Durante años, la implantación de paneles solares en zonas rurales generó una preocupación recurrente: la posible incompatibilidad entre la producción energética y las actividades agrícolas tradicionales. Sin embargo, estudios recientes están demostrando que esta dicotomía es, en gran parte, infundada.
Un nuevo experimento realizado en Australia con 1.700 ovejas ha evidenciado que la coexistencia de instalaciones solares y pastoreo no solo es viable, sino que puede mejorar significativamente la productividad ganadera, abriendo la puerta a una nueva era de sinergias entre energía y agricultura.
La presencia de los paneles mejora la lana de las ovejas
El estudio, llevado a cabo durante tres años, dividió a los animales en dos grupos: uno de pastoreo tradicional y otro que se alimentaba en un parque solar. Los resultados fueron concluyentes: las ovejas que pastaban entre paneles solares desarrollaron una lana de mayor calidad, con mejor peso, densidad y grosor de fibra, medidos en micrones. La clave del éxito parece residir en la microvariabilidad del entorno: la sombra intermitente de los paneles favorece un ciclo continuo de crecimiento de diferentes tipos de forraje —pasto fresco, seco y heno—, proporcionando una dieta más equilibrada y nutritiva para el ganado.
Estos hallazgos se suman a otras evidencias recientes sobre los beneficios de la llamada agrovoltaica, un enfoque que combina agricultura y generación de energía solar en el mismo terreno. Experimentos previos en Italia ya habían mostrado que los viñedos situados bajo paneles solares producían vinos de calidad superior, gracias a una regulación más eficiente de la temperatura y la humedad. Ahora, el éxito australiano con las ovejas refuerza la idea de que la agrovoltaica puede ofrecer soluciones reales tanto para las necesidades energéticas como para la sostenibilidad del medio rural.
El modelo agrovoltaico también tiene importantes implicaciones medioambientales y económicas. Desde el punto de vista ecológico, reduce la necesidad de maquinaria agrícola pesada para el mantenimiento del terreno —las ovejas actúan como "cortacéspedes naturales"—, minimizando las emisiones de carbono asociadas a la gestión del paisaje. Económicamente, diversifica las fuentes de ingreso para los propietarios rurales, quienes pueden obtener beneficios tanto de la producción agrícola como de la generación de energía renovable, contribuyendo además a la resiliencia de las comunidades frente a los desafíos del cambio climático.















