La Gran Barrera de Coral, considerada la estructura viva más grande del planeta y Patrimonio de la Humanidad desde 1981, atraviesa la crisis más grave desde que se tienen registros en 1986. Un informe del Instituto Australiano de Ciencia Marina (AIMS, por sus siglas en inglés) documenta que, entre agosto de 2024 y mayo de 2025, la cobertura coralina ha sufrido un desplome sin precedentes en sus tres regiones, con un blanqueamiento masivo que los científicos describen como “el más extenso y severo” jamás observado.
El estudio advierte que este ecosistema único podría estar acercándose a un “punto de no retorno”, donde el coral no lograría recuperarse entre eventos extremos.
Se redujo un 30,6% en un solo año
Las caídas más drásticas se han registrado en los extremos norte y sur del arrecife. En la zona septentrional, desde Cabo York hasta Cooktown, la cobertura coralina se redujo un 24,8% en un solo año, mientras que en el sur, de Proserpina a Gladstone, la pérdida alcanzó el 30,6%. Ambos valores representan la mayor disminución anual en casi cuatro décadas. Incluso se han documentado casos extremos, como arrecifes cerca de la isla Lizard, donde el descenso ha llegado al 70,8%. La región central, entre Cooktown y Proserpine, sufrió una merma más moderada pero igualmente preocupante del 13,9%.
El detonante principal ha sido el blanqueamiento masivo de 2024, provocado por temperaturas oceánicas entre 1 y 2,5 °C por encima de la media durante el verano austral de 2025, un fenómeno directamente vinculado a la crisis climática. Este estrés térmico sin precedentes se ha visto amplificado por otros factores: dos ciclones consecutivos a finales de 2023 y comienzos de 2024, fuertes lluvias que provocaron descargas de agua dulce y la proliferación de la estrella de mar corona de espinas (Acanthaster planci), un depredador que consume grandes cantidades de coral.
Desde 2016, la Gran Barrera ha sufrido seis episodios masivos de blanqueamiento, algo que en la década de 1990 era excepcional. La frecuencia creciente de estos eventos reduce drásticamente la capacidad de recuperación del ecosistema, ya que los corales necesitan años —e incluso décadas— para regenerarse tras una perturbación severa. “El tiempo entre crisis se acorta y la pérdida de biodiversidad parece inevitable”, señalan los investigadores del AIMS, que subrayan que la resiliencia del arrecife se ve cada vez más comprometida.
Más allá del valor paisajístico, la Gran Barrera alberga una extraordinaria biodiversidad: más de 400 tipos de coral, 1.500 especies de peces y 4.000 variedades de moluscos. Su deterioro no solo amenaza un patrimonio natural único, sino que también pone en riesgo los medios de vida de las comunidades costeras y la economía turística de Queensland, que depende en gran parte de este ecosistema.















