Hemos tenido que esperar más de una década para poder volver a disfrutar de un nuevo Super Mario Bros. 2D completamente nuevo, pero tal y como se suele decir, la espera ha merecido muchísimo la pena. No en vano, Super Mario Bros. Wonder ha acabado por convertirse en una de las entregas de la saga más divertidas, transgresoras y sorprendentes desde Super Mario World. Y de paso, en uno de los grandes imprescindibles de un 2023 histórico.
Esperando lo inesperado
A grandes rasgos, esta nueva aventura del icónico fontanero de Nintendo sigue muy de cerca la fórmula de la serie para llevarnos a superar una gran cantidad de niveles repletos de plataformas, enemigos y trampas en los que debemos llegar al banderín de meta. Tenemos un mapamundi que conecta sus fases, hay ítems potenciadores que nos otorgan transformaciones y nuevos poderes, la mayoría de rivales pueden ser derrotados saltando sobre sus cabezas o lanzándoles algún objeto, hay monedas que recoger, un sistema de vidas tradicional… Todo lo que hace que un juego de Mario 2D sea un juego de Mario está aquí.
Sin embargo, es en su diseño de niveles donde encontramos su punto diferenciador, ya que Nintendo no se ha conformado con hacer lo mismo de siempre y ha sacudido sus convenciones habituales para sorprendernos con un derroche de ideas como pocas veces hemos visto antes en el género. Cada fase es completamente única y hace gala de sus propias mecánicas exclusivas, muchas de las cuales son totalmente inéditos dentro de la saga, algo a lo que hay que sumarle un diseño exquisito que consigue hacer que sean tremendamente divertidas de jugar una y otra vez.
Solo con esto ya tendríamos un juego de plataformas excelente, especialmente si tenemos en cuenta que los controles y las físicas de los personajes son una delicia y presumen de una precisión inaudita, pero cuando Super Mario Bros. Wonder se desata es cuando encontramos la Flor Maravilla de cada nivel, momento en el que puede ocurrir, literalmente, cualquier cosa: que la perspectiva cambie, que nos transformemos en un goomba y tengamos que superar una sección de sigilo, que aparezca una estampida de la que tenemos que huir, que la fase se convierta en un número musical… Las pantallas se transforman y siempre nos regalan alguna locura nueva, haciendo de nuestro avance una sorpresa constante capaz de tenernos con una sonrisa en la cara de principio a fin.
Es un juego que no teme romper con todo lo establecido en el pasado por la serie y que siempre busca experimentar con nuevas ideas y sorprender al jugador, algo que siempre le sale bien y nos deja para el recuerdo unos niveles increíblemente divertidos y con una personalidad arrolladora, algo que también queda muy patente en su maravillosa dirección de arte y en las animaciones de los personajes, probablemente las mejores que hemos visto hasta la fecha en un plataformas 2D.
Sumadle a todo esto una buena cantidad de contenidos, la inclusión de unas insignias que podemos equiparnos y que nos otorgan nuevos movimientos, un mapamundi mucho más abierto de lo habitual que nos permite escoger cómo queremos avanzar, una dificultad muy bien medida que hace que la historia principal sea muy asequible pero que los niveles secretos y opcionales supongan un desafío realmente estimulante, y un multijugador local para hasta cuatro jugadores que hace que todo sea incluso más divertido (una pena que no haya un cooperativo a través de internet real y que las funciones online sean tan limitadas), y tendréis una aventura de plataformas imprescindible para cualquier poseedor de una Nintendo Switch. Y, por supuesto, una de las mayores joyas que nos ha dejado este año repleto de juegazos.