Las autoridades finlandesas han encendido las alarmas ante movimientos inusuales de la llamada “flota fantasma” rusa en el Golfo de Finlandia, un enclave clave del mar Báltico. Según informa Yle, en apenas siete días se han detectado 31 petroleros rusos incluidos en la lista de sanciones de la Unión Europea que, a pesar de las restricciones, siguen exportando crudo. Y es que el país de Putin está dando pasos para fortalecer su economía, muy maltrecha tras la Guerra de Ucrania por culpa de las sanciones pero cada vez más enfática en lo militar.
Crisis latente en el mar Báltico: 31 barcos sancionados transportan crudo pese a prohibiciones de la Unión Europea
Esta flota está compuesta por muchos barcos antiguos, muchos difíciles de rastrear, cuya presencia se ha multiplicado desde la imposición de sanciones por la guerra en Ucrania. "La actividad de los buques rusos en el golfo ha regresado a niveles previos al conflicto, lo que indica que gran parte de este tráfico está protegido por la flota fantasma", señaló Mikko Hirvi, responsable de seguridad marítima de la guardia fronteriza finlandesa, en declaraciones recogidas por la AFP.
La semana pasada, la UE amplió su lista negra de sanciones, sumando más de un centenar de petroleros y prohibiendo su acceso a puertos europeos y servicios dentro del territorio comunitario. Desde Bruselas también buscan reforzar las inspecciones para controlar de cerca todas estas operaciones.
Expertos alertan del riesgo que representan estos barcos para el medio ambiente. La mayoría transporta petróleo crudo y derivados como gasolina o diésel desde los puertos de Ust-Luga y Primorsk. Su deterioro, combinado con prácticas peligrosas —como apagar los sistemas de localización—, convierte a muchos de estos buques en lo que algunos califican de “bomba de relojería” sobre el Báltico. “En una región tan sensible, un vertido podría generar costes muy altos para Finlandia y los países vecinos”, advirtió Hirvi.
El mar Báltico, rodeado por potencias industriales y agrícolas, es particularmente vulnerable. Un accidente en esta zona no solo tendría un impacto ecológico devastador, sino que también podría golpear con fuerza la economía europea.















