Las anillas de las latas de bebidas, elementos tan comunes en nuestra vida cotidiana, no solo cumplen una función práctica sino que también son testimonio de una evolución tecnológica interesante. Originalmente, las latas requerían de un abrelatas para acceder a su contenido, lo cual era engorroso y poco práctico para situaciones cotidianas o para llevar de un lugar a otro. Esta necesidad dio pie a la innovación en el diseño de las latas y, particularmente, en el desarrollo de la anilla.
En la década de 1960, el ingeniero estadounidense Ermal C. Fraze revolucionó el diseño de las latas con la introducción del Easy-Tab, una apertura integrada que eliminaba la necesidad de herramientas externas.
Este invento surgió de una necesidad personal cuando Fraze, al olvidar su abrelatas en un picnic, se vio obligado a abrir una lata con el parachoques de un coche. Su solución pronto se convirtió en un estándar en la industria de bebidas.
No fue hasta los 80 que se le hizo un agujero
Posteriormente, en los años ochenta, se desarrolló el sistema Stay-on Tab, una mejora significativa que permitía que la anilla permaneciera unida a la lata tras su apertura. Esto no solo facilitó el proceso de apertura sino que también ayudó a reducir la basura generada por las anillas desprendibles, contribuyendo así a un menor impacto ambiental.
El agujero en las anillas, además de ser parte de este diseño evolutivo, tiene una función práctica y específica: permite la inserción de una pajita. Esto es particularmente útil para aquellos que prefieren no beber directamente de la lata, ya sea por razones higiénicas o de comodidad. Al introducir una pajita en el agujero, se asegura que esta no se mueva o se caiga, facilitando así la experiencia de beber. Este diseño específico también ayuda a reducir el material utilizado y también permite un agarre más seguro y un mejor control durante la apertura.