Una de las sorpresas de este 2011 que acaba ha sido Catherine, un peculiar título japonés, de esos que no acostumbran a salir del país nipón, pero que en este caso no solo ha saltado a Occidente sino que encima ha vendido bastante bien. Y como si se hubieran alineado los astros, no solo va a llegar el 10 de febrero a España, que en este tipo de productos a veces ya es pedir mucho, sino que encima va a salir con subtítulos en castellano y con una edición especial, posiblemente motivado por el buen recibimiento en Estados Unidos.
Pero si ya es extraño que triunfe en Occidente un título con una estética de anime japonés tan marcada, que incluso en muchos compases parece que estamos inmersos en una película de animación interactiva más que en un videojuego, todavía es más sorprendente cuando comprobamos su jugabilidad, su mecánica jugable, ya que estamos ante un juego de puzles.
Abundantes escenas de animación, ya sea dibujadas a mano o con el propio motor del juego, nos van narrando la elaborada historia, muy poco a poco, con mucha calma, y estas secuencias se van entremezclando básicamente con dos situaciones.
En el bar habitual del protagonista, junto a unos amigos, donde podemos charlar con ellos, tomar un trago, levantarnos y cambiar de música, hablar con otros clientes o con el barman, jugar a una recreativa, entrar al baño a refrescarnos la cara, mirar el móvil y recibir y mandar mensajes, y marcharnos cuando queramos. Y el núcleo jugable, el momento en el que Vincent se va a dormir, donde comienzan sus pesadillas y los puzles, unas estructuras a base de cubos que tenemos que escalar hasta lo alto moviendo los diferentes tipos de bloques.
Un estilo de puzle bien elaborado y con cierta complejidad, con muchos tipos de cubos que se van añadiendo, estrategias para moverlos, ítems que podemos recoger y usar, enemigos molestándonos, y siempre bajo la amenaza del tiempo, ya que la estructura se va derrumbando a nuestros pies. Pero esto ocasiona un problema, y es que o conectas con la mecánica de los puzles y te gustan desde el principio, los comprendes y disfrutas, o si se te atragantan y no son de tu agrado, y te aburren, vete olvidando del juego.
Puede que te guste su estética, su historia, sus personajes, los temas que se tratan, sorprendentemente adultos y poco usados en los videojuegos, pero si no te gustan los puzles que plantea, tendrás un serio problema, ya que tenemos que superarlos para avanzar y pasamos mucho tiempo en estas secuencias, realmente son el juego en sí, y lo demás es la narrativa. Por tanto hay dos puertas de entrada, y necesitas atravesar ambas; la primera es que te atraiga la estética anime, la peculiar manera de contar historias por parte de los japoneses, con sus habituales clichés, y el tono del argumento, tratando temas tan trascendentales como el matrimonio, la responsabilidad de ser adulto, la infidelidad, qué nos hace felices, y otras muchas cuestiones filosóficas desde el principio de los tiempos. Y la segunda puerta de entrada sería su mecánica de juego de puzles. Si ambos aspectos te convencen, estéticos-argumentales y jugables, te encantará el juego, como nos está gustando a nosotros.
La pesadilla de la responsabilidad
Quienes hayan disfrutado de anteriores obras de Atlus y de los responsables de la saga Persona, una serie de RPGs de culto, no se sorprenderán ante la complejidad argumental y el que se traten temas con los que muy pocos juegos se atreven, estando la moralidad muy presente en todo momento, y obligando al jugador a pensar, y no precisamente para solucionar puzles. Antes de que alguien se queje de que hemos desvelado demasiado de la historia, tenemos que decir que esta va tan íntimamente ligada al desarrollo del juego, que no podemos hablar de él sin al menos contar sus primeros compases, por lo que contaremos lo justo y suficiente para entender de qué va Catherine.
La historia está protagonizada por Vincent, un tipo normal de 32 años con un trabajo de oficina no demasiado bien pagado, que lleva varios años saliendo con la misma chica, Katherine, en un estilo de vida simple y anodino. Ir al bar, beber y charlar con los amigos, ver a su novia de toda la vida, y levantarse cada día para ir a su monótono trabajo. Hasta que un día, mientras duerme, tiene una extraña pesadilla. Agarrado a una almohada y vestido solo con unos calzoncillos, tiene que ascender a lo alto de la torre si no quiere morir, en un terrible e inquietante lugar, siendo esta la parte jugable de puzle.
Tras esta extraña pesadilla, el día no se presenta menos movido. Su novia Katherine le insinúa dar el importante paso del matrimonio, lo que le despierta de su ensimismamiento y pone bastante nervioso, al ver peligrar su rutinario ritmo de vida. Ya con los amigos tomando unas copas en el bar y contándoles sus penas, y tras que estos le dejen solo, una chicha rubia llamada Catherine –algo que no sabremos hasta mucho después-, se le acerca para tomar algo y charlar. Muy atractiva y sensual, en algún momento de la conversación Vincent pierde la consciencia o los recuerdos, ya que se despierta a la mañana siguiente con la peculiar desconocida desnuda en su cama.
Ha sido infiel a su novia de toda la vida, con los terribles remordimientos que esto le acarrea, pero como se suele decir, las desgracias nunca vienen solas. Cada noche al acostarse vive la misma pesadilla –la que nosotros jugamos-, y siempre con la misma amenaza: si no consigue llegar a lo alto morirá. En la ciudad empiezan a aparecer por la mañana y en sus respectivas camas hombres de 32 años muertos, de la misma edad que nuestro protagonista, y al poco escuchamos una leyenda que habla de estas pesadillas, en las que si mueres también lo haces en la vida real. Y por si fuera poco, su novia le comunica que está embarazada, mientras la atractiva muchacha, Catherine, le comienza a acosar, con nuestro pobre diablo que apenas puede resistirse ante su enorme atractivo.
La responsabilidad del matrimonio, de ser padre, las infidelidades, la vida rutinaria y sin emociones, el concepto de felicidad, todos estos temas se tratan en un juego que aunque de momento, en las cuatro primeras horas, no tiene una historia especialmente brillante, sí que al menos se atreve a afrontar ciertos aspectos de la vida que nunca se tratan en los videojuegos, y es lo suficientemente enigmática y atractiva para que te incite a seguir jugando. Esto ya de por sí, pese a su estética anime y a veces exagerada, con toques de fantasía, hace que sea uno de los juegos más adultos, y por ello originales, que nos hemos podido echar a la cara.
Su presunta sensualidad o erotismo es más psicológica que explicita, y quien piense que se va a encontrar con alguna escena demasiado subida de tono que se vaya olvidando, aunque sí, hay algún momento picantón, tan habituales en los anime, pero que no acostumbramos a ver en los videojuegos. La historia se narra de manera pausada, se toma su tiempo, lo que nos parece un acierto, y podemos profundizar en ella cuanto queramos. Cuando estamos en el bar podemos decidir con quién hablar y cuántas veces, y además tenemos el teléfono móvil, que tiene su importancia. Recibimos mensajes que podemos contestar, si queremos, y cuando contestamos elegimos entre diferentes frases.
Por ejemplo una noche en el bar nuestra novia nos escribe diciendo que si ya estamos otra vez bebiendo, y podemos mentirla directamente, diciendo que estamos en la cama, para después despedirnos de manera fría o cálida, o bien decirle la verdad, que estamos de juega con los colegas, o decir una media verdad, que estamos fuera de casa, pero no dónde. Este es uno de los mayores toques de aventura, ya que dependiendo lo que contestemos en los mensajes de texto, o en algunas conversaciones, el medidor de karma, por llamarle de alguna manera, varía. Una barra con dos ángeles a cada extremo, uno azul y otro rojo, y una flecha que nos va indicando hacia qué lado estamos más cerca, pudiendo ser un chico bueno o deliberadamente perverso. Esto imaginamos influirá en los diferentes finales, que sí sabemos a ciencia cierta que hay varios.
Además de este aspecto psicológico y de toma de decisiones que nos hará pensar más de una vez, ya que aunque controlamos a Vincent, es imposible no extrapolar sus circunstancias a nuestra propia vida y pensar qué haríamos en su situación, también tenemos una serie de preguntas la mar de curiosas que nos realizan en un confesionario. Las momentos de puzle, escalando las torres de cubos, se desarrollan en las diferentes etapas, y dentro de estas tenemos varios pisos o niveles, que hasta el momento son tres por etapa, el último de ellos una especie de jefe que nos va incordiando especialmente. Entre niveles, tenemos un momento de descanso, en el que podemos guardar partida y conversar con los carneros, tipos que al parecer no han pasado alguna de estas pruebas y se han convertido en bestias.
Estos nos dan consejos, nos permiten comprar objetos con el dinero que obtenemos durante las fases de acción, y cuando queremos salir de aquí, nos tenemos que dirigir al confesionario. Aquí tras sentarnos nos hacen una importante y trascendental pregunta, en plan ¿es el matrimonio el comienzo o el fin de la vida?, ¿prefieres una vida larga y aburrida o corta y plena? y otras un tanto peliagudas, sobre por ejemplo la infidelidad, que es mejor que no contestéis en presencia de vuestra pareja. Una vez respondida nuestras contestación se envía a través de internet y nos muestran el porcentaje de respuestas de todos los que han jugado por primera vez a Catherine, como si se tratara de una macroencuesta para todos los usuarios del título, muy ingenioso y curioso.
Ya en la parte jugable de los puzles, su mecánica es muy sencilla de entender, aunque no de dominar, y poco a poco se van incluyendo variables y complicaciones, aunque también ayudas. Podemos escalar los bloques, empujarlos, tirar de ellos, descolgarnos, y hay diferentes tipos. Unos que no se pueden mover, otros que se destruyen si los pisamos, con pinchos, que se quedan adheridos a otros por uno de sus lados, los que no se pegan y se caen, y poco a poco se van combinando todos estos factores para que la cosa se vuelva más difícil. El tiempo juega en nuestra contra, y la torre de cubos se va destruyendo poco a poco, por lo que debemos darnos prisa en ascender. Tenemos un contador de combos, y cuanto más rápido subamos sin detenernos, sumaremos más dinero, que también se puede recoger en pequeños montones que encontramos en algunos cubos.
Hay puntos de control en mitad de las torres, todo un respiro, encontramos ítems, las almohadas nos dan una continuación más, y otros son tan importantes como la posibilidad de crear un bloque donde queramos, o eliminar a los carneros que nos estén molestando. Tenemos cierto número de continuaciones, unos nueve en dificultad normal, y aunque parezcan muchas, alguna vez las hemos agotado. En su lanzamiento en Japón hubo polémica porque en su dificultad fácil el juego no lo era, y tuvieron que sacar un parche para solucionarlo. En esta versión europea tenemos tres dificultades, y jugando en normal nos ha parecido que está muy bien equilibrado, resulta todo un reto en muchas ocasiones, pero sin llegar a desesperar.
Un juego lleno de simbolismo, aspectos psicológicos sorprendentemente maduros y trascendentales, y que estamos seguros que los hombres que lo jueguen rondando la treintena se sentirán muy identificados con muchos de los temas que se tratan. Esos carneros u ovejas descarriados, que no pudieron escalar la torre –de la madurez-, pero que a la vez representan el camino de las ovejas al "matadero", de la responsabilidad, de la edad adulta, un juego que da que pensar en más de una ocasión.
Sus aspectos técnicos son impecables, partiendo de la elegante música, el buen doblaje al inglés y con un acabado gráfico sobresaliente. Tanto en la calidad de las escenas de anime como cuando las secuencias son movidas por el motor gráfico del juego, con uno de los efectos de cel shading o dibujo animado mejor conseguidos que hemos visto en toda esta generación. Si querían conseguir que nos sintiéramos inmersos en un anime japonés lo han conseguido, y no podemos reprocharle ni una pega a su aspecto visual, poderosamente llamativo, siempre y cuando te haya gustado alguna vez este estilo.
¿Katherine o Catherine?
Tu novia de toda la vida, el matrimonio, la paternidad, la vida rutinaria, un trabajo poco estimulante, las tradicionales y cíclicas charlas con los colegas en el bar, pero la seguridad de lo cierto, o esa enorme tentación que llega un día de repente, que amenaza con ponerlo todo patas arriba, y que sabe a nuevo, a emocionante, pero también a peligroso e incierto. En este conflicto se ve envuelto Vincent, a la vez que por las noches tiene que superar unas horribles pesadillas en las que no sabe, si falla, qué ocurrirá… Nosotros tendremos que ayudarle para saber qué ocurre en esta interesante historia, muy original dentro del mundo de los videojuegos.
En unos tiempos en los que las grandes compañías arriesgan poco y muchos usuarios se quejan de falta de originalidad, una labor que ha quedado reservada a los estudios indie, que un juego como este llegue a las tiendas de nuestro país, y encima salvando cualquier barrera idiomática, al llegar en castellano, es para estar de enhorabuena. Los amantes del anime y de la cultura japonesa, y a los que les gusta que les cuenten una buena historia en un videojuego, ya le habrán echado el ojo hace tiempo. Y tenemos que decirles que sí, que nos ha convencido, aunque siempre dejando claro que en su parte jugable es un juego de puzles, con todo lo bueno y malo que ello conlleva, ya que o conectas con su mecánica, o no tendrás nada que hacer. Una propuesta única y terriblemente original , que no dejará indiferente a nadie, de esos títulos que o los amas o los odias, y tenemos mucha ganas de disfrutarlo al completo, ya en el mes de febrero cuando os ofrezcamos su análisis.
