Mientras conectábamos rayos láser en el primer The Talos Principle para abrirnos camino por sus puzles, se nos presentaban una serie de ideas que nos hacían reflexionar sobre qué hace humano a un humano, todo ello mientras encarnábamos a un robot en una simulación después de que toda la humanidad muriera a causa de un virus que ellos mismos provocaron. Fue un juego original y audaz alabado por crítica y público, y nueve años más tarde, Croteam vuelve con un The Talos Principle 2 que sigue el mismo concepto, quebrarnos la cabeza reflexionando sobre soluciones a los puzles y sobre cuestiones filosóficas, pero llevándolo más allá tanto en el alcance de sus temas como en las posibilidades de sus mecánicas.
¿Qué es una sociedad?
Si intentar dar una respuesta a lo que somos de manera individual es algo complejísimo, por no decir imposible, aquí la reflexión es todavía más profunda en tanto que más colectiva: se reflexiona sobre qué es una sociedad, qué nos debe y qué le debemos a la misma. Todo ello se hace a los mandos de un nuevo personaje y 1000 años después de los acontecimientos de la primera entrega, que no será necesario jugar para disfrutar de esta aunque sí habrá referencias para satisfacer a los aficionados.
Ese personaje es 1K, un androide. Pero no cualquier androide, sino el último que se creará. Representas la meta final para la sociedad robótica con la que convives: conscientes de los errores que cometió la humanidad (guerras, crisis climática, etcétera), las máquinas que viven en el planeta se propusieron construir la sociedad ideal. Una sociedad limitada que no consuma demasiados recursos, pero lo suficientemente amplia: 1000 robots que han tardado mil años en construir por la complejidad que supone su fabricación.
Tras un prólogo que transcurre en la simulación del primer juego y que tiene el objetivo de enseñarnos las mecánicas básicas, el título nos presenta la ciudad de los robots, a la que acudimos pasando por un espacio precioso de naturaleza desbordante. Si bien la meta es ir a la celebración de la que somos protagonistas, pues somos el robot número 1000, el que pone fin a la tarea de los androides, los jugadores pueden pasar todo el tiempo que quieran explorando esa urbe y charlando con el resto de conciudadanos mecánicos.
En ella, además de un museo que hace las veces de visita guiada por los acontecimientos narrados en la primera parte, nos encontramos con personajes que nos empiezan a plantear situaciones que ponen en cuestión el concepto de sociedad ideal de los robots, como uno que no ha sido capaz de encontrar su media naranja (mecánica) tras hablar con los demás 999 androides. Ante esa situación, ¿no son 1000 robots pocos para una sociedad sana? ¿Y dónde se pone el límite? Diatribas de este tipo se nos presentan constantemente en una sección que, según nos explicó una representante de Croteam, es totalmente opcional.
Cuando acudimos a la celebración, la situación da un vuelco. Aparece una presencia extraña, un holograma con una tecnología desconocida por los robots, supuestamente la única especie inteligente con vida en el planeta. Por si fuera poco, habla de una megaestructura, el espacio donde se desarrollará el resto del juego. Es algo tan gigantesco que es imposible que lo haya construido un robot, ni muchísimos de ellos. No es humano ni robótico. Además, su interior está repleto de puzles y recuerda mucho a la simulación en la que transcurre el primer juego. Dar respuesta a todo eso será el objetivo de esta secuela, algo que se logrará conforme resolvemos paulatinamente los puzles de este espacio gigantesco y encontremos registros de audio y conversaciones con hologramas que harán avanzar la trama y plantearán grandes debates filosóficos.
Más mecánicas, puzles más complejos y más accesibilidad
Esta secuela no solo expande las ideas argumentales de su predecesor, sino también sus mecánicas, y bien desde el principio. Como en la primera parte, los puzles se basan en conectores, en lograr que un rayo láser vaya de un punto a otro para que se abran muros que nos permitan avanzar: si en el primero había láseres azules y rojos, aquí se añade el verde, lo que añade una complejidad adicional a unos rompecabezas basados en entender el espacio que recorremos en primera persona y en ser creativos con los elementos que se nos han dado.
The Talos Principle tiene algunos puzles bastante difíciles y era fácil atascarse, algo que podía no ser del agrado de algunos jugadores más interesados en la historia que en los rompecabezas. La segunda parte cambia su estructura: en lugar de puzles consecutivos, el juego está dividido en varias zonas, y para pasar de una a la siguiente tenemos que resolver los puzles suficientes para que se activen unos tetrominós gigantes móviles que harán de puente hacia la siguiente zona. Así, en cada área hay dos rompecabezas opcionales que al resolverlos cuentan como si se completara uno de los principales, y también se recompensa la exploración, pues hay fichas (una por área) que permiten marcar un puzle como completado; para recuperar la ficha hay que resolver el acertijo donde la utilizamos.
Además de los conectores del primer juego hay objetos nuevos para dar más intríngulis a los puzles: un teletransportador móvil que podemos utilizar nosotros mismos o para llevar utensilios a otro lugar, una especie de taladro que abre portales en los muros, un ventilador para impulsarse en el aire, plataformas en el suelo que activan mecanismos, superficies que alteran la gravedad, un conector que genera una cúpula que activa todos los mecanismos en su rango de alcance, y al llegar a cierto punto, un robot (ojo a las consecuencias que puede tener esto a nivel argumental teniendo en cuenta lo que explicamos antes) sin mente que podemos controlar a distancia y que tiene una utilidad similar a la mecánica de repetir tus acciones que hay en The Talos Principle.
Cómo se combinan todos estos aparatos con los conectores básicos, y los utensilios que probablemente aún no hayan desvelado los desarrolladores, es magistral, permitiendo crear puzles muy complejos y satisfactorios. Eso sí, los desarrolladores son conscientes de la dificultad un tanto elevada del primero. Por ello, además de los sistemas que hemos mencionado más arriba, Croteam dice haber modificado la curva de dificultad: mientras que en el título de 2014 era progresiva a lo largo de toda la partida, aquí hay una curva de dificultad para cada área, lo que pretende ofrecer un ritmo más ágil y variado, y una sensación de compleción al terminar cada zona.
Este año en PC, PS5 y Xbox Series X/S
Uno de los desarrolladores de Croteam presentes mientras nos enseñaban la demo de The Talos Principle 2 en gamescom 2023 dijo que esta secuela es para su anterior juego algo similar a lo que Portal 2 fue para Portal. Son palabras mayores, pero todo apunta a que así será: en lo argumental rumia sobre un concepto filosófico aún más complejo que el de su predecesor, y en lo jugable suma mecánicas que, mezcladas, permite crear puzles mucho más complejos a la vez que controlan mejor los picos de dificultad. Tanto los fans del primero como quienes se sientan atraídos por los temas y/o la jugabilidad de esta secuela deberían estar pendientes del título distribuido por Devolver Digital, que llegará este año para PC, PS5 y Xbox Series X/S.
Hemos realizado estas impresiones tras asistir a una presentación de una versión preliminar para PC en gamescom 2023.
