Durante los últimos años, la tasa de natalidad en Japón ha ido en un continuo descenso a causa de varios factores como la jornada laboral, la situación económica, la inflación, etc... Hablando con algunos conocidos, la mayoría coincide en que están tan sumamente ocupados que les resultaría imposible cuidar de un hijo. Si a esto le añadimos que en muchos casos deberías cambiar de casa para tener otra habitación, mayor desembolso de dinero y la delicada situación económica actual… pues al final cambias de parecer y te compras un perro.
El perro es el mejor amigo del hombre según se dice, pero lo que yo no sabía es que el japonés es el mejor amigo del perro. En muchos hogares, especialmente en el área de Tokio o las grandes ciudades, el perro se ha convertido en el pequeño de la casa, el niño de los ojos de mamá, el pequeño travieso, y no hay que pagarle un colegio, ni pañales, ni ropa. Bueno con respecto a esto último… quizás andemos equivocados.
El 75% de los perros que verás en el área de Tokio llevarán algún modelito. Es cierto que en otros lugares podemos ver algún amo o ama llevando a su mascota con algún complemento, pero aquí es algo natural. Y junto a esta "moda" empezaron a surgir multitud de tiendas de ropa de perro, peluquerías caninas, spas para mascotas, hoteles, etc... Viendo algunos de los precios de la ropita, empiezas a pensar: "¿cómo es posible que el precio de cinco camisetitas sea exactamente igual a mi alquiler?". No todas las tiendas ofrecen esos precios, aunque suele ser bastante cara en líneas generales, y ya os digo que es casi obligatorio por ley ponerle ropita a tu mascota. Y por supuesto, variedad, no querrás llevar a tu hij… digo perro "hecho unos zorros". Así pues veremos sombreritos, patuquitos, camisetas fashion con pedrería incluida o trajes con corbata (¿cómo narices se le pone una corbata a un perro?).
En fin, que en el área de Tokio y gracias a su relación con la moda y las compras, incluso los pequeños animales han sido tocados por el dios Dior. Sin embargo, esto no es lo que me escama, lo que realmente no entiendo es cómo el animal, en un arranque de instinto, no empieza a morder sus ropajes y hacerlos jirones al más puro estilo "Un Día de Furia" (Michael Douglas). Los animales, al igual que sus dueños, se comportan de una manera completamente educada y dócil. Recuerdo a mi difunto perro y cómo para hacer que se sentara teníamos que enseñarle un buen muslo de pollo, porque, si no, pasaba un poco de nosotros, los humanos.
A pesar de este descenso en la natalidad y las consecuentes dificultades para empresas dedicadas a los objetos de bebé, existen unas que han conseguido adaptarse perfectamente a esta nueva situación: las empresas dedicadas a los carritos de bebé. Y es que el animal no sólo llevará las mejores galas sino que usualmente se les lleva en estos carritos. Aún recuerdo cuando hace años vi el primero en este vehículo. Me acerqué un poco para ver al pequeño querubín que en teoría dormiría plácidamente en el carrito, y una pequeña exclamación se ahogó dentro de mí cuando vi un cocker en su lugar. Con su camisetita y su gorrito azul y tapado un poco con una mantita. Miré a los "padres" intentando buscar un cierto parecido a Chewbacca en alguno de ellos, pero la cosa estaba clara, un perro en un carrito de bebé.
A partir de ese momento he visto muchos, muchos perros en este vehículo, y de nuevo la pregunta: ¿cómo consiguen que se quede en el carrito? Incluso cuando el animal ve otro de su misma especie, no presta ninguna atención ni intenta saltar para olisquearle el trasero a su compañero o compañera. El animal se queda inmutable disfrutando de la brisa primaveral.
Asimismo, cuando el can anda sobre sus cuatro patitas y la naturaleza le indica que debe hacer sus necesidades, el dueño o dueña recogerá las mismas además de limpiarle el culito al animal con toallitas húmedas, y le dice unas palabritas como si fuese su hijo. Creedme, lo he visto.
Para acabar, si no tienes una casa o piso lo suficientemente grande como para meter un animal, existen negocios de alquiler de perros. En ellos podrás llevarte al mismo con el carrito o la correa, pasearlo durante unas horas y devolverlo al mismo lugar. Y es que en Japón existe un gran índice de soledad, lo que en muchos casos provoca la aparición de este tipo de fenómenos.