Según se hacía eco El País, esta semana la justicia andorrana ha fallado a favor de una anciana residente en un piso alquilado en Andorra, en un caso que enfrentaba a la mujer con la empresa Grefito, propiedad del popular streamer TheGrefg. La disputa legal, que ha captado la atención mediática, se centra en el intento de desahucio por parte de la empresa del influencer. Sin embargo, la clave del fallo judicial ha sido el recurso al Derecho Romano, vigente desde el siglo VIII antes de Cristo, que ha jugado un papel decisivo al afirmar que, en ausencia de una ley de arrendamientos específica en Andorra en 1989, año en que la mujer ocupó el piso, debe prevalecer el principio de duración indefinida del arrendamiento en contratos verbales, la stipulatio o estipulación.
En Roma, contrato oral, solemne, perfeccionado mediante una interrogatio por parte del acreedor, seguida de una responsio afirmativa por parte exactamente. Por eso, de la stipulatio nacía una obligación stricti iuris y abstracta, es decir, con validez independientemente de problemas causales. Lo cierto es que el Derecho Romano aún es la base de los sistemas jurídicos occidentales en la legislación contemporánea. A pesar de sus orígenes antiguos, sigue influyendo en la interpretación y aplicación de leyes actuales
El Tribunal Superior de Justicia de Andorra ha condenado a la sociedad Grefito, argumentando que la demanda de desahucio carecía de una base legal clara y no especificaba la causa por la que se solicitaba la resolución del contrato de arrendamiento. Destacando además la situación de indefensión en la que se encontraba la mujer, incapaz de presentar pruebas para contrarrestar los argumentos sobre la duración y particularidades del contrato verbal establecido por su esposo, ya fallecido.
La contestación de TheGrefg
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La polémica ha alcanzado un nuevo nivel tras la reacción de TheGrefg, quien en un directo ha señalado que la sentencia "se la suda" y que lo que no va a consentir es que "la gente se crea cosas que no ha hecho", que va a vender el edificio. "No sé si soy gilipollas, después de todo lo que he tragado y de todo lo que he pasado, de vender el edificio. Lo último que quiero son problemas. Yo soy feliz", ha destacado. Añadiendo que el asunto le afecta con las marcas y su imagen pública. "Al final ella es la pobre abuelita y yo el chaval joven y millonario", ha sentenciado.
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