La NASA se ha propuesto un sueño que parece sacado de la mejor ciencia ficción: construir el mayor radiotelescopio de la historia en la cara oculta de la Luna. El proyecto, conocido como Lunar Crater Radio Telescope (LCRT), busca escuchar los ecos más antiguos del universo desde un lugar donde el silencio es absoluto. En el interior de un cráter natural de 1,3 kilómetros de diámetro, el instrumento se desplegaría con una precisión casi quirúrgica, alejado de las interferencias de la Tierra y de la contaminación electromagnética que hoy amenaza la astronomía tradicional.
La NASA inicia la construcción del 'Lunar Crater', su radiotelescopio gigante en la cara oculta de la Luna
El diseño, desarrollado por el Jet Propulsion Laboratory (JPL) del Instituto de Tecnología de California, contempla un reflector de malla metálica de 350 metros, suspendido mediante cables dentro del cráter lunar. No habrá astronautas construyéndolo: serán robots autónomos los que ensamblen la estructura, una solución que reduce riesgos humanos y aprovecha las ventajas del terreno natural. La idea suena tan ambiciosa como práctica: aprovechar la geografía lunar para convertirla en un gigantesco oído cósmico.
La elección de la cara oculta no es casual. A diferencia del hemisferio visible, esta región está completamente aislada de las emisiones de radio de la Tierra y protegida de la radiación solar directa. Desde allí, el LCRT podría captar ondas de radio de gran longitud, imposibles de estudiar desde nuestro planeta, y adentrarse en la llamada era oscura del universo, el periodo anterior al nacimiento de las primeras estrellas y galaxias.
En la Tierra, este tipo de observaciones se ha vuelto casi imposible: las megaconstelaciones de satélites, como la red Starlink de SpaceX, saturan el espacio radioeléctrico. "Si alcanzamos el punto de saturación orbital, podríamos perder para siempre ciertas ventanas de observación", advertía Federico Di Vruno, del Square Kilometer Array Observatory.
La NASA lleva años madurando la idea. Nació en 2020 como una propuesta teórica y ha superado ya dos fases de financiación del programa NIAC, acumulando 625.000 dólares en inversión. En California, el equipo trabaja en un prototipo a escala 1:200, mientras mantiene en secreto la localización exacta del cráter elegido. El coste estimado ronda los 2600 millones de euros, un desafío titánico en un contexto de presupuestos espaciales ajustados.
Los primeros ensayos ya apuntan el camino: el ROLSES-1, un pequeño radiotelescopio llevado por la misión Odysseus en 2024, logró captar señales desde la Luna, aunque solo desde su cara visible. "Por eso debemos mirar hacia el otro lado", explicaba Gaurangi Gupta del JPL. Si todo avanza según lo previsto, el próximo gran oído del cosmos podría nacer en el lado oscuro de la Luna.















