La NASA ha emitido una advertencia de nivel rojo por la posible llegada de tormentas solares extremas, un fenómeno que, aunque no supone un peligro directo para la salud humana, podría causar apagones eléctricos generalizados y daños graves en infraestructuras tecnológicas clave. Se trata de una manifestación intensa del llamado clima espacial, provocada por eyecciones de masa coronal del Sol —grandes explosiones de partículas y radiación electromagnética— que alcanzan la magnetosfera terrestre.
La NASA pretende adelantarse
Para anticiparse a sus efectos, la agencia espacial estadounidense ha desplegado la misión TRACERS (Tandem Reconnection and Cusp Electrodynamics Reconnaissance Satellites), formada por dos satélites gemelos diseñados para volar en tándem y recopilar datos en tiempo real sobre cómo el campo magnético terrestre responde al impacto del viento solar. El objetivo: descifrar los mecanismos de la reconexión magnética, un proceso que no solo está detrás de las auroras polares, sino que también determina el grado de exposición de nuestros sistemas tecnológicos a estas tormentas.
Aunque la Tierra dispone de una defensa natural gracias a su atmósfera y su campo magnético, la creciente dependencia de satélites, redes eléctricas y comunicaciones globales hace que este tipo de fenómenos supongan una amenaza potencialmente crítica. Estudios previos, como el informe del National Research Council de EE. UU. (2008), ya alertaban del riesgo de apagones masivos y fallos en sistemas GPS, aviación y telecomunicaciones ante tormentas geomagnéticas de alta intensidad.
La misión TRACERS no busca evitar estos eventos —que son inevitables en la escala de actividad solar—, sino ofrecer predicción avanzada y desarrollar sistemas de alerta temprana, clave para proteger desde satélites en órbita hasta redes eléctricas vulnerables. Según explicó el actual administrador interino de la NASA, Sean Duffy, “esta misión representa un paso crucial en la comprensión de la relación Tierra-Sol y en la preparación ante fenómenos que podrían alterar de forma significativa nuestra vida cotidiana”.
Esta alerta llega en un momento de alta actividad solar: 2025 marca el pico previsto del ciclo solar 25, lo que significa una mayor frecuencia de tormentas solares intensas. Aunque no hay certeza sobre el impacto específico que pueda tener cada una, sí se sabe que el último evento comparable de gran magnitud fue en 2003, cuando una tormenta geomagnética interrumpió sistemas de navegación y provocó apagones en Suecia.















