La biología evolutiva tiene sus paradojas, y una de las más comentadas en los últimos años es la llamada carcinización: distintos linajes de crustáceos que, de forma independiente, han acabado adquiriendo un cuerpo similar al de un cangrejo. El caparazón ancho, las pinzas prominentes y la cola plegada bajo el abdomen se han repetido una y otra vez en la historia de los decápodos, hasta el punto de convertir este fenómeno en meme: “todo evoluciona hacia el cangrejo”. Detrás de la broma hay, sin embargo, una lección científica sobre cómo la selección natural explora soluciones similares ante problemas parecidos.
Un fenómeno repetido en la evolución
El término fue acuñado hace más de un siglo por el zoólogo británico L. A. Borradaile, y desde entonces ha sido objeto de debate y revisiones a la luz de nuevos descubrimientos. No hablamos de un solo linaje que se ramificó, sino de varias familias de crustáceos que partieron de cuerpos alargados —como los de las langostas o los ermitaños— y, en contextos distintos, acabaron convergiendo en esa silueta baja y robusta. Estudios recientes sitúan al menos cinco casos de carcinización dentro de los decápodos, desde los braquiuros (los cangrejos “verdaderos”) hasta los anomuros, como los cangrejos rey.
El ejemplo más llamativo es precisamente el de los cangrejos rey (Lithodidae), descendientes de cangrejos ermitaños que abandonaron la concha protectora para desarrollar un caparazón endurecido y un abdomen plegado. Los análisis moleculares iniciados en los años noventa confirmaron esa relación genética, y hoy el animal conserva huellas de ese pasado, como la asimetría del abdomen. Es, en cierto modo, un cangrejo que lo parece… pero que no lo es del todo.
Presiones ambientales y convergencia
La explicación de esta convergencia no es mágica ni finalista. Igual que en Australia los marsupiales dieron lugar a “copias” evolutivas de lobos, topos o gatos placentarios, en los mares costeros las presiones ambientales son parecidas: un entorno rocoso y agitado favorece cuerpos compactos, con centro de gravedad bajo, capaces de resistir embates de olas y depredadores. De ahí que distintas ramas del árbol de la vida lleguen a la misma respuesta: un diseño ancho, duro y eficiente.
Pero la caricatura del meme es engañosa. Los especialistas recuerdan que también existe la decarcinización, es decir, linajes que pierden el “cuerpo de cangrejo” y vuelven a formas alargadas o adaptadas a excavar. Una revisión publicada en 2021 señalaba al menos cinco apariciones independientes de la forma de cangrejo y hasta siete pérdidas posteriores.
Entre la ciencia y la cultura popular
Desde una mirada crítica, la fascinación popular por la carcinización revela tanto la potencia de la divulgación científica como el riesgo de simplificar fenómenos complejos en memes virales. La evolución no tiene sentido del humor ni metas predeterminadas: lo que sí tiene son restricciones físicas, ecológicas y de desarrollo que limitan el repertorio de formas posibles. Y dentro de esas limitaciones, el “cuerpo de cangrejo” se ha convertido en un clásico recurrente. No porque sea superior, sino porque es, sencillamente, útil.















