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Jalmari Helander, director, sobre la acción de 'Sisu: Camino a la venganza': 'Aprendí de Spielberg y los primeros James Bond'

Vandal ha podido entrevistar al director de 'Sisu: Camino a la venganza', la secuela de 'Sisu' que se estrena el 21 de noviembre.
Jalmari Helander, director, sobre la acción de 'Sisu: Camino a la venganza': 'Aprendí de Spielberg y los primeros James Bond'
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Actualizado: 9:59 20/11/2025

Vandal ha podido charlar con Jalmari Helander, director de Sisu y de su secuela Sisu: Camino a la venganza, una de las apuestas de acción más extremas del otoño. El cineasta finlandés regresa al universo del “hombre que se niega a morir” con una película todavía más física, más loca y, paradójicamente, más emotiva, que llegará a los cines españoles el 21 de noviembre de la mano de Sony Pictures.

La primera Sisu se convirtió en un pequeño fenómeno: un excomando finlandés, oro de por medio y muchos nazis de menos, en un cruce nórdico entre western, cine bélico y thriller de venganza que encandiló a los fans de la acción más salvaje. Ahora Helander recupera a Aatami Korpi (Jorma Tommila) en Sisu: Road to Revenge, donde el veterano regresa a la casa en la que su familia fue asesinada, la desmonta tabla a tabla, la sube a un camión y decide cruzar territorio enemigo para reconstruirla en un lugar seguro… mientras un comandante del Ejército Rojo, interpretado por Stephen Lang, le pisa los talones decidido a rematar el trabajo.

La combinación de locura, seriedad y corazón detrás de todo es lo que la hace distinta a la mayoría.

James Bond, Indiana Jones… y nada de Mad Max

Cuando le comentamos que muchas escenas de la secuela recuerdan a la furia motorizada de Mad Max o al espectáculo de los blockbusters modernos, Helander se ríe. Su cabeza, asegura, está en otro lugar.
"Me gusta pensar que el estilo y la parte juguetona de las escenas de acción vienen de algunos de los primeros James Bond y, sobre todo, de las películas de Indiana Jones", nos cuenta. "La forma en la que Steven Spielberg piensa una escena de acción siempre me ha gustado, y creo que las mayores influencias vienen de ahí".

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La comparación con Mad Max: Fury Road o con las últimas entregas de John Wick aparece a menudo en las críticas del film, sobre todo por su estructura de persecución casi continua y su apuesta por las acrobacias y la acción práctica frente a la sobrecarga de CGI. Pero Helander se ve más cerca del cine de aventuras clásico que de la distopía posapocalíptica de George Miller: planos muy claros, geografía siempre legible y gags visuales que convierten cada set piece en un pequeño cortometraje autocontenido.

Un héroe que no habla para llegar a todo el mundo

Uno de los rasgos más llamativos de Sisu y de su secuela es que Aatami apenas pronuncia palabra. En tiempos de personajes que lo explican todo, Helander ha optado por un protagonista prácticamente mudo. La decisión, explica, tiene tanto de artística como de pragmática.
«Siendo director finlandés, no puedo rodar una película en finés y aspirar a un público internacional grande. Y tampoco me apetecía que el personaje hablara en inglés todo el rato», reconoce. "Así que pensé: quizá lo mejor es que no hable en absoluto. Eso también es una forma de ser internacional".

Ese silencio forzado le obligó a replantearse cómo contaba la historia: "Me gusta porque te obliga a encontrar la manera de narrar con imágenes y no explicarlo todo con un diálogo tonto. Me encanta hacer películas así", subraya. En Sisu: Camino a la venganza esa apuesta se lleva todavía más lejos: la expresión corporal de Tommila, la relación con el perro que le acompaña y el peso físico del propio camión sustituyen a los monólogos internos que otro director habría usado para justificar cada decisión del protagonista.

Lo que distingue a Sisu del resto del cine de acción

¿En qué se diferencia Sisu de la avalancha de películas de acción que llega cada año a las plataformas y a los cines? Helander lo tiene claro: "Me gusta pensar que la combinación de locura, seriedad y corazón detrás de todo es lo que la hace distinta a la mayoría".

El concepto finlandés de “sisu” —esa mezcla de resistencia, terquedad y coraje ante lo imposible— ya impregnaba la primera película y vuelve a estar en el centro de la secuela. Korpi es un héroe casi mitológico, capaz de aguantar lo inaguantable, pero la secuela no se limita a repetir trucos: ahora la venganza y la supervivencia se mezclan con un duelo muy íntimo por la familia perdida y con la idea de reconstruir, literalmente, un hogar sobre las ruinas de la guerra.

Un camión, una casa desmontada y un MacGuffin muy emocional

La gran idea de Sisu: Camino a la venganza es convertir una casa en ruinas en el objeto más valioso de la película. Preguntamos a Helander de dónde sale exactamente ese concepto, y el director admite que no sabría localizar el momento exacto: "No sé cuál es el origen, pero en cuanto se me ocurrió supe que era una forma muy buena de hacer la secuela", recuerda. «Por un lado, convierte la carga en algo muy emocional, mucho más que una bolsa de oro. Y por otro, genera acción por sí misma: mover algo tan pesado ya es complicado incluso si no hubiera gente intentando matarte».

En pantalla, esas vigas y tablones funcionan como símbolo del duelo de Aatami, pero también como un recordatorio constante de lo que está en juego en cada vuelco del camión y en cada explosión.

La secuela llega con más medios: el presupuesto ronda los 12 millones de dólares, lo que la coloca entre las producciones finlandesas más ambiciosas de los últimos años. Esa inversión se nota en la escala de la persecución, que atraviesa paisajes helados, carreteras embarradas y pueblos arrasados, siempre con un enfoque muy físico: camiones volcando de verdad, explosiones rodadas en localización y sangre que, la mayoría de las veces, parece salir de cuerpos de carne y hueso y no de un ordenador.

Esa ambición, sin embargo, no le ha hecho renunciar a la rareza de su propuesta: un protagonista que apenas habla, un ritmo que recuerda más a un cómic bélico europeo que a una superproducción de estudio y un villano —el comandante Igor Draganov de Stephen Lang— que parece escapado de un western sucio, con cicatrices físicas y morales a la vista.

El corazón está en casa… y también en el perro

Le preguntamos cuál ha sido la secuencia más complicada de rodar y la respuesta no tiene nada que ver con explosiones o acrobacias sobre vehículos. "Todas las escenas con el perro», confiesa entre risas. «No me hace caso en absoluto".

Más allá de la broma, Helander admite que trabajar con animales añade una capa de imprevisibilidad que no existe con los especialistas, por muy extremo que sea lo que les pida. El vínculo entre Aatami y el perro, que ya era importante en la primera entrega, gana peso en la secuela y sirve como contrapeso tierno a la brutalidad que llena el resto del metraje.

Por ahora, eso sí, toda la atención está puesta en Aatami Korpi y en ese viaje imposible para transportar los restos de una casa a través de un territorio hostil. Sisu: Camino a la venganza promete ser una de esas experiencias que se disfrutan mejor en pantalla grande: una persecución brutal, salpicada de humor negro, con el punto justo de emoción para que cada viga que cae del camión duela casi tanto como un disparo. Y Helander tiene claro por qué: "Si mi héroe no habla, la película entera tiene que hablar por él".

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