Durante años, los científicos observaron, con creciente desconcierto, unas colosales estructuras enterradas bajo el lecho del Mar del Norte. Montículos de arena de hasta 200 metros de altura y kilómetros de extensión, sepultados bajo capas de lodo marino, que parecían desafiar las leyes fundamentales de la geología. Nadie sabía cómo se habían formado, y las hipótesis clásicas —deslizamientos, flujos gravitacionales, procesos erosivos— simplemente no encajaban. Hasta ahora.
Gigantes ocultos bajo el Mar del Norte: el hallazgo que sacude los cimientos de la geología
Un nuevo estudio, publicado en Communications Earth & Environment, ha revelado que estamos ante un fenómeno completamente inédito: un proceso de inversión estratigráfica impulsada por flotabilidad. O lo que es lo mismo: masas densas de arena “jóvenes” que, al licuarse (posiblemente por terremotos o cambios de presión), se hundieron a través de capas más antiguas y ligeras de sedimentos biológicos —la llamada ooze— desplazándolas hacia arriba. Un mecanismo parecido a una inestabilidad Rayleigh-Taylor a escala geológica.
El hallazgo rompe con el principio de superposición, uno de los pilares de la estratigrafía, y obliga a repensar cómo interpretamos el pasado geológico de muchas regiones. Los científicos han bautizado estas estructuras como sinkites (cuando la arena se hunde) y floatites (cuando la ooze flota), dando nombre a un proceso que, hasta la fecha, no había sido documentado en ningún otro lugar del planeta.
Lo más asombroso es su escala: algunas de estas formaciones podrían cubrir Manhattan con medio kilómetro de arena. En zonas como Visund, los análisis sísmicos revelan hasta 140 metros de arena desplazados verticalmente, conectados a través de diques y fracturas que sugieren un origen violento y dinámico.
Más allá del asombro geológico, el descubrimiento tiene implicaciones clave para el almacenamiento de carbono —una de las estrategias centrales para mitigar el cambio climático— y para la exploración energética. Si el subsuelo puede reorganizarse de este modo, ¿cómo garantizar la seguridad de los depósitos de CO₂ o de yacimientos de hidrocarburos?
Este fenómeno podría estar presente en otras regiones del planeta, malinterpretado durante décadas. Ahora, con un nuevo nombre y una teoría en construcción, los gigantes del Mar del Norte no solo reescriben los libros de geología: también abren una ventana inesperada al comportamiento oculto y fascinante de la Tierra.















