Hoy se cumplen 40 años desde que se produjera uno de los mayores y más importantes hitos de la historia de los videojuegos: el lanzamiento original de Famicom (Family Computer) en Japón, consola que en Occidente acabaríamos conociendo con un diseño distinto y con el nombre de NES (Nintendo Entertainment System) unos años después. Cuatro décadas de una de las plataformas más influyentes, exitosas y que más huella han dejado, instaurando muchos de los pilares sobre los que hoy se sustenta la industria y popularizando hasta niveles insospechados los sistemas de juego domésticos.
A estas alturas no hay nada nuevo que os podamos contar sobre ella, su historia y su excelente catálogo, ya que estamos hablando de una consola sobre la que se han escrito toneladas de tinta y que ha protagonizado infinidad de contenidos en todo tipo de formatos, así que en Vandal hemos decidido hoy rendirle nuestro particular homenaje recordando nueve grandes sagas que nacieron en NES y Famicom, una forma rápida y sencilla de comprobar el inigualable legado que nos dejaron los 8 bits de sobremesa de Nintendo.
The Legend of Zelda
No podíamos empezar este reportaje sin hablar de una de las mayores leyendas de los videojuegos. The Legend of Zelda es una saga que ha revolucionado la industria no pocas veces, deleitándonos entrega tras entrega con numerosas obras maestras que nos han hecho vivir todo tipo de inolvidables aventuras en Hyrule y otros mundos mágicos. Una serie que, 37 años después, sigue capturando la imaginación de millones de jugadores. No en vano, actualmente se encuentra en uno de sus momentos más dulces y de mayor popularidad gracias a The Legend of Zelda: Breath of the Wild y su secuela, Tears of the Kingdom.
Pero toda leyenda tiene un comienzo y su origen lo encontramos precisamente en NES, o siendo más concretos en Famicom Disk System, un accesorio para Famicom que usaba disquetes y que solo se comercializó en Japón. Así pues, la primera entrega de la saga vio la luz en 1986 en este formato, deleitando al público nipón con un juegazo único en su especie que nos llevaba a explorar con total libertad un peligroso reino de fantasía en el que nos aguardaban desafiantes mazmorras e innumerables secretos.
Un año más tarde, el título llegó finalmente a Occidente en forma de cartucho para NES (siendo además el primero de la historia en incluir una batería interna para poder guardar la partida), eliminando así la necesidad de tener que usar ningún tipo de periférico para poderlo jugar. Sin duda, una maravilla cuya influencia sigue resonando a día de hoy, tal y como bien demuestran las dos últimas entregas de la saga.
Super Mario
No se puede escribir un reportaje sobre grandes sagas de videojuegos que empezaron en NES sin dedicarle su correspondiente hueco a la que es, probablemente, la más grande, popular y conocida de todos los tiempos. Sí, hablamos de Super Mario, la serie de plataformas por excelencia que puso la industria patas arriba, cambiándola para siempre. Si bien ya conocíamos a Mario de otros juegos como Donkey Kong (donde todavía no se llamaba ni Mario) o Mario Bros., no fue hasta la llegada de Super Mario Bros. que el fontanero más famoso del mundo terminó de asentar las bases de una nueva forma de entender el ocio electrónico que se ha mantenido hasta nuestros días, una hazaña que repetiría en el futuro con muchas de sus siguientes entregas.
Un juego que cualquiera amante de este hobby debería probar una vez en su vida y que 38 años después sigue siendo tan divertido como el primer día gracias a una jugabilidad impecable, un diseño de niveles sobresaliente y un apartado audiovisual que desprende encanto y personalidad. Esta no sería la última incursión de la saga en la consola de 8 bits, ya que poco después llegaron Super Mario Bros. 2 (en Occidente fue una versión con diferentes sprites de Yume Kōjō: Doki Doki Panic, un juego completamente distinto, mientras que en Japón fue una secuela muy continuista de la primera entrega, pero con una dificultad infernal) y la gran joya de la corona: Super Mario Bros. 3, toda una obra maestra que acabó por convertirse en el mejor título del catálogo de NES y en la que sigue siendo para muchísimos jugadores su aventura favorita del fontanero.
Metroid
Metroid es otro de los pesos pesados de Nintendo. Sí, dista mucho de vender lo que venden sus sagas más exitosas, pero pocas licencias de la compañía japonesa pueden competir en calidad y prestigio con las aventuras de la cazarrecompensas Samus Aran. Su primera entrega, al igual que ocurrió con The Legend of Zelda, se estrenó primero en Japón para Famicom Disk System, mientras que en Occidente recibimos directamente su versión en cartucho para NES. Un título brutalmente influyente que muchísimos desarrolladores posteriores tomarían como referencia y que inspiraría a todo un subgénero de los juegos de plataformas y acción. Al igual que en sus entregas posteriores, en él debíamos explorar un mapa con diferentes zonas interconectadas para conseguir poderes y mejoras que nos permitiesen acceder a nuevos lugares previamente inaccesibles, así como sobrevivir a los enfrentamientos más duros. Su desoladora ambientación, su diseño de niveles, su inolvidable banda sonora y su original propuesta para la época se encargaron de terminar de convertir esta odisea en todo un clásico y en el principio de una de las sagas más laureadas de la industria.
Fire Emblem
Fire Emblem, una de las sagas de rol y estrategia por turnos más veteranas y aclamadas de todos los tiempos, también tuvo su origen en NES, o más bien en Famicom, ya que su primer título nunca llegó a salir de Japón hasta hace tan solo unos pocos años, cuando Nintendo nos dio la oportunidad de hacernos con una versión traducida para Switch. A pesar de no ser el primero del género, sí que fue la obra que ayudó a popularizar este tipo de propuestas, ofreciéndonos una aventura más que decente en la que la muerte de una de nuestras unidades significaba perderla para siempre. A diferencia de otros juegos de esta lista, el paso de los años le ha hecho mucha mella y ya en su lanzamiento original adolecía de algunos problemas que podían ser motivo de ciertas frustraciones, pero se trata de una obra repleta de aciertos, con muchísima personalidad y de una importancia capital y fundamental en la historia del medio que merece el mayor de los respetos. Y más todavía cuando se trata del origen de una serie que 33 años después sigue deleitándonos con un juegazo tras otro y que actualmente se encuentra en uno de sus momentos de más popularidad no solo en su país natal, sino en todo el mundo.
Dragon Quest
Todos los amantes de los juegos de rol japoneses tenemos una deuda eterna con Dragon Quest, la serie que lo empezó todo y cuyo éxito propició que infinidad de estudios y desarrolladores nipones siguieran sus pasos. La saga sigue siendo todo un símbolo y un icono de la industria, y en el País del Sol Naciente es directamente un fenómeno de masas. Un RPG en su esencia más pura y clásica que se ha resistido durante sus once entregas numeradas a cambiar su esencia lo más mínimo, manteniéndose siempre fiel a sus raíces.
Este origen lo encontramos nuevamente en Famicom con una primera entrega (conocida como Dragon Warrior en Occidente) lanzada en Japón en 1986 que a día de hoy podría parecernos extremadamente simple y corta, pero que asentó todas las bases sobre las que el género se sustentaría durante más de dos décadas. Teníamos un mapamundi que conectaba sus diferentes pueblos y mazmorras, mucha libertad para explorar, un sistema de puntos de experiencia y niveles que nos permitía fortalecernos al eliminar suficientes enemigos, combates aleatorios que se desarrollaban por turnos, comandos con los que seleccionar nuestras acciones, tiendas donde comprar equipo, etcétera. Con sus secuelas (las primeras cuatro entregas se estrenaron en NES) llegarían cosas como los estados alterados, los sistemas de clases, la gestión de grupos (en esta primera aventura solo controlábamos a un único personaje) y otras características sin las que hoy sería difícil entender el género, pero el esqueleto y los pilares sobre los que se sustentaría todo ya estaban aquí. Sumadle el encanto de los diseños de Akira Toriyama y una banda sonora icónica, y tendréis un título de una importancia histórica descomunal.
Final Fantasy
Si Dragon Quest puso las bases de los juegos de rol japoneses, Final Fantasy se encargó de popularizar el género en todo el mundo y convertirlo en un fenómeno internacional con su séptima entrega, pero como su propio número indica, antes de Final Fantasy VII hubo otros seis juegos numerados y el primero de todos debutó en Famicom y NES. En líneas generales se trata de un juego que nació a rebufo del éxito de Dragon Quest, pero que supo destacar y diferenciarse ofreciéndonos una historia mucho más elaborada.
Además, el universo de fantasía que nos presentaba tenía una personalidad muy marcada y elementos como los cristales elementales y las clases de personajes acabarían por convertirse en elementos recurrentes de la serie. Todo esto sumado a un buen apartado gráfico y a una banda sonora fantástica terminó de dar forma al origen de toda una leyenda de los videojuegos que sigue deleitándonos con grandes y épicas aventuras en pleno 2023. A diferencia de Dragon Quest, Final Fantasy nunca ha temido experimentar con sus secuelas, algo que ya pudimos comprobar en la consola de 8 bits, donde títulos como Final Fantasy II y Final Fantasy III dejaron claro que la recién nacida serie había llegado para innovar y probar nuevos conceptos e ideas con cada uno de sus juegos.
Castlevania
Konami es una de las compañías de videojuegos más veteranas del sector y aunque hubo una época en la que no dejaron de sorprendernos con un juegazo tras otro, ya hace demasiados años que no es ni la sombra de lo que fue. A fin de cuentas, estamos hablando de una empresa que tiene en su haber algunas de las sagas más queridas de toda la industria, pero que parece resistirse a hacer nada decente con ellas y a la altura de su legado. Un claro ejemplo de esto lo tenemos en Castlevania, una de las licencias más veteranas y queridas del sector, la cual lleva casi 10 años sin dar señales de vida más allá de series de animación para Netflix, un spin-off para móviles incapaz de convencer a nadie y varios recopilatorios de las entregas clásicas.
Su primer juego tuvo su debut en Japón para Famicom Disk System y al igual que otras sagas de este reportaje, su estreno occidental se produjo en forma de cartucho tradicional para NES, ofreciéndonos una aventura arcade de plataformas y acción 2D de desarrollo lineal en la que debíamos avanzar por una serie de niveles enfrentándonos a latigazos con todo tipo de criaturas y monstruos hasta llegar a Drácula y devolverlo a su tumba. Todo un clásico de los videojuegos que resultó ser un título divertidísimo, muy desafiante y con mucha solera en la que todos sus elementos funcionaban de maravilla, desde su jugabilidad hasta su particular ambientación y su icónica banda sonora, repleta de temazos inolvidables. La consola también recibió su segunda y tercera entrega, teniendo en el primer caso un intento de llevar la serie en una dirección distinta y más aventurera, mientras que Castlevania III regresó a la fórmula del original para ampliarla, mejorarla y pulirla en todos los sentidos imaginables.
Mega Man
Mega Man es otro de los grandes iconos de la industria del videojuego y aunque ya han pasado casi 5 años desde su última aventura completamente nueva, la historia del ocio electrónico siempre tendrá un lugar muy especial reservado para nuestro carismático robot azul. La saga también nació en NES y, de hecho, la consola llegó a recibir hasta seis entregas numeradas. Como suele ocurrir en estos casos, el primer título se encargó de instaurar las bases sobre las que se sustentarían sus secuelas, ofreciéndonos una aventura de acción y plataformas en la que podíamos seleccionar el orden en el que queríamos intentar cada uno de sus niveles. Si conseguíamos derrotar al jefe de la pantalla que hubiésemos escogido, recibiríamos una nueva arma que, además, sería especialmente efectiva contra el enemigo final de otra fase. Para ser el primero, el título supo entretener, divertir y ponernos a prueba, pero no sería hasta la llegada de Mega Man 2 cuando la saga terminaría de explotar y alcanzar la fama mundial, deleitándonos con una obra imprescindible que mejoró, amplió y pulió en todo a su predecesor.
Mother
Mother es una de las sagas de juegos de rol más extrañas, atípicas y adelantadas a su tiempo que existen. Actualmente solo cuenta con tres entregas y la última de ellas, aparecida en GBA, ni siquiera ha conseguido salir de Japón, pero desprende tanto encanto y tanta calidad que no hemos podido evitar hacerle una mención en este reportaje aprovechando que su primer título, Mother, debutó en Famicom. En Occidente lo conocimos como Earthbound Beginnings, pero no pudimos disfrutarlo hasta su relanzamiento digital para Wii U en 2015.
Aunque a nivel jugable seguía de cerca la fórmula establecida por Dragon Quest, supo desmarcarse de sus rivales contemporáneos al ofrecernos una aventura ambientada en el presente en vez de en un mundo de fantasía medieval, algo que se aprovechó para parodiar todos los tópicos del género y crear toda clase de alocadas y extrañas situaciones, donde tan pronto teníamos que hacer frente a un fantasma que a un coche, a un zombi, a un alienígena o a un hippie en divertidos combates por turnos. No se libraba de algunos problemas, como unos picos de dificultad un tanto frustrantes y mal medidos, y su secuela para SNES llevó su fórmula y sus ideas a niveles insospechados, pero sigue siendo una aventura digna de ser jugada, enormemente disfrutable y muy original para su época que escondía una sensibilidad mucho mayor de lo que su peculiar sentido del humor podría dar a entender en un primer vistazo.