Mientras muchos sueñan con la vida de un multimillonario como Elon Musk, Mark Zuckerberg o Bill Gates, la realidad es que el mejor escenario podría ser nacer en su familia. Sin preocupaciones económicas y con un acceso ilimitado a oportunidades, parecería la mejor opción. Sin embargo, aquellos que piensan que los hijos de estos magnates heredarán su riqueza sin restricciones están equivocados.
Una nueva filosofía entre los más ricos
La influencia de Chuck Feeney, un magnate que donó casi toda su fortuna a la filantropía, ha calado hondo en estos empresarios, y sus descendientes podrían no recibir la herencia millonaria que muchos imaginarían. Feeney, fundador de la cadena de tiendas Duty Free, amasó una fortuna colosal y decidió donarla casi en su totalidad a causas benéficas, viviendo de manera austera y enviando a sus hijos a trabajar desde jóvenes.
Su filosofía inspiró a magnates como Bill Gates y Warren Buffett, quienes en 2010 lanzaron The Giving Pledge, una iniciativa para que los más ricos del mundo donen al menos el 50% de su patrimonio. A esta causa se han sumado figuras como Musk, Zuckerberg y Sam Altman, lo que significa que gran parte de sus fortunas no se destinará a sus herederos, sino a causas filantrópicas.
En una entrevista con la BBC, Bill Gates dejó claro que sus hijos solo recibirán el 1% de su fortuna, lo que, si bien sigue siendo una cantidad considerable —unos 1.080 millones de dólares—, está lejos de lo que muchos podrían esperar de un patrimonio de más de 108.000 millones.
Si Elon Musk siguiera la misma estrategia, sus hijos recibirían alrededor de 3.942 millones de dólares, una cifra impresionante, pero muy por debajo de los 394.200 millones que posee el magnate de Tesla y SpaceX.
Filantropía o control de riqueza
Sin embargo, The Giving Pledge no es una organización con control estricto, sino un compromiso moral entre los multimillonarios. No existe una obligación contractual de que donen la mitad de su fortuna, lo que deja abierta la posibilidad de que estos recursos terminen en causas afines a sus intereses políticos o incluso en donaciones privadas con escasa transparencia.
Aunque el movimiento ha sido aplaudido por su impacto en la salud, la educación y la reducción de la pobreza, también ha generado debates sobre su efectividad y el verdadero destino del dinero. A pesar de la incertidumbre sobre cómo se distribuirán estas grandes fortunas en el futuro, lo que parece claro es que la idea de que los hijos de estos empresarios recibirán herencias ilimitadas es cada vez más cuestionable. La tendencia de los multimillonarios tecnológicos hacia la filantropía puede significar un cambio en la forma en la que las fortunas se transmiten de generación en generación.
Para los herederos, la lección parece ser que el apellido no es garantía de riqueza desmesurada, y que la independencia financiera podría volverse una necesidad, incluso cuando se nace en la familia de los más ricos del mundo.















