El universo de John Wick se resiste a menguar. A pesar de que Ballerina —el primer spin-off oficial— no logró el rendimiento esperado ni en taquilla ni en crítica, Lionsgate mantiene su estrategia de convertir la saga en una franquicia de largo alcance. El último movimiento en esa dirección es un proyecto todavía en ciernes: un western samurái ambientado en el mismo mundo de asesinos profesionales que popularizó Keanu Reeves.
La existencia del guion fue confirmada por el guionista Austin Everett en declaraciones a Variety, donde aseguró haber concluido un libreto para el spin-off, aunque evitó ofrecer detalles adicionales: “Esto es probablemente todo lo que puedo decir”. La prudencia refleja una realidad frecuente en Hollywood: muchos proyectos derivados se anuncian en etapas tempranas, pero solo algunos llegan a materializarse en pantalla.
La lógica de la expansión
La apuesta de Lionsgate encaja con una dinámica común en la industria actual: convertir un éxito de taquilla en un ecosistema transmedia. En el caso de John Wick, el experimento más visible hasta ahora fue la serie The Continental (Prime Video), una precuela sobre el icónico hotel de asesinos. Sin embargo, su tibia acogida evidenció que la marca no garantiza, por sí sola, conectar con el público.
La comparación con otras sagas es inevitable. Mientras que franquicias como Fast & Furious o The Conjuring han sabido diversificar con productos derivados que funcionan comercialmente (Hobbs & Shaw, Annabelle), otras han visto cómo sus spin-offs se estancaban o se quedaban en terreno menor, diluyendo el interés del público.
Críticas desde dentro
El propio Chad Stahelski, director de las cuatro entregas principales de la saga, ha sido crítico con cómo se gestionó la expansión televisiva. En entrevistas recientes señaló que ni él ni Reeves fueron consultados durante el desarrollo de The Continental, lo que derivó en un producto carente —a su juicio— de los elementos esenciales: la intuición del productor Basil Iwanyk, la peculiar manera de Reeves de encarnar los diálogos y la mezcla de influencias estilísticas que van de Wong Kar-wai a Sergio Leone o Bernardo Bertolucci. Su diagnóstico fue claro: “Pensaron que bastaba con usar lentes anamórficas, un hotel peculiar, diálogos raros y drama criminal. Pero eso no es lo mismo”.
En ese contexto, la idea de un western samurái no parece casual. La combinación de dos géneros que han marcado la historia del cine —el spaghetti western y el chambara japonés— conecta con las raíces visuales de John Wick, siempre impregnadas de códigos orientales y del clasicismo hollywoodiense. Para Lionsgate, se trata de recuperar la sofisticación estética que convirtió a la saga en un fenómeno global, al mismo tiempo que se busca ampliar el atractivo hacia nuevos mercados.
