Parece que las plataformas y estudios independientes se han empeñado en querer su trozo de pastel y cada vez son más los juegos de este tipo que se presentan en sociedad. El título del que hoy os hablamos es Beatbuddy: Tale of the Guardians, de los alemanes Threaks. Una propuesta basada en el ritmo con una banda sonora de lo más pegadiza.
¡Dale al play!
La historia del juego es sencilla y deja poco a la imaginación. Nuestro cometido será avanzar junto a Buddy a través de las aguas de Symphonia para combatir al ejército del conocido como Príncipe Maestro.
La propuesta del estudio es combinar la acción de las plataformas en dos dimensiones con la participación activa de la banda sonora. A través de los sprites y unos decorados realizados a mano, el juego crea una sinergia entre jugador y protagonista de forma inmediata.
Los diferentes niveles cuentan, además, con una banda sonora para la que se ha contado reputados músicos a la hora de componerla. La presencia de una melodía perpetua, y el hecho de que seamos nosotros con nuestros movimientos los que le agreguemos nuevos ritmos y notas a la composición, hace que el juego consiga ese efecto que lo hace ser diferente.
Componiendo Beatbuddy
Cuando os hablábamos de un elenco de músicos muy reputado no lo hacíamos en vano. Entre la nómina de artistas que han colaborado en el título se encuentran Parov Stelar y Sabrepulse, de Chime o Austin Wintory, de Journey. A ellos, y en un terreno más narrativo, también se ha unido Rhianna Pratchett, conocida por formar parte del equipo creativo de títulos consagrados como Tomb Raider o Mirror’s Edge.
Que el verbo que encabeza este párrafo sea "componer" no es un error, es la confirmación de que música y gráficos van siempre a una en BeatBuddy. Esta afirmación se debe a que no solo estaremos acompañados de la banda sonora, sino que los efectos también se reproducen en pantalla con gráficos que simulan las ondas del sonido o notas que salen desde gramófonos y altavoces.
Al iniciar el juego estaremos solos, en completo silencio, para poco a poco incorporar nuevos "instrumentos" a la composición. Así, nuestro primer encuentro será con un bombo, el drumbass. Este elementos será el que impondrá las bases sonoras de toda la partitura y nos permitirá rebotar contra él para lanzarnos contra las paredes y romperlas. Acompañados por esta incesante base, la interacción con otros enemigos añadirá notas y melodías hasta convertir los pentagramas vacíos en todo un tema funky con aires musicales de los años veinte en el caso del primer nivel.
Jugabilidad acompasada
La forma en la que interactuamos con el juego sigue las pautas de un plataformas convencional, aunque añade algunos movimientos extra que ayudarán a BeatBuddy a avanzar. Entre sus acciones podremos agarrar y soltar objetos, desplazarnos y también manipular los potenciadores repartidos por la pantalla. Estos últimos son una serie de elementos que nos permiten rebotar para destruir las paredes que no nos dejan avanzar. Si rebotamos en un drumandbass contra uno de estos potenciadores podremos acumular potencia para romper paredes. Si enfocamos bien estos potenciadores entre ellos, el lanzamiento hará un efecto pinball que nos permitirá llegar aún más lejos, y con más fuerza.
En la jugabilidad debemos añadir que la interacción rítmica será muy necesaria pese a que existen partes del juego en las que aún se deben retocar algunos de los ritmos para que todo fluya como creemos que debe. Aún así los músicos y melómanos no dudarán en contar compases –o bombos– para adivinar cuánto tardará el enemigo en realizar su acción, en eso si que el ritmo ayuda, en tener claros los tiempos de ejecución.
Diversión en Symphonia
Vista la jugabilidad más técnica ahora toca el turno al apartado más creativo. Si bien la música se lleva la palma de esta producción, el diseño de entornos y del mundo de Symphonia en general también merecen un punto y aparte. Hablamos, como hemos destacado antes, de una serie de decorados realizados a mano y mirando el detalle. Los primeros momentos del juego nos revelarán un fondo marino en el que conviven esas plantas musicales, que nos ayudarán a avanzar, y una fauna que se encargará de hacernos la vida imposible.
El protagonista es una suerte de mini homínido azul que aprovechará la mínima pausa en el juego para ponerse a bailar frenéticamente. En este sentido, el estudio hace muy bien su trabajo y sabe ganarse la simpatía del público. Buddy contará también con el BubbleBuggy, un vehículo motor en el que desplazarnos más rápidamente, y que, además, nos dará vida cuando la necesitemos. Con todo este equipo tenemos lo necesario para bailar la canción que nos echen.
Por otra parte, la diversión –y a veces desquicio– la aportarán los diferentes enemigos que encontremos. Hay muchos a tener en cuenta, pero especialmente molestos son los caracoles con pinchos que habitan en galerías de paso obligatorio. Para vencerlos será necesario desactivarlos momentáneamente tocando a la concha que siempre les acompaña. Una vez realizado este movimiento deberemos cruzar rápidamente la zona que bloquean para que no nos ensarten con los pinchos. ¿Cómo? Muy fácil, un redoble de tambores se unirá a la música de fondo para indicarnos que estos están apunto para volver a sacar su arma mortífera. Es solo un ejemplo de cómo la banda sonora también nos ayuda durante el juego.
Recolectando beatpoints
Evitar que un plataformas se convierta en un absurdo pasapantallas no es fácil y ahí Beatbuddy juega con la recolección de los beatpoints y las reliquias, que nos darán puntos que se acumularán al final de la partida. Asimismo las pantallas también cuenta con diferentes secretos que deberemos descubrir para aumentar la puntuación final y permitirnos desbloquear toda clase de extras. Además también deberemos cuidar nuestros puntos de vida recogiendo la salud que hay repartida por toda la pantalla, escondida dentro de unas bolas, y que previamente deberemos destruir con el ataque que Buddy lanza en forma de onda sonora.
Un plataformas diferente
Una de las peticiones que siempre tenemos los jugadores es que los estudios realicen juegos que innoven, que tengan algo que les diferencie del resto. Threaks consigue con Beatbuddy una propuesta basada en el sonido que viene dispuesta a sacar todo el jugo a un entorno en el que se ha trabajado arduamente para que acompañe de forma correcta.
Los gráficos de Beatbuddy no vienen a revolucionar, pero funcionan a la perfección en este juego en el que se opta por una serie de niveles que enganchan tanto en lo jugable como en lo visual.
La jugabilidad también responde correctamente desde la perspectiva del jugador. El juego se mueve de forma fluida y las acciones se adaptan bien pese a que hay algún tipo de desajuste a la hora de movernos rápido cuando el tiempo apremia. Aún así podemos decir que, a falta de ver el modo historia al completo, los primeros niveles responden de maravilla.
Como hemos dicho anteriormente, en jugabilidad esperábamos un poco más de lo que el ritmo puede aportar a un juego como este. El arranque es bueno y faltará ver si en un futuro explotan aún más el sonido como vehículo para avanzar en la historia.
En cuanto a la banda sonora, nada que decir. El título cuenta con premios tanto en gráficos como en sonido además de un elenco montado para la ocasión. Toda esta combinación hace que queramos estar pendientes de Beatbuddy, os aseguramos que dará mucho que hablar. Nadie puede dudar de que estamos enfrente de una propuesta original de este estudio independiente de Hamburgo. Estad pendientes porqué la música sólo ha hecho que empezar.