Hubo un tiempo en que el SS United States era la joya de la navegación transatlántica, un coloso de los mares que marcó un hito en la ingeniería naval de mediados del siglo XX. Con sus 301 metros de eslora y una velocidad máxima de casi 71 km/h, fue más que un simple transatlántico: era un símbolo del poderío estadounidense en plena Guerra Fría.
Sin embargo, el tiempo no perdona, y tras décadas de abandono, este gigante de acero ha emprendido su último viaje hacia un destino inesperado: convertirse en un arrecife artificial. Su historia comenzó en 1950, cuando Estados Unidos decidió financiar gran parte de su construcción con la idea de que pudiera transportar hasta 15.000 soldados en caso de guerra. Aunque nunca llegó a ser utilizado con fines militares, su velocidad y resistencia lo convirtieron en la mejor opción para viajes de pasajeros entre América y Europa.
Durante 17 años, el SS United States fue sinónimo de lujo y eficiencia, estableciendo récords de velocidad en su viaje inaugural de 1952 y superando en muchos aspectos a los grandes transatlánticos de la época, incluido el legendario Titanic.
Un destino inesperado bajo las aguas
Pero su fin llegó abruptamente con la aparición de la aviación comercial transatlántica, que redujo drásticamente la demanda de este tipo de barcos. En 1969, el SS United States fue retirado del servicio y comenzó un triste periplo por distintos puertos, acumulando óxido y olvido. Varios intentos de rescatarlo como hotel flotante o museo fracasaron, y durante casi tres décadas permaneció anclado en Filadelfia, como un recuerdo fantasma de una era dorada.
Ahora, gracias a la iniciativa de la SS United States Conservancy, este transatlántico tendrá un final digno. El plan es hundirlo en 2026, transformándolo en un arrecife artificial que atraerá vida marina y se convertirá en un destino para buceadores. Además, se construirá un museo en la costa, donde se conservarán partes del barco original y se rendirá homenaje a su legado.

El SS United States nunca tuvo el trágico final del Titanic ni la fama de otros transatlánticos legendarios, pero su historia merece ser recordada. En lugar de seguir deteriorándose en un puerto olvidado, su estructura servirá ahora a un propósito ecológico y educativo, asegurando que su espíritu siga vivo bajo las aguas del océano que una vez dominó.