Jurassic World: El renacer está arrasando en taquilla, aunque el reinado de los dinosaurios y la gran Scarlett Johansson parece tener los días contados con Superman asomando en el horizonte. Aun así, la película de Gareth Edwards continúa generando titulares, especialmente por un desenlace que, según ha trascendido, estuvo a punto de ser muy distinto al que llegó a los cines.
Como ha explicado el creativo, dos grandes cambios se barajaron en el clímax de la historia: uno que habría sido un golpe de efecto acertado, y otro que solo puede calificarse de torpe. ¿A qué se refiere el cineasta? ¿Qué giro de guion tenían en mente? ¡Cuidado con los spoilers!
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Los espectadores recordarán que la gran amenaza de esta nueva entrega no era un simple dinosaurio, sino una aberración genética llamada Distortus Rex: más grande, más agresivo y más mutante que cualquier criatura anterior. Durante la batalla final, el equipo de Edwards tanteó dos desenlaces, y el primero de ellos sonará muy familiar a los fans de la saga.
La idea que rondaba en la cabeza de Edwards era sencilla: que el icónico Tiranosaurio rex hiciera una entrada triunfal en el último minuto, se enfrentara al Distortus Rex y resolviera el conflicto. Una fórmula que ya se ha utilizado hasta la saciedad. Por suerte, el supervisor de efectos especiales logró convencer al director de que esa escena no solo era previsible, sino también repetitiva. El propio Edwards lo explicaba en una entrevista con USA Today, citando lo que le dijeron: "¡Eso pasa en todas las películas, Gareth! El T. rex aparece y salva el día. Todo el mundo se lo espera. Me alegré tanto cuando no hiciste eso...", confiesa el director que le dejaron claro en Universal.
Edwards, que reconoce que la criatura no fue eliminada para una posible secuela, justifica la decisión con una frase que resume bien la sobreexplotación de clichés en la saga. “Existe la expresión deus ex machina, pero en Jurassic hablamos del rex machina, en la que un T. rex viene y salva a todo el mundo. Me pareció que quizá nosotros no hacemos eso. Quizá ésa sea una de nuestras diferencias”, puntualiza. Consciente del desgaste narrativo, decidió evitar lo obvio.
El segundo gran cambio no ha corrido la misma suerte en cuanto a recepción. En la versión inicial, el personaje de Duncan, interpretado por Mahershala Ali, moría durante el clímax. Todo apuntaba a un sacrificio heroico, construido con intención dramática desde el guion hasta la puesta en escena. Pero en la versión final, Duncan aparece vivo, para sorpresa de todos, incluso del propio actor, que, en declaraciones a Yahoo, intenta dar una explicación.
"Creo que se distrajo… la bengala se apagó… y nadó muy rápido”, deja claro entre risas. Según Edwards, fue el estudio quien pidió el cambio: “En mi versión él moría, pero me preguntaron desde el estudio: ‘¿Hay alguna forma de que esté vivo?’ Y lo cierto es que tenían razón”. El director admite que Duncan había crecido en importancia y que resultaba contraproducente eliminarlo 90 segundos antes del final. Un razonamiento comprensible, pero no del todo convincente.
El propio Edwards se escuda en que el espectador da por hecho su muerte porque todo en la película apunta a ello. "Como está escrito y rodado para que muera, todos los pequeños clichés están ahí. Por eso, cuando sobrevive, sorprende”, concluye. Bueno, parece que huele más a concesión comercial que a decisión narrativa. Una alegría postiza para suavizar el golpe, aunque a costa de debilitar el clímax emocional. Lo que está claro es que, a tenor de la recaudación y del éxito de Jurassic World: El renacer garantiza que la saga de los dinosaurios seguirá más adelante.















