Desde el anuncio de PlayStation 5, un juego se ha ganado un extraño interés: Bugsnax. En cierto modo, es de esperar; entre tanto juego predecible, algo que rompe las expectativas por completo está destinado a llamar la atención. Y si encima consigue colarse en la presentación de una consola de nueva generación, pues más todavía. Aprovechando que ya está oficialmente terminado, hemos decidido recuperar una idea de Young Horses, los creadores de esta particular aventura, que ya saben lo que es ser el centro de atención; al fin y al cabo, son los creadores de Octodad, una propuesta tan llamativa como la de su nuevo proyecto.
Un proyecto de estudiantes
Antes de Octodad: Dadliest Catch, juego lanzado en PlayStation 4 y en PC en 2014, y después en otras plataformas, un grupo de 18 estudiantes de la Universidad de DePaul crearon el Octodad original, una especie de versión temprana del título que todos conocemos. Eso sí, no era un prototipo, sino un juego corto pero completo, que serviría de base a la popular secuela.
Octodad se lanzó en 2010 como juego gratuito independiente para Windows y OSX, y ganó varios premios en festivales independientes. La premisa siempre fue ofrecer una idea tan absurda sobre el papel como a los mandos, y creemos que todos estamos de acuerdo con que lo consiguieron. Tras el moderado éxito de este proyecto, tenía sentido convertirlo en algo comercial, y el equipo decidió rizar el rizo y crear algo todavía más absurdo: controlar a Octodad con nuestro cuerpo.
Si había algo que daba más juego que el teclado y el ratón o los mandos a la hora de controlar a este pulpo infiltrado, era Kinect. La cámara de Microsoft había demostrado tener una buena acogida en Xbox 360 para este tipo de juegos y, precisamente, en una propuesta donde se jugaba con la imprecisión en los controles, Kinect iba a añadir una capa adicional de caos a la aventura.
Tú eres el pulpo
El equipo desarrolló una versión completamente jugable con Kinect del Octodad original, que incluso llevaron a diferentes ferias y eventos para mostrarlo a la prensa y al público. La primera entrega de la saga tenía un sistema de control diferente, que alternaba entre modo de movimiento y modo de interacción. Con Kinect, en el modo de movimiento nuestros brazos se correspondían con las «piernas» del pulpo, mientras que si levantábamos una pierna pasaríamos al modo interacción, el brazo derecho serviría para mover los brazos de Octodad, y el izquierdo para coger y soltar objetos. Recordad que esto es el Kinect original de Xbox 360, y la detección de movimientos no estaba tan pulida como la de su sucesor.
La idea, según reveló uno de los desarrolladores a posteriori, era hacer que Microsoft se interesase en el juego, ya que querían llevarlo a Xbox 360, y pensaron que la integración con Kinect lo haría más atractivo para la compañía americana. Era simplemente una habitación que servía de sala de experimentación; de ejemplo de lo divertido que algo tan frustrante puede llegar a ser.
Como os podéis imaginar, la versión de Kinect no llegó a desarrollarse. Microsoft no les permitió desarrollar en Xbox 360, y la base de usuarios del periférico en PC no era lo suficientemente grande como para justificar el desarrollo. El equipo que acabaría fundando Young Horses aseguró estar interesando en una posible versión de Xbox One con el nuevo Kinect si fuese posible, pero para cuando el juego acabó llegando a la entonces nueva consola, estaba claro que el sensor de movimiento no iba a tener la misma acogida que tuvo en la pasada generación, y la idea acabó desvaneciéndose.
Es una pena que no pudiésemos disfrutar de un juego tan curioso como este de una manera aún más curiosa, pero al final hay que tener en cuenta la viabilidad de un producto. No parece que Kinect vaya a volver pronto, pero quizás se abren nuevas puertas para que Octodad pueda llegar a la realidad virtual. ¿A lo mejor después de Bugsnax?
