Netflix sigue apostando por la ciencia ficción. La plataforma, que sabe muy bien dónde y cómo crear sus contenidos, ha ido engarzando varios fenómenos de producción propia con películas que llevan años dando vueltas por el streaming. El portal, siempre impredecible en sus elecciones de catálogo, ha rescatado del olvido una superproducción de ciencia ficción que se estampó con fuerza en su día.
Hablamos de El núcleo (The Core, 2003), una especie de Armageddon geológico con más agujeros que la capa de ozono y un reparto de lujo: Aaron Eckhart, Hilary Swank y un Stanley Tucci desatado.
La ciencia no tiene sentido, pero el algoritmo sí: ‘El núcleo’ fracasó en cines y lo peta en Netflix 22 años después
¿La premisa? Un grupo de científicos debe viajar al centro de la Tierra (literalmente) para reactivar el núcleo del planeta y evitar el apocalipsis. Sí, como suena. Un disparate que hace saltar por los aires cualquier clase de rigor científico pero también una película con alma de clásico de videoclub, que ahora ha encontrado su redención en el algoritmo.

Con 85 millones de dólares de presupuesto —nada mal para 2003, aunque lejos de los 140 de Armageddon—, El núcleo se estrelló en taquilla con una recaudación mundial de apenas 73 millones. Ni siquiera logró el número 1 en su estreno: quedó por detrás de De incompetente a presidente y Se montó la gorda, lo que dice mucho del interés que generó entre el respetable en su día.
La crítica tampoco ayudó. Los críticos “chapucera, cutre y extra cursi”, y aún así se quedaron cortos. Lo curioso es que, dos décadas después, en un momento en el que la industria únicamente repite fórmulas y los superhéroes y las sagas dominan la taquilla, lo que entonces era un despropósito se ha convertido en espectáculo involuntariamente delicioso. Tucci lo sabía: su personaje parecía salido de otra película, consciente del caos, como si jugara en otra liga.

Ahora, El núcleo ocupa el top 10 de Netflix en casi 70 países, incluida España, donde se ha colado en el sexto puesto. El público no solo la está viendo, la está disfrutando. Porque a veces lo que buscamos no es una obra maestra, sino una película lo suficientemente absurda como para entretenernos sin pensar demasiado. Puede que la ciencia la deteste —de hecho, figura en muchas listas de las películas más absurdas del género—, pero el público manda.