En septiembre del 2016 un estudio ruso llamado Battlestate Games comenzaba con la fase alfa de un pequeños proyecto llamado Escape From Tarkov, un juego del que ya os hablamos en Vandal en 2017 y que ya apuntaba maneras, pareciéndonos un título tan exigente como lleno de posibilidades en aquella época, apuntando a que era un juego "desafiante y divertido" capaz de darnos grandes dosis de adrenalina y sensaciones de satisfacción únicas pero también muy complicado durante sus primeras horas de juego sobre todo para el público más generalista.
Más de dos años después hemos vuelto a visitar el proyecto, ahora en fase beta, que ha logrado alcanzar una sorprendente cuota de popularidad durante los últimos meses gracias a su calidad y a los distintos creadores de contenido y streamers como Shroud, Summit1g, Dr Disrespect y otros tantos jugadores famosos que han caído presa de las virtudes del juego que puede afrontar su año más importante hasta la fecha.
Gameplay comentado
Un simulador de supervivencia
Escape from Tarkov es un título que recoge el testigo de los juegos de supervivencia para llevarlos a un concepto más cercano a la simulación. En líneas generales lo que deberemos de hacer es sencillo ya que nuestro objetivo principal será equipar a nuestro personaje con los objetos que tengamos disponibles en nuestra base, entrar en un mapa, coger todos los objetos que podamos del mismo, matar a los enemigos que nos vayamos encontrando durante la partida (que serán otros jugadores así como personajes controlados por una IA), realizar alguna misión y buscar un punto de extracción para salir del mapa y volver al confort de nuestro refugio.
Sin embargo, lo cierto es que más allá de este papel tan sencillo hay mucha miga ya que, por ejemplo, si morimos durante una de nuestras incursiones perderemos automáticamente casi todo el equipo que tengamos equipado (salvo lo guardado en un maletín especial y los objetos asegurados… que también tienen su historia) y que las distintas mecánicas del juego, desde los disparos hasta el movimiento pasando por la curación de nuestro personaje, tienen un alto componente de simulación que hemos visto en muy pocos juegos.
Algo que notaréis sobre todo en las primeras partidas es el retroceso de las armas en los modos automáticos, realmente realista y duro de controlar con el ratón en las armas más potentes como el conocidísimo AK47 (o cualquiera de los fusiles de asalto presentes en el juego) que será dificilísimo de controlar si no optamos por el modo de disparo tiro a tiro. Otro aspecto interesante en este sentido es el gran daño que infligiremos con cada disparo (con uno o dos tiros podremos eliminar a la mayoría de los enemigos que no tengan chaleco antibalas u otras protecciones) o la importancia de cambiar de arma dependiendo de la situación en la que nos encontremos en cada momento.
También queremos destacar las numerosas opciones de personalización de las distintas armas, a las que podemos acoplar todo tipo de objetos para mejorarlas a nuestro gusto, o todas las mecánicas de movimiento del juego, que nos permite andar, correr, andar agachados o reptar a distintas velocidades, algo que será crucial para hacer un mayor o un menor ruido y así sobrevivir con más facilidad durante nuestras incursiones o raid a los distintos mapas.
Sube la adrenalina
Como os hemos dicho hace unas pocas líneas, uno de los puntos determinantes de Escape from Tarkov es que si no sobrevives a una de las incursiones que realizas en uno de sus mapas tu personaje pierde automáticamente todo el equipo que llevase en la misma por lo que morir tiene un precio elevadísimo en este juego.
Este equipo, salvo algunas excepciones que no vamos a explicar en estas líneas, no se recupera jamás y si, por ejemplo, caemos portando nuestra preciada AK tendremos que comprar otra a un vendedor si queremos volver a tenerla. Lo mismo pasa con los chalecos, mochilas, munición, cargadores, cascos y otros objetos cruciales para nuestra supervivencia.
Esta dureza hace que duela particularmente cada pieza perdida, cada muerte, cada incursión fallida, lo que provocará, quizás no al principio pero sí con el paso del tiempo, que cada nuevo mapa nos lo tomemos como un desafío y que sintamos una mayor tensión cuando estamos a punto de entrar en combate, atentos a cada disparo, a cada sonido, a los movimientos y acciones del enemigo que puede acabar con nuestra vida y robar todo nuestro alijo dejándonos con las manos totalmente vacías.
Se trata de una sensación realmente intensa a la par de gratificante el estar, por ejemplo, buscando objetos en una zona y, de repente, escuchar a un enemigo caminando cerca. En ese momento, nuestro cerebro se empieza a acelerar y comenzamos a pensar cómo afrontar un posible combate, intentando sorprender al enemigo para hacerle frente, derrotarlo, acabar el combate con un subidón y buscar un punto de extracción para volver a casa sanos y salvos con todos los objetos conseguidos. Escape from Tarkov recompensa tanto las incursiones bien hechas que, tras cada mapa, sentimos unas sensaciones similares a las de derrotar a ese jefe que se nos ha atragantado en Sekiro o Dark Souls.
Un buen apartado técnico… con algunos errores persistentes
Escape from Tarkov ha sido desarrollado bajo el motor Unity junto a otras tecnologías como la librería Quixel para ofrecernos un gran apartado visual con todo tipo de detalles en armas, terreno, objetos enemigos, efectos de disparo, explosiones y un largo etcétera, dándonos una gran experiencia para nuestra vista.
A nivel de rendimiento el juego ha mejorado muchísimo con respecto a lo que vimos en la alfa en 2017 pero sigue teniendo algunos errores persistentes como un pantallazo negro bastante frecuente cuando "tabulamos" del juego al escritorio o algunos cierres abruptos la primera vez que entramos al juego, por no hablar de que el tiempo de carga inicial nos ha parecido demasiado elevado con el juego estando instalado en un SSD. Por lo demás, con un procesador Intel Core i7 7700K, 16 GB de RAM y una gráfica NVIDIA GeForce RTX 2070 Super el juego al máximo nos ha funcionado a 60 o más fps sin demasiadas caídas.
Si apuntamos al sonido el juego, en este sentido, es una auténtica pasada, con un gran trabajo hecho en este sentido tanto en la recreación del sonido de las armas como en los diferentes efectos y en la localización espacial de todos y cada uno de los sonidos que ocurren durante una partida. Como ya os dijimos en nuestras anteriores impresiones en Escape from Tarkov, a veces, es más importante lo que se oye que lo que se ve y se agradece que Battlestate Games haya hecho un trabajo tan bueno en este apartado del juego. Además, pese a que a las voces siguen sin estar en nuestro idioma, desde el pasado mes de junio el juego cuenta con sus textos traducidos al castellano, lo que nos ayudará sobre todo en las guías que encontramos dentro del propio título, en las misiones y en la descripción de los objetos.
Un juego adictivo, exigente y sensacional
Hemos de confesaros que le habíamos perdido un poco la pista a Escape from Tarkov, un título que lleva mucho tiempo en fase alfa/beta algo que, con la gran cantidad de lanzamientos que ha habido durante los últimos años nos había mantenido algo despistados y alejados del juego. Volver a él, sin embargo, ha sido una agradable sorpresa y nos ha recordado todas las buenas sensaciones que teníamos la primera vez que pudimos probarlo, ofreciéndonos un título exigente que es capaz de darnos grandes dosis de adrenalina, siendo tremendamente duro, castigando sobremanera cada muerte y recompensándonos también con una sensación realmente agradable cada vez que logramos completar una incursión con éxito.
Escape from Tarkov es un juego muy divertido y satisfactorio que nos ha vuelto a atrapar y que esperemos que, este 2020, ya pueda ofrecernos una versión final para acabar de sumergirnos del todo en su interesante propuesta jugable.
Hemos escrito estas impresiones con un código de la beta que nos ha proporcionado Reverb Communications.