El salto de los videojuegos a las tres dimensiones trajo consigo enormes posibilidades, como el hecho de explorar complejos mundos abiertos, y títulos inolvidables como el primer Tomb Raider y Super Mario 64 ya nos lo demostraron en 1996. La saga Grand Theft Auto terminó de definir lo que entendemos por juegos de mundo abierto o sandbox, y al enorme éxito de Rockstar le siguieron un montón de imitadores, que con más o menos fortuna intentaron aportar sus propias ideas al género.
Según ha ido avanzando la tecnología estos mundos abiertos cada vez han ido siendo más grandes y complejos, y hemos llegado un punto, en pleno 2015, en el que prácticamente todo es posible. Ya no hay limitaciones técnicas, y el género debe ser más que nunca una "caja de arena" en la que el jugador pueda hacer realmente lo que quiera, siendo su creatividad a la hora de usar los recursos jugables que se le ofrecen una de las claves de la diversión.
Esto lo hemos visto recientemente con Metal Gear Solid V: The Phantom Pain, en el que el jugador siente que puede resolver cada situación de una infinidad de maneras, y hace unos días volvimos a sentir algo parecido con Just Cause 3, uno de los juegos más divertidos que hemos probado en mucho tiempo. Realmente esta tercera entrega no hace casi nada que no hubiéramos visto ya en Just Cause 2 en 2010 de una manera más austera, pero es ese "empujón" tecnológico el que hace que la experiencia sea mucho más satisfactoria a todos los niveles, con algo tan importante como las explosiones y la destrucción de los escenarios, a años luz de lo que vimos hace cinco años.
Jugamos unas tres horas aproximadamente, el inicio de la aventura, y no creemos que nos vayamos a aburrir nunca de ver volar las cosas por los aires, en un juego que empuña la bandera del caos y la destrucción como ningún otro. No hay una manera predefinida de cumplir los objetivos, basados en una gran mayoría de las ocasiones en destruir cosas, y tenemos un gran arsenal tanto de armas como de vehículos para arrasar las instalaciones de los enemigos, que sacan a relucir el lado más creativo y malvado de cada jugador.
La premisa argumental es la justa y la necesaria para una aventura de acción sin complejos como esta, desenfada y gamberra. Esta vez la acción se desarrolla en la ficticia República de Médici, un precioso archipiélago de islas de ambientación mediterránea, que nos recuerdan a Italia y Grecia, y que están tomadas por el malvado general Di Ravello. Rico Rodríguez vuelve a su tierra natal para liberarla, y el objetivo es tan simple como este, derrotar al ejército de Di Ravello poco a poco, en un escenario con más de 1.000 kilómetros cuadrados.
El elemento diferenciador de Just Cause frente a otros sandbox, además de su enorme escenario, es el gancho que podemos utilizar, el auténtico protagonista de la jugabilidad. Este nos permite desplazarnos por el enorme mundo del juego a toda velocidad, enganchándonos a cualquier superficie, incluso a los vehículos ya sean terrestres, aéreos o marítimos, y podemos utilizarlo para catapultarnos y después activar el paracaídas o el traje aéreo, que nos permiten volar por los escenarios.
Algo que es habitual en los juegos de acción en mundo abierto es que exista una progresión a la hora de conseguir nuevas habilidades y mejoras, por lo que muchas veces este tipo de juegos no muestran todo su potencial hasta que no hemos llegado por lo menos hasta la mitad de la aventura, un ejemplo muy claro de esto fue Dying Light a principios de año. En Just Cause 3 de manera inteligente han apostado porque desde el principio del juego tengamos las mejores habilidades desbloqueadas, y que el juego nos muestre sus tremendas posibilidades desde el minuto uno, sin tener que esperar unas horas para hacer las acciones más chulas.
Esto no quiere decir que no haya cierta progresión, y para todas las armas, vehículos y habilidades desbloqueamos ventajas, que podemos activar o desactivar en el menú de opciones, y que enriquecen y hacen más compleja la jugabilidad, pero que no nos privan en los primeros compases de la aventura de poder hacer auténticas diabluras. Por ejemplo podemos desbloquear para los coches una habilidad que nos permite saltar barreras, o colocar más C4 a la vez, pudiendo realizar acciones más elaboradas, pero que no cambian decisivamente el núcleo de la jugabilidad.
Desde el principio tenemos enormes posibilidades para resolver cada situación como queramos, en una aventura de acción que invita a ser creativo y a utilizar de la forma más gamberra posible la enorme cantidad de recursos que ponen a tu disposición. En un juego de acción "clásico" si te piden destruir una enorme antena de comunicaciones en lo primero que pensarías es en coger un lanzacohetes y tirarla disparando misiles, pero en Just Cause 3 mola más lanzar el gancho a un avión en el aire, robarlo, y luego dirigirte a la antena y lanzarlo contra ella, saltando en el último momento y viendo mientras planeas con tu paracaídas cómo todo vuela por los aires.
El gancho siempre es el protagonista en la jugabilidad, tanto para desplazarnos como para crear el caos, y podemos utilizarlo de muchísimas maneras atando diferentes objetos. Como una torre a un helicóptero, o un coche lleno de enemigos a una bombona explosiva, las posibilidades son enormes, y tenemos que hacer volar nuestra imaginación para crear el caos. Otras veces simplemente utilizamos el gancho para echarnos unas risas, como atar una vaca a una Vespa y ver qué ocurre, es un juego en el que te lo pasas en grande experimentando y haciendo locuras.
Por lo que vimos, el tamaño del mapa y la cantidad de territorios que tenemos que recuperar de las manos del dictador Di Ravello, parece que será un juego enorme, con un montón de cosas por hacer, y lo más importante, todas divertidas. Además de las misiones principales de la historia, hay un montón de pueblos que tenemos que recuperar e instalaciones enemigas que destruir, y además una serie de desafíos como carreras con los vehículos, pruebas de destrucción o pruebas contrarreloj con el traje aéreo, que si superamos nos premian con las ventajas de las que hemos hablado antes. Además estas pruebas como otros aspectos del juego tienen marcadores en línea, que están muy bien implementados, para que nos piquemos con los colegas constantemente, ya que no hay modos multijugador como tales.
Aunque es uno de esos juegos de mundo abierto en los que realizando actividades secundarias y sintiéndote libre ya te diviertes lo suficiente, lo cierto es que las misiones de la historia que jugamos nos gustaron bastante, muy espectaculares y frenéticas, teniendo que poner en práctica todos los recursos de Rico. El tono humorístico de la historia, de no tomarse en serio, ayudan a que sea todavía más divertido, y se nos pasó volando el tiempo que le dedicamos, es un juego terriblemente entretenido.
En el lado negativo decir que el control y las animaciones podrían ser un poquito mejores, por ejemplo no entendemos que no exista un movimiento para agarrarse a los bordes o cornisas cuando has saltado, lo que crea pequeñas frustraciones. Y tampoco nos convence la sensación de falta de peso de los enemigos, que parecen muñecos de trapo y hacen que los tiroteos no se sientan contundentes. El control de los coches se ha mejorado respecto a anteriores entregas, muy arcade y sencillo, aunque sigue sin ser sobresaliente.
El apartado gráfico, aunque no se va a convertir en un referente en la nueva generación, creemos que funciona muy bien. Primero con unos paisajes muy bonitos, con esos agradables tonos azules y verdes tan propios del Mediterráneo, y segundo con la destrucción de los escenarios, muy lograda, pudiendo derribar hasta enormes puentes. Lo mejor sin duda son las explosiones, absolutamente geniales y satisfactorias, sacando a relucir el pequeño Michael Bay que todos llevamos dentro; todo explota en este juego, y os aseguramos que no te vas a cansar de verlo. La primera vez que reventéis una gasolinera vais a alucinar.
No queremos dejar de comentar que llegará con un notable doblaje al castellano, algo que habitualmente Square Enix se toma muy en serio en sus superproducciones occidentales.
Extremadamente divertido
Nos encanta cuando lo mejor que podemos decir de un juego es que nos lo hemos pasado en grande con él, y que nos ha dejado con ganas de más. Su fórmula funciona a la perfección, como ya demostró Just Cause 2, y esta tercera entrega eleva al cubo todas las virtudes de aquel juego, con un apartado gráfico digno de la nueva generación. Si disfrutaste de aquella aventura de acción ya sabes muy bien lo que te vas a encontrar en Just Cause 3, pero si no has jugado antes a esta saga y te atrae lo que te estamos contando, deberías darle una oportunidad, ya que es más que probable que te lleves una sorpresa muy agradable. Just Cause 3 representa todo lo bueno que puede tener el género de la acción en mundo abierto, y tenemos muchas ganas de seguir haciendo locuras el próximo 1 de diciembre en Xbox One, PlayStation 4 y PC.
