Nunca dejará de resultarnos curioso lo bien que le sienta a Mario el rol. A fin de cuentas, hablamos de un personaje cuyos juegos principales jamás han dado ninguna importancia a la narrativa, algo que suele ser clave en el género, por lo que la idea de un RPG protagonizado por nuestro fontanero favorito podría sonar muy extraña. Sin embargo, en 1996 Nintendo y Squaresoft demostraron que no solo era posible hacer algo así, sino que el resultado final podía llegar a rivalizar con los mejores juegos del catálogo de una consola tan legendaria como Super Nintendo y crear escuela introduciendo una serie de mecánicas muy novedosas de las que siguen bebiendo un buen puñado de títulos en la actualidad.
Por supuesto, hablamos de Super Mario RPG, una aventura que derrocha carisma y encanto, pero que, por desgracia, no llegó a Europa hasta más de una década después a través de la consola virtual de Wii. Ahora, Nintendo ha decidido recuperar este clasicazo con un remake para Switch extremadamente fiel que ya hemos podido probar durante unas cuantas horas y que nos está sorprendiendo para bien.
Nuevos gráficos, alma de Super Nintendo
A estas alturas hemos visto tantísimos remakes de videojuegos que probablemente la primera duda que os surja sea por el enfoque que se le ha dado a esta nueva versión, algo que podemos resumir fácilmente: Super Mario RPG Remake es, a efectos prácticos, casi el mismo juego de Super Nintendo. Sí, tiene un apartado gráfico completamente nuevo en 3D, se han introducido mejoras de calidad de vida y se ha hecho algún que otro retoque a determinadas mecánicas, pero el equipo de desarrollo se ha volcado por completo en preservar la esencia del original.
De este modo, la cámara sigue siendo isométrica, el sistema de combate es prácticamente el mismo, la historia se ha mantenido inalterada, los diálogos no han sufrido cambios, los personajes siguen siendo los mismos de siempre y hasta las animaciones y el diseño de niveles recrean lo visto en el cerebro de la bestia.
Así pues, volveremos a acompañar a Mario en un viaje repleto de aventuras con el objetivo de derrotar a la Banda de Fraguo, un grupo de villanos que está sembrando el caos por todo el Reino Champiñón. Como en el original, la trama es sencillísima, pero compensa su simplicidad con muchísimas dosis de humor y unos personajes que no paran de sacarnos una sonrisa tras otra con sus ocurrencias y con la forma en la que parodian algunos de los elementos recurrentes de los juegos del fontanero, como la enorme cantidad de veces en las que Peach ha sido secuestrada por Bowser.
Esto no va de vivir un viaje épico y trascendental donde se tocan temas profundos y los personajes sufren una gran evolución y desarrollo, sino de disfrutar de una odisea repleta de chistes con un tono similar al de un cuento en la que no paran de suceder todo tipo de locuras. Es uno de esos títulos en los que siempre están pasando cosas y no habremos terminado de salir de un problema antes de vernos metidos en el siguiente.
En lo jugable, las cosas se mantienen igual de siempre, con un buen diseño de niveles y mazmorras donde, además de enemigos que derrotar y puzles que resolver, se le da una gran importancia al botón de salto con secciones plataformeras y una exploración más vertical de lo que era habitual en el género en los años 90. Las situaciones siguen siendo variadas, hay un buen puñado de minijuegos y todo está muy bien diseñado para que la exploración siempre sea divertida y entretenida.
Los combates, por su parte, siguen siendo por turnos y su principal seña de identidad reside en el hecho de que podemos potenciar nuestros ataques y bloqueos si pulsamos un botón en el momento exacto en el que vamos a golpear al enemigo o justo cuando vayamos a recibir un impacto, una mecánica que fue muy novedosa en su momento y que aporta un toque extra de dinamismo a las batallas, haciéndonos más partícipes de la acción.
Es precisamente en este punto donde encontramos la mayoría de novedades de este remake. Al igual que en Super Nintendo, los ataques y bloqueos tienen dos tipos de potenciación según lo precisos que seamos al pulsar el botón. Si conseguimos clavar un ataque perfecto, hacemos un golpe crítico que hace mucho más daño de lo normal, y si hacemos lo mismo al bloquear, reduciremos cualquier tipo de daño a 0. Sin embargo, en esta nueva versión los golpes críticos tienen un efecto añadido: hacen daño a todos los enemigos que haya en pantalla.
Evidentemente, los rivales a los que no hayamos seleccionado no sufren toda la fuerza de nuestro impacto, pero los enfrentamientos tienden a trivializarse y acortarse considerablemente cuando dominamos esta mecánica, algo que se intenta compensar con la introducción de los enemigos difíciles. Ahora, de forma aleatoria, cualquiera de las criaturas a las que nos enfrentemos puede ser marcada como un rival de gran dificultad, lo que significa que tiene muchísima más vida, defensa y ataque, algo que suele darle un poco de vidilla a las peleas al obligarnos a cambiar nuestras prioridades a la hora de escoger blancos. Si lo vencemos nos dará una moneda verde, lo que se traduce en una nueva forma de obtener esta divisa que nos evitará tener que repetir infinidad de veces los minijuegos.
Entre otras novedades, ahora contaremos con un medidor que se irá rellenando a medida que consigamos encadenar ataques y bloqueos potenciados. Cuanto mayor sea el combo, más rápido se recargará y más aumentarán los atributos de nuestros personajes, y si conseguimos llenarlo al 100 % nos permitirá desatar una poderosa técnica combinada entre todos los miembros de nuestro equipo que cuyos efectos dependerán de quiénes llevemos con nosotros. De esta manera, nos dan un incentivo adicional para sincronizar bien nuestras acciones, aunque creemos que se acaba convirtiendo en otro elemento que acaba por facilitar más todavía un juego que ya en su versión original era bastante facilón, aunque es algo que no podemos confirmar del todo todavía, pues apenas llevamos 5 horas de juego. Más allá de esto, se han introducido indicadores visuales para señalarnos los momentos exactos en los que debemos pulsar los botones, facilitando así nuestro aprendizaje, y la interfaz también nos señala qué enemigos están a punto de ser derrotados.
Entendemos que se haya apostado por hacer estos retoques, ya que el sistema de combate del juego original es extremadamente sencillo, tanto que era perfectamente posible pasárselo a base de golpes básicos y poco más, aunque no creemos que esto haya cambiado demasiado en este remake, especialmente cuando cosas como los nuevos efectos de área de los ataques críticos reducen el componente estratégico de los duelos al poder centrarnos en pegar al contrincante más fuerte mientras los más débiles van cayendo con el daño que también van sufriendo.
Eso sí, de lo que no tenemos ninguna pega es de su apartado gráfico, ya que nos ha encantado lo que se ha hecho con él. Temíamos que al trasladar el pixel art original a unos modelados y escenarios 3D se perdiera su encanto, aunque nada más lejos de la realidad, ya que la reproducción que se ha hecho del título de 16 bits es simple y llanamente excepcional. Las animaciones, el toque cabezón de los personajes, los diseños, los sitios por los que nos movemos, los enemigos, los colores… Todo es tal y como lo recordábamos y retienen la esencia de Super Nintendo como pocos remakes han sido capaces de hacer.
Es un juego realmente bonito que desprende nostalgia por los cuatro costados y que nos ha transportado de lleno al pasado en el mejor sentido posible. Evidentemente, podíais esperar algo más ambicioso, aunque creemos que esto es justo lo que debía hacerse con este clásico. Además, se han introducido nuevas secuencias de vídeo para algunos momentos que tienen una factura intachable, la imagen es nitidísima tanto en sobremesa como en portátil y todo se mueve con una fluidez asombrosa, algo a lo que hay que sumar unos tiempos de carga prácticamente inexistentes y que nos van a permitir enlazar una batalla tras otra casi sin que nos demos cuenta. Y ojo, ya que el hecho de que se mueva tan bien también nos está facilitando que podamos clavar los golpes críticos y los bloqueos perfectos.
Pero, sin duda, lo mejor es el sonido. La sobresaliente banda sonora del original fue compuesta por Yoko Shimomura, una de las mayores leyendas del medio, quien ha regresado para realizar nuevos arreglos de todos sus temas y el resultado es simple y llanamente maravilloso, dándoles un toque orquestal que les sienta de fábula. Pero tranquilos, si echáis de menos el sonido de Super Nintendo, también se incluye la opción de jugar con la música de siempre en vez de con las nuevas revisiones. Los efectos son tan reconocibles como cabría esperar y curiosamente se ha decidido prescindir de doblaje hasta el punto de que ni el propio Mario tiene voz.
Eso sí, nos hemos dejado para el final la que es, sin duda alguna, la gran noticia para nuestro país: el juego nos llega completamente traducido al español, siendo esta la primera vez que podemos disfrutar esta joya en nuestro idioma. Y sí, el nivel de la traducción está a la altura de la calidad a la que nos tiene acostumbrados Nintendo, tanto por la forma en la que hablan los personajes como por las geniales adaptaciones que se han hecho de sus múltiples juegos de palabras.
Un remake que convence
Todavía nos queda mucho por jugar, aunque las horas que hemos invertido ya en Super Mario RPG se nos han pasado volando. Quizá peca de ser poco ambicioso y jugar demasiado sobre seguro, pero captura la esencia del original de Super Nintendo con una maestría incuestionable, y eso, al final, es lo más importante en un producto de este tipo. Queda por ver cómo afectan las pocas novedades jugables al equilibrio del juego a largo plazo y si hay algo realmente nuevo relacionado con sus contenidos, pero si os apetece rejugar o descubrir por primera vez la aclamada obra que llevó a Mario a territorios roleros, aquí tenéis una oportunidad para hacerlo que muy probablemente no vayáis a querer dejar escapar.
Hemos realizado este artículo gracias a un código de descarga que nos ha facilitado Nintendo.
