadrados equipado con sala habitable, cuartos técnicos, escotilla de escape y una puerta blindada de hormigón.
Este búnker, del que se ha hablado como un "búnker del fin del mundo", es en realidad una defensa práctica contra huracanes y desastres naturales, aunque no son pocos los que creen que las declaraciones de Zuckerberg y Chan son meras maniobras de distracción. La finca no se limita a estas construcciones. El terreno despliega una “aldea tropical” única, con once casas en los árboles unidas por puentes colgantes, rodeadas de áreas comunes donde destacan un gimnasio, piscina, sauna, cold plunge —esa piscina de agua fría tan de moda— y pista de tenis. Un refugio ideal que conjuga bienestar, estilo de vida saludable y el respeto absoluto por el entorno.
Esta propiedad es también un ecosistema autosuficiente. Más del 99 % del terreno está dedicado a la agricultura orgánica y a la conservación ambiental, no a la construcción. Zuckerberg ha apostado por criar ganado Wagyu y Angus alimentado con nueces de macadamia y cerveza artesanal para garantizar la máxima calidad de la carne. Además, cultivan jengibre y cúrcuma ecológicos, y mantienen viveros para restaurar la flora autóctona y proteger especies en peligro de extinción.
La privacidad que exige esta propiedad se extiende también al equipo que trabaja en ella, donde empleados y colaboradores firman acuerdos de confidencialidad estrictos. No han faltado tensiones internas, pues se han producido despidos cuando algunos filtraron detalles en redes sociales.
A nivel comunitario, el proyecto no ha estado exento de polémica. Aunque Zuckerberg ha invertido en proyectos culturales y sociales locales, la ampliación de la finca ha generado protestas, sobre todo por la inclusión de un sitio funerario nativo hawaiano protegido. Aunque el área está vallada, existen sospechas sobre posibles tumbas sin documentar en terrenos colindantes. En 2017, residentes nativos iniciaron demandas legales que acabaron siendo retiradas tras presión pública, mientras el gobierno local aprobaba una ley que obliga a resolver disputas territoriales mediante mediación antes de llegar a los tribunales.
Lo que hace realmente singular este proyecto no es solo su tamaño o exclusividad, sino la meticulosa arquitectura orientada a la privacidad y la funcionalidad. Desde sistemas de seguridad digital y física, puertas reforzadas, cámaras y accesos controlados, hasta un diseño subterráneo que no sacrifica comodidad familiar. Zuckerberg, consciente del interés mediático, incluso ha compartido un vídeo desenfadado desde el interior del refugio, jugando a videojuegos, en un intento claro de desdramatizar y controlar la narrativa.
Ko'olau Ranch no es simplemente un capricho millonario; es una declaración de intenciones que conjuga poder, estilo y sostenibilidad, un proyecto cuya dimensión y controversias lo mantienen como objeto de fascinación y debate constante en medios y redes.















