La capacidad que tiene Blizzard para popularizar géneros y marcar el patrón por el que se van a cortar los próximos juegos que lleguen al mercado con la intención de competir con sus principales obras es algo que está fuera de toda duda. Esto que decimos ya lo hemos visto con la estrategia en tiempo real gracias a StarCraft, con los MMORPG por culpa de World of Warcraft, con los dungeon crawlers a través de Diablo y actualmente estamos asistiendo a algo muy similar con los juegos de cartas tras el éxito de Hearthstone: Heroes of Warcraft.
De hecho, con este último título la compañía ha sido capaz de llevar a todo el mundo un género que hasta ahora no era muy popular entre las grandes masas, gracias a unas reglas fáciles, sencillas, directas e intuitivas que daban pie a partidas tan rápidas y ágiles como divertidas. Además, su modelo de negocio gratuito le sentaba como anillo al dedo, por lo que no resulta de extrañar que muchos estudios hayan querido probar suerte y reclamar parte de este apetitoso pastel monopolizado prácticamente por Blizzard.
Entre los aspirantes al trono más destacados nos encontramos con The Elder Scrolls: Legends, un spin-off de la mítica saga de Bethesda que cambia el rol y los grandes mundos abiertos por duelos de naipes, obteniendo unos resultado muy positivos por lo que hemos podido probar en la beta de prensa a la que hemos tenido acceso.
Que hayamos empezado este artículo hablando de Hearthstone no ha sido casualidad, ya que Legends no esconde en ningún momento su fuente de inspiración, ofreciendo un sistema de juego y unas mecánicas que nos recordará inevitablemente a la obra de Blizzard. A pesar de ello, sus creadores no quieren conformarse con crear un simple clon de un producto de éxito y han incluido ciertas características que le ayudan a diferenciarse lo suficiente de su gran rival, aunque vayamos por partes.
En él nuestro objetivo es simple: reducir los puntos de vida de nuestro rival a cero. Para ello tendremos que usar las cartas que nos vayan saliendo para invocar criaturas, realizar ataques directos o ejecutar cualquier tipo de acción que pueda darnos ventaja en el campo de batalla.
Cada naipe tiene un coste de magia para poder ser utilizado, aunque al principio solo dispondremos de un punto como máximo, algo que irá aumentando progresivamente con el paso de los turnos, abriéndonos las puertas a utilizar las cartas más poderosas y a realizar más de una acción por asalto (es decir, un funcionamiento calcado al de los cristales de maná de Hearthstone).
Como era de esperar, las unidades que bajemos a la mesa tienen un valor de ataque y otro de vida, y son capaces de contraatacar cuando reciben daño de otra criatura, por lo que conviene estudiar con mucho cuidado con qué unidades pegar a cada cosa del tablero y en qué orden, ya que si atacamos a lo loco lo más probable será que de un contraataque nuestro soldado acabe también en el cementerio haciendo compañía al de nuestro rival.
Evidentemente, nuestras criaturas no podrán actuar en el mismo turno en el que las invoquemos (a menos que tengan la habilidad de Carga) y muchas de ellas disfrutan de diferentes características únicas que nos permitirán desarrollar estrategias realmente interesantes. De hecho, hay una gran variedad de habilidades y efectos distintos, algo que también se aplica a las cartas de acción, dando pie a combos muy a tener en cuenta.
Hasta aquí podría parecer que os estamos describiendo el juego de Blizzard, pero Legends introduce una atractiva novedad que dota al conjunto de una nueva capa de profundidad: la división del tablero en dos calles. De este modo, al bajar una unidad tendremos que decidir en qué calle queremos colocarla, ya que solo podrá golpear a las criaturas enemigas que se encuentren en su mismo lado de la mesa.
Para hacer este sistema todavía más interesante y complejo se ha hecho que una de esas dos calles tenga un efecto adicional de vital importancia: que las criaturas en esa parte del tablero no puedan ser atacadas durante un turno (aunque sí pueden sufrir daños de hechizos). Como podéis suponer, esto nos tendrá muy ocupados pensando en cómo lidiar con cada calle para sacarle todo el partido a sus diferentes características. Por ejemplo, esta última resulta perfecta para armar una buena ofensiva que nos permita sentenciar una partida.
Se trata de una característica muy interesante y que en Bethesda ya están pensando en explotar añadiendo más efectos para las calles en el futuro que nos obliguen a adaptarnos de forma constante y aporten una variedad mayor a los enfrentamientos, aunque todavía tenemos que jugar mucho más para comprobar si esto puede conllevar algún tipo de desequilibrio con ciertas combinaciones de cartas.
En lo que respecta a sus modos de juego, nos ha alegrado comprobar lo cuidada que está su vertiente para un solo jugador gracias a una campaña con su propia historia y desarrollo argumental repleta de batallas de lo más variadas y con condiciones especiales que no nos permitirán bajar la guardia ni un solo momento. Hasta tendremos que tomar algunas decisiones que nos recompensarán con un naipe u otro. Por desgracia, la trama que nos cuentan en ella es muy poco interesante y su narrativa no resulta nada especial, aunque su existencia es algo que se agradece mucho.
Por lo demás tenemos el clásico Duelo, ya sea contra la IA o contra otro jugador, y una Arena donde competir con un mazo que tenemos que crear con las cartas que nos vayan saliendo de forma aleatoria para conseguir encadenar todas las victorias que podamos antes de que nos derroten tres veces. Destacar que esta última modalidad también puede jugarse contra la CPU, y su dificultad variará según nuestro rendimiento.
Gráficamente, tal y como os podréis imaginar, se trata de un juego muy sencillo. La interfaz funciona bastante bien (aunque todavía hay margen de mejora para hacerla más intuitiva e informativa), las ilustraciones de los naipes son realmente buenas y la presentación de las partidas nos ha resultado un tanto sosa y sobria, lo que nos ha hecho echar en falta efectos y animaciones más trabajados, así como algún que otro elemento decorativo adicional. De todos modos, esto es lo menos importante en un juego de estas características.
En lo que respecta al sonido, nos ha sorprendido la alta calidad tanto de su banda sonora como de su doblaje español. En el primer caso las composiciones están inspiradísimas y son puro The Elder Scrolls, mientras que en el segundo las voces están muy bien escogidas y las interpretaciones tienen un gran nivel.
The Elder Scrolls: Legends nos está pareciendo un más que digno contendiente que sabe jugar muy bien sus cartas (no nos tengáis muy en cuenta este chiste) a la hora de ofrecer una experiencia muy parecida a la del actual rey del género, pero añadiéndole una capa extra de profundidad a través de las calles y los efectos que en ellas tienen lugar, marcando así una diferencia vital que le da un sabor único y distinto. Todavía queda mucho desarrollo y muchas partidas por jugar antes de que se lance de forma oficial y podamos empezar a plantearnos el emitir un veredicto, pero de momento todo apunta a que, como mínimo, será una interesante alternativa para los amantes de los duelos de naipes coleccionables.
Hemos realizado estas impresiones con un código de la beta que nos ha proporcionado Bethesda.
