El castillo de Hogwarts vuelve a abrir sus puertas en 2026, esta vez con una nueva generación de rostros jóvenes y una misión delicada: adaptar fielmente, libro a libro, el legado literario de Harry Potter. Desde que Max (ahora, de nuevo HBO Max) anunció su ambicioso reboot en formato serie, los debates han sido intensos. ¿Era necesario recontar una historia que ya tuvo ocho exitosas películas? ¿Podrá la serie justificar su existencia y aportar algo nuevo al universo creado por J.K. Rowling?
Poco a poco, las piezas del tablero mágico van tomando forma. Ya sabemos que la serie constará de siete temporadas, una por cada libro, y que el trío protagonista estará formado por Dominic McLaughlin (Harry), Alastair Stout (Ron) y Arabella Stanton (Hermione). Pero lo que ha sorprendido a propios y extraños ha sido la reciente confirmación de dos fichajes que llegan antes de tiempo y que cambian todo: Johnny Flynn será Lucius Malfoy y Bertie Carvel encarnará al Ministro de Magia, Cornelius Fudge.
El nuevo Hogwarts de Max se adelanta a los libros: Lucius Malfoy y Cornelius Fudge estarán en la primera temporada de Harry Potter
Ambos personajes hacen su debut canónico en La cámara secreta, el segundo volumen de la saga. Sin embargo, su presencia en la primera temporada apunta a que Max está dispuesta a reescribir algunas costuras del canon para expandir el mundo mágico desde el principio. Un movimiento que recuerda a lo que hizo Los anillos de poder con Tolkien: ampliar contextos para cimentar mejor los conflictos futuros.
La figura de Lucius Malfoy, interpretado en el cine por Jason Isaacs, es clave en la evolución de la saga. No solo introduce el diario de Tom Riddle en Hogwarts, sino que actúa como uno de los rostros visibles del ala más elitista y purista del mundo mágico. Su influencia sobre Draco y su constante pulso con Dumbledore lo convirtieron en uno de los villanos más carismáticos de la saga. Su temprana inclusión podría deberse a una escena en el Callejón Diagon o incluso a un flashback durante la Primera Guerra Mágica.
En el caso de Cornelius Fudge, la apuesta es aún más arriesgada. Su papel político cobra verdadera fuerza en La Orden del Fénix, cuando niega el regreso de Voldemort y se convierte en antagonista directo de Dumbledore. Pero en los libros ya es mencionado en La piedra filosofal, y Max podría aprovechar ese guiño para tejer un trasfondo político más presente desde el primer momento. Es decir: menos clases de pociones y más Ministerio de Magia.
No es solo cuestión de casting. Incluir a Lucius y Fudge en la primera temporada abre la puerta a un relato más coral, donde la política, las tensiones sociales y los ecos de la guerra anterior estén presentes desde el inicio. Algo que podría ayudar a justificar el salto del cine a la televisión: donde antes había dos horas y media, ahora hay toda una temporada para profundizar, desarrollar y reinventar. Muchos fans no lo ven claro y consideran que no se necesita añadir nada a las historias de las novelas.
En un panorama en el que La casa del dragón reinterpreta el universo de Canción de hielo y fuego y Los anillos de poder intenta trazar sus propias rutas en la Tierra Media, Harry Potter no quiere quedarse atrás. Rowling parece contenta con las decisiones creativas, pero lo cierto es que la producción de Max no lo tendrá fácil. Para muchos, el proyecto puede naufragar en cualquier momento. El listón, teniendo en cuenta las películas y lo queridas que son, está altísimo. Pero también lo está la expectación.















