Siempre que oímos hablar de Japón lo asemejamos a tecnología, manga, robótica, videojuegos o este tipo de referencias, sin embargo algo que de verdad hace grande al país nipón es la honradez de las personas y sus escasos delitos (especialmente, delitos graves). La tasa de criminalidad, según he podido leer, se establece en 0,44 homicidios por cada 100.000 habitantes al año. Haciendo cuentas me salen alrededor de 500 homicidios al año. Teniendo en cuenta que Japón tiene casi tres veces más población que España, y que nosotros tenemos alrededor de los 1000 homicidios al año sin ser un país especialmente inseguro… pues creo que queda clara la baja tasa de delincuencia.
Sin embargo, ya no es sólo en el tema de los homicidios, la educación japonesa establece una serie de valores en cuanto a la propiedad bastante claros. Con ejemplos lo veremos mejor. Un día me dirijo a una cafetería a gastarme tres euros en un café malísimo (es lo que hay en Japón). Esta cafetería tenía dos pisos, pedías tu bebida abajo y te podías sentar arriba si lo deseabas. Yo estaba jugando con mi móvil mientras me bebía el café y hacía algo de tiempo. En ese momento llegó un señor, dejó su portátil en una mesa para guardarse el sitio y bajo a pedirse el café. No tardó dos minutos, sino que llegue a contar más de diez y su portátil seguía en la mesa. Yo no vengo de un barrio excesivamente problemático, pero si haces esto allí, seguramente cuando vuelvas no sólo no esté tu portátil, sino que puede que te lo hayan desmontado, cogido las piezas que querían incluso dejarte una nota diciendo: "gracias por todo, pero la gráfica te la dejo, que es una patata".
Y ya no sólo en este aspecto puedes comprobar la seguridad del país nipón. En Tokio, la ciudad más poblada del mundo, puedes ver cómo niños de no más de seis años van solos en el metro. Con su mochilita y su uniforme viajan sin ningún tipo de problema, y no son casos esporádicos, podrás verlos a diario. En España es prácticamente imposible ver a un chico de esta edad cogiendo el metro sin compañía.
Por otra parte, los robos han de ser casi inexistentes. Grandes tiendas como por ejemplo Don Quijote (una cadena de tiendas muy famosa que tiene prácticamente todo lo que necesites dividido en diferentes plantas) no tienen el típico sistema de seguridad en las puertas para que pite el artículo que has robado. Es tan fácil como entrar, coger algo, meterlo en el bolsillo y salir. Estas tiendas están siempre a rebosar de gente, así que incluso con cámaras de seguridad es muy complicado coger a los supuestos ladrones. Sin embargo, no hay una preocupación mayor en este aspecto, la gente no suele delinquir.
Otro ejemplo claro se percibe en los jóvenes japoneses. Éstos suelen llevar una cartera, más parecida a un monedero de mujer donde llevan su dinero, tarjetas, etc. En muchas ocasiones suelen llevarlo en el bolsillo de atrás del pantalón con más de la mitad del mismo completamente al aire. Si uno de los muchos carteristas de Madrid llega a ver esto, se le caería la lagrimilla al mismo tiempo que exclamaría: "estoy en el paraíso".
Se me podrían ocurrir miles de ejemplos sobre la educación japonesa y su escasa delincuencia, y la verdad que este es uno de los mejores apartados de la vida en Japón, sentirte seguro prácticamente en cualquier sitio, saber que nadie intentará engañarte, timarte, robarte o estafarte.
En una de mis visitas previas, y cuando no conocía mucho la ciudad, pregunté a un amigo: "¿Existe algún barrio al que no deba ir?, es decir que sea especialmente peligroso…" a lo que él me respondió: "¿A qué te refieres?". No sabía de qué estaba hablando. A pesar de ello, los japoneses tienen especial aversión al barrio de Roppongi por la noche, casualidad o no, es el barrio donde se concentra la inmigración.
Y es que el sistema de valores de Japón funciona muy bien, y al mismo tiempo es un país excesivamente cerrado en cuanto a nuevos "inquilinos". Su tasa de inmigración es de tan solo 1,5% de inmigrantes con respecto a la población japonesa. Ni mucho menos quiero decir que los inmigrantes son la causa de la delincuencia -yo mismo soy un inmigrante-, y los homicidios más sonados casi siempre son llevados a cabo por japoneses extremadamente dementes, pero encajar en este sistema de valores no puede hacerlo cualquiera y el país nipón no quiere corromperse. Aun así, su baja natalidad, y el consecuente problema del envejecimiento de la población, pueden hacer peligrar su sistema de pensiones si no deciden abrir sus fronteras, como comentaba el usuario Diamat en un artículo anterior.
En resumen, Japón supone uno de los mejores lugares del mundo para tener una familia y estar tranquilo en cuanto a la seguridad de tus hijos. Yo mismo viví durante meses en una casa cuya puerta nunca estuvo cerrada, y jamás pasó nada.
