Netflix emprendió una política muy clara con sus películas: grandes blockbusters y películas diseñadas para ganar premios con los mejores directores imaginables. La plataforma de streaming, que buscaba alcanzar el karma con esta mezcla, no ha tenido el éxito que esperaba. Ahora, tras el varapalo de los suscriptores, el fracaso de sus planes y la reestructuración de empleados y plataformas dedicadas a la diversidad y la inclusión, anuncia una nueva dirección. Se acabaron las películas como El poder del perro, El irlandés, Roma o Historias de un matrimonio. Según explican en The Hollywood Reporter, el portal cambia su forma de producir cintas y ofrecer contenidos.
Menos películas, más blockbusters y el adiós a los directores de autor
Netflix, hace unos años, decidió contar con directores como Noah Baumbach, Jane Campion, David Fincher, Martin Scorsese o Alfonso Cuaron para construir un catálogo fuerte de películas en base a los cineastas más prestigiosos.
Ahora sabemos que se busca reorientar su producción, diseñando un catálogo con menos películas de autor, pero que ahora serán más grandes y que buscarán un público más global. "Más grandes, mejores y menos numerosas", han remarcado en la empresa que conducen Reed Hastings y Ted Sarandos. ¿El motivo? No se puede despilfarrar el dinero.
La compañía ha perdido el 40% de su valor en bolsa desde el pasado 19 de abril, y las cosas no pintan bien: tras perder 200.000 suscriptores en los últimos meses se esperan caídas de millones de abonados. Por eso, Sarandos, en una reunión de accionistas, ha confirmado que Netflix ha cambiado su forma de producir películas. Entre las obras que destacan como el nuevo ejemplo de lo que quieren hacer, tenemos la secuela Puñales por la espalda y la esperada El agente invisible, un blockbuster con Chris Evans, Ryan Gosling y Ana de Armas, que es la película más cara jamás producida por Netflix.
El malestar financiero del ente es lógico, y además de plantear despidos, son conscientes de que han estado despilfarrando dinero. En dicha reunión se puso el ejemplo de El irlandés, que costó 175 millones de dólares y no llegó a triunfar dentro de Netflix ni en la temporada de premios como sí se esperaba que lo hiciera. "La tendencia a hacer cualquier cosa para atraer talentos y darles carta blanca está desapareciendo", han comentado una de las fuentes consultadas. Netflix, de una forma u otra, adoptará el estilo de las majors: grandes películas destinadas al público más general con presupuestos grandes y un puñado de cintas independientes de coste medio al año. ¿Funcionará?