Pocos títulos más divisivos hemos tenido este año que Final Fantasy XVI, la nueva entrega de una de las sagas más míticas, longevas y exitosas de la industria de los videojuegos. Eran muchas las esperanzas depositadas en él: un equipo de desarrolladores estelar, una dirección muy clara en lo que querían conseguir, un apartado audiovisual de infarto que busca sacar el máximo partido posible de las posibilidades de PS5 y la promesa de recuperar la grandeza que la serie había ido perdiendo en los últimos años.
Sin embargo, el resultado final no terminó de gustar a todos por igual, algo normal si consideramos que la propuesta de Square Enix es una aventura muy extraña e irregular capaz de lo mejor y de lo peor, y que su forma de romper con su propio legado fue especialmente atrevida, dejando en un segundísimo plano (e incluso terciario) los elementos roleros que nos conquistaron en el pasado.
E incluso a pesar de ello, cuando brilla lo hace tantísimo que ha acabado por convertirse en uno de los juegos más destacados de 2023.
Rompiendo el legado de los cristales
A diferencia de sus predecesores, Final Fantasy XVI es, en esencia, un juego de acción, género que abraza por completo para ofrecernos una experiencia muy lineal y centrada en vertiginosos y espectaculares combates. No hay gestión de grupo, las pocas estadísticas que hay son completamente anecdóticas y el sistema de equipo y personalización no podría ser más simple, por lo que todo pasa por disfrutar de su historia mientras repartimos espadazos a diestro y siniestro.
Si bien esto puede echar para atrás a muchos, si aceptamos el cambio lo que nos encontramos son unas batallas muy divertidas, ágiles y vistosas que resultan bastante satisfactorias a los mandos. No llegan, ni de lejos, a la complejidad y profundidad que cabría esperar de un hack and slash y la dificultad brilla por su ausencia, pero las peleas y, sobre todo, sus fantásticos jefes, consiguen mantener a raya al aburrimiento mientras ponemos en práctica todo tipo de combos y arrasamos con nuestros enemigos al desatar las habilidades que poco a poco iremos aprendiendo.
Y hablando de jefes, no podemos olvidarnos de destacar los duelos entre eikon, probablemente las batallas más épicas, espectaculares y exageradas que se han hecho nunca para un videojuego. No hay muchas, pero son momentos tan increíbles y abrumadores que se quedan grabados a fuego en la retina, compensándonos en gran medida las muchas irregularidades de las que adolece la aventura hasta llegar a ellas, como unas misiones secundarias que salvo la última tanda de ellas, son para olvidar.
De igual modo, queremos destacar lo interesante que resulta el mundo de Valisthea y sus intrincados y complejos conflictos políticos, con reinos y culturas muy diferentes que aportan mucha riqueza a un trasfondo que se presenta como un escenario perfecto para narrar una gran historia de fantasía oscura con un tono adulto atípico en la serie. Si bien las primeras horas vaticinan precisamente esto, incluyendo cierto regusto a Juego de Tronos que le sienta muy bien, a medida que el guion se desarrolla va perdiendo fuelle hasta llegar a una segunda mitad donde baja muchísimo el listón y el temido "relleno" empieza a cobrar protagonismo, obligándonos a realizar tareas un tanto anodinas y aburridas para poder progresar y llegar a los momentos en los que la narración gana fuerza.
Al menos, Clive, el protagonista, es un héroe que nos ha gustado mucho y que tiene el suficiente carisma y desarrollo como para mantener nuestro interés vivo, aunque es una pena que la mayoría de secundarios y villanos, salvo excepciones como Cid, no acompañen, algo que resulta especialmente doloroso en el caso de Jill, uno de los personajes principales femeninos más desaprovechados y poco interesantes de toda la serie.
Donde sí que da el do pecho es en su apartado audiovisual, simple y llanamente apabullante. La dirección de arte es una maravilla, los escenarios dejan boquiabiertos, la puesta en escena de las secuencias de acción es de 10, la factura de los vídeos es excepcional, los modelados son impecables y los efectos convierten todo lo que vemos en pantalla en un espectáculo. Además, la banda sonora es una delicia que sabe cómo ponernos los pelos de punta en los momentos más épicos e importantes y el doblaje inglés es prácticamente perfecto.
Como veis, Final Fantasy XVI no es un juego perfecto y se encuentra en una lucha constante entre sus propias luces y sombras, creando unos contrastes que le impiden brillar todo lo que habría sido deseable. Sería fácil quedarse solo con lo negativo, pero lo cierto es que la aventura está plagada de momentazos, Clive es un gran protagonista, Valisthea es un mundo interesantísimo, la primera mitad de la trama atrapa de verdad, a nivel gráfico y sonoro es un auténtico espectáculo, las batallas entre eikon son impagables y los combates, aunque simples, son muy divertidos. Quizá no sea "ese" Final Fantasy que muchos llevamos tantos años esperando, pero no hay duda de que es uno de los títulos más épicos de este 2023.