Cambiar las sábanas es una regla de higiene básica para que nuestra cama mantenga su frescura. Sin embargo, es normal preguntarse cada cuánto hay que hacerlo, puesto que a fin de cuentas no hay una regla que marque límite de tiempo para renovar lo que recubren nuestro equipo de descanso. Pero la ciencia ha respondido a esa llamada y ha ofrecido una respuesta que acabará con todas las discusiones. Lindsay Browning, psicóloga, neurocientífica y experta en sueño ha desvelado que la sábanas tienen que cambiarse como máximo cada dos semanas. Es decir, que lo ideal sería una vez a la semana para mantener una higiene correcta. La experta habla además de cómo la mala higiene de las sábanas puede ser perjudicial para nuestra salud. Puede que en invierno se puedan estirar hasta esas dos semanas las sábanas, pero es recomendable hacerlo de forma semanal en verano debido a que todos, en general, sudamos más.
Las sábanas pueden cambiarse cada dos semanas, pero lo mejor es hacerlo de forma semanal por higiene
"Las células muertas de la piel pueden acumularse en estas sábanas. Si acumulamos muchas células muertas, los ácaros pueden alimentarse de ellas y provocarnos erupciones en la piel y otras molestias", recogen desde AS. "No solo dormirás con la asquerosidad del sudor y las células muertas de la piel, sino también con los ácaros". Browning detalla que no mantener una higiene en la cama puede acarrear problemas de salud.
Dejando a un lado los olores, esos ácaros o células muertas pueden causar lesiones cutáneas que pueden evitarse muy fácilmente si, simplemente, se cambian las sábanas de forma semanal. Desde la American Cleaning Institute también se ha detallado, por ejemplo, cada cuánto habría que lavar los pijamas, porque al final todo suma.
Si las sábanas deben limpiarse cada semana, los pijamas deben ir directos a la lavadora después de tres o cuatro usos como máximo. La ropa que nos ponemos para dormir acaba siendo también un foco de mala higiene, porque en fechas como verano sudamos más y estas tienden a quedarse impregnadas por el mal olor o por esas mismas células muertas. Si vamos sumando, entre sábanas y pijamas sucios, terminamos descansando en un ambiente un tanto preocupante.