A pesar de los avances científicos y tecnológicos, nuestro planeta sigue guardando secretos asombrosos bajo su superficie. En un mundo donde creemos tenerlo todo cartografiado y comprendido, surgen hallazgos que cuestionan esa certeza. El último nos lleva hasta el corazón helado de la Antártida Oriental, donde un equipo de científicos británicos ha identificado un antiguo paisaje fluvial sepultado bajo tres kilómetros de hielo polar.
Hallazgo sin precedentes en la Antártida: descubren un recurso oculto bajo tres kilómetros de hielo
El descubrimiento, realizado gracias a un radar de penetración instalado en una pequeña aeronave Twin Otter del British Antarctic Survey, ha revelado un sistema fluvial de unos 3500 kilómetros de longitud, oculto desde hace decenas de millones de años. Este paisaje, hoy completamente enterrado, se remonta a una época en la que Australia y la Antártida formaban un único bloque continental. Hace unos 80 millones de años, ríos caudalosos recorrían la región.
Sin embargo, todo cambió hace 34 millones de años, cuando un brusco enfriamiento planetario cubrió la Antártida con una gruesa capa de hielo. Desde entonces, el relieve quedó atrapado, intacto, en una especie de cápsula del tiempo natural. Pero más allá del valor geológico o histórico, este paisaje fósil tiene implicaciones muy reales en el presente. Los científicos han descubierto que estas antiguas formaciones fluviales influyen directamente en el comportamiento de los glaciares actuales, actuando como una especie de freno natural.
Su estructura subyacente modifica la forma en que el hielo se desplaza, ralentizando el avance de las masas glaciares y contribuyendo a estabilizar la capa de hielo. La relevancia es crítica: si la totalidad del hielo de la Antártida Oriental se derritiese, el nivel del mar aumentaría en unos 52 metros, un escenario catastrófico para la civilización humana. Este hallazgo sugiere que estos ríos prehistóricos, lejos de estar olvidados, desempeñan un papel crucial en la resistencia del continente al calentamiento global. Una muestra más de que, bajo el hielo, aún hay respuestas esenciales para entender el futuro del planeta.















