Ante todo, lo primero es pediros disculpas por el breve retraso de la columna de esta semana. Sé que siempre se publica el lunes, pero debido a un contratiempo personal no dispuse del tiempo físico para redactarla.
¿Y cuál es el contratiempo en el país de las personas tan ocupadas? Pues bien, hace como tres o cuatro días que estoy sintiendo un dolor bastante fuerte en el pecho, el brazo izquierdo se me duerme de vez en cuando y me dan palpitaciones un poco arrítmicas. Debido a esto y a mis investigaciones por internet, comprobé que podía tener desde un infarto o una flatulencia en los próximos 5 minutos, y yo que siempre tiro por el lado más paranoico me empecé a alertar. Decidí pues ir a una clínica/hospital que hay al lado de casa especializada en problemas cardíacos.
Las diferencias entre la sanidad española y la nipona son muchas pero la principal y más importante es que aquí en Japón la sanidad es privada (o medio si nos paramos a mirar detalladamente). A partir de aquí las diferencias se dan en el trato, las colas, la diversa oferta y por supuesto en las recepciones, donde no sólo se pregunta por la sala de tu médico sino también deberás abonar tu factura. La sanidad española podrá tener muchos defectos, especialmente en cuanto a periodos de espera, sin embargo estando en un país como Japón te das cuenta de lo poco que valoramos una sanidad tan púbica como la nuestra. "Me duele la garganta. Voy al médico" Esta simple frase en Japón sería: "Me duele la garganta", abrimos la cartera y comprobamos nuestro capital, "¿Voy al médico?
En fin, con dolores y paranoias me fui a ver al doctor, y en recepción firmé una serie papeles en los que se me preguntaba además cuál era mi problema, que síntomas tenía, cuánto tiempo llevaba con este problema etc. Por otro lado avise que mi seguro médico nacional (los extranjeros residentes podemos hacernos el seguro de sanidad público que nos rebaja hasta un 70% el precio de las facturas como a los propios nipones) está en trámite, así que cuando estuviese listo pagaría la cantidad reducida estipulada. Al oír hablar de extranjero y sin seguro creo que pude percibir un leve destello en los ojos de la recepcionista.
Me dirigieron a un pasillo donde estuve esperando a que me llamasen de la sala de un doctor. Junto a la puerta de éste encontré una de las más curiosas anécdotas de todo Japón, lástima que no tuviese batería en el móvil para poder enseñarnos una foto. Junto a la puerta del doctor se mostraban alrededor de 10 fotogramas de diferentes programas de televisión en los que había hecho acto de aparición dicho médico. Es decir que era como: "¡Eh! Mirar. Tenemos un doctor que sale en televisión", algo que no sé porque debe atraer a muchos clientes, digo pacientes.
Después de analizarme el doctor de forma rutinaria me dijo: "Creo que no tienes nada, pero con estas cosas es mejor asegurarse". Vamos hacerte un tal, otro tal y un tal y tal. La verdad no que no entendí exactamente el nombre de las pruebas, lo único que podía percibir es que sonaba caro, muy caro. En ese momento creo que ha sido la única vez en la que me he sentido timado o engañado vilmente en Japón. Por un lado mi lado paranoico me decía: "Será mejor que me inspeccionen bien, no vaya a ser que…" Por otro lado mi lado aún más paranoico decía: "Leo, ya puedes ir sacando la chequera" (Nunca he tenido una, pero siempre he querido tenerla).
Después de que me inspeccionasen con ultrasonidos, con radiografías, escáneres y hasta metiéndome una especie de extraño líquido intravenoso para realizarme otro chequeo. Me mandan esperar una hora en la sala de espera para darme los resultados. Nada de vuelva usted en dos semanas. Espero cuarenta minutos y vuelven a llamarme. "Todo está correcto, no tiene ningún problema en el corazón o la circulación de la sangre, es posible que sea un problema muscular". Gracias, pasa por recepción y llévate la sorpresa. Más de 400 euros para decirme que no tengo nada. Con la reducción de la seguridad pública nipona se me quedará en 140 euros aproximadamente, o lo que es lo mismo, Uncharted y Skyrim se quedan en la tienda, porque mi corazón está perfecto. Gozo y alegría o maldiciones al viento, aún no me decido.
Sin embargo aquí va lo más gracioso. Yo les proporcioné mis datos, dirección, nombre, edad etc. Sin embargo nadie me pidió ninguna documentación. Aun tengo que pagar la factura, puedo hacerlo hasta final de mes, pero… ¿y si hubiera dado mis datos de forma incorrecta? ¿Y si intencionadamente hubiera engañado a la clínica? Nadie me pidió mi documentación para comprobar la veracidad de los mismos y la factura está aún sin pagar. Quizás el líquido intravenoso que me introdujeron en el cuerpo es algún tipo de rastreador/amenaza biológica para mi cuerpo. Sólo el tiempo lo dirá.