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La NASA advierte que el asteroide 2024 YR4 apunta a la Luna: así sería un impacto de 15 megatones, mil veces Hiroshima

La activación de los protocolos de la ONU, la coordinación entre la red internacional de alerta de asteroides (IAWN) y el grupo de planificación de misiones espaciales (SMPAG), y la implicación de NASA y ESA han convertido este caso en un ensayo general.
La NASA advierte que el asteroide 2024 YR4 apunta a la Luna: así sería un impacto de 15 megatones, mil veces Hiroshima
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Actualizado: 12:07 14/11/2025
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El “city-killer” 2024 YR4 ha pasado, en menos de un año, de encabezar las listas de riesgo de impacto contra la Tierra a convertirse en un quebradero de cabeza para la Luna. Descubierto en diciembre de 2024 por el sistema ATLAS en Chile, el asteroide llegó a acumular una probabilidad del 3,1 % de colisión con nuestro planeta en 2032, lo que llevó a la ONU a activar por primera vez sus protocolos de seguridad planetaria y situó el objeto en el nivel 3 de la escala de Turín, reservado a amenazas que exigen una respuesta coordinada a escala internacional.

Las campañas de observación posteriores han despejado ese escenario: NASA y ESA dan por prácticamente descartado un impacto contra la Tierra en esa fecha. Pero el problema no ha desaparecido, solo se ha desplazado unos 384.000 kilómetros: los modelos actuales dan alrededor de un 4 % de probabilidad de que el asteroide termine chocando con la Luna a finales de 2032.

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2024 YR4 es un objeto relativamente pequeño en términos astronómicos, con un diámetro estimado de entre 53 y 67 metros, similar a un edificio de unas 15 plantas o a la mitad de la longitud de un Boeing 767.Ese tamaño, sin embargo, basta para justificar la inquietud: los cálculos de NASA y de varios grupos académicos apuntan a que un impacto a la velocidad típica de estos cuerpos liberaría entre 7 y 15 megatones de energía, es decir, entre unas 470 y 1.000 veces la potencia de la bomba nuclear de Hiroshima, y abriría un cráter de aproximadamente un kilómetro de diámetro en la superficie lunar. Se trataría de un evento excepcional incluso para un mundo tan castigado por los impactos como la Luna, y además sería uno de los pocos casos en los que los científicos habrían podido anticipar con años de antelación el lugar y la fecha de un choque de este calibre.

Febrero decidirá el riesgo

El gran punto de inflexión llegará en febrero, cuando el telescopio espacial James Webb vuelva a tener a YR4 en su campo de visión durante dos breves ventanas, los días 18 y 26, aprovechando su órbita en torno al punto de Lagrange L2, desde donde puede observar regiones inaccesibles a los telescopios terrestres.Con esos datos adicionales, el equipo liderado por Andrew Rivkin —una de las voces de referencia en defensa planetaria y responsable científico de la misión DART— recalculará la órbita del asteroide. Sus simulaciones avanzan un abanico muy amplio de futuros posibles: hay un 80 % de probabilidades de que el riesgo de impacto lunar caiga por debajo del 1 %, pero también alrededor de un 5 % de que la probabilidad supere el 30 % y la comunidad internacional tenga que decidir si intenta intervenir o no.

Aunque un choque directo contra la Luna no tendría efectos inmediatos sobre la vida en la Tierra —la masa del asteroide es insignificante frente a la del satélite y no alteraría su órbita—, sí podría tener consecuencias serias en el “anillo” de tecnología que rodea al planeta. Varios estudios estiman que un impacto de estas características podría expulsar hasta cientos de millones de kilos de roca lunar al espacio, y que una fracción de ese material acabaría entrando en el entorno terrestre en forma de enjambres de micrometeoroides días o semanas después. Sería, desde el punto de vista astronómico, una lluvia de estrellas sin precedentes; desde la óptica de las agencias espaciales, una prueba de estrés potencial para miles de satélites, estaciones espaciales y, si el calendario Artemis se cumple, para una presencia humana incipiente en la superficie y la órbita lunar.

De DART a opciones controvertidas

Esa posibilidad, todavía remota, está sirviendo de banco de pruebas para estrategias de defensa planetaria que, hasta ahora, solo se habían aplicado de forma experimental. La misión DART de la NASA ya demostró en 2022 que es posible desviar ligeramente la órbita de un asteroide mediante el impacto controlado de una nave, la técnica del “impactador cinético”.En el caso de YR4, algunos trabajos recientes han puesto sobre la mesa alternativas más agresivas, como la detonación de una carga nuclear a cierta distancia del objeto o el uso combinado de varios impactados para fragmentarlo o modificar su trayectoria antes de 2032. Son escenarios todavía teóricos, cargados de incógnitas técnicas —masa exacta, composición, respuesta al impacto— y también de dilemas políticos y legales.

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