Análisis de Lucha Fury XBLA (Xbox 360)
A principios de la década de los 90, el género de los beat 'em up de avance lateral vivió su edad dorada, gracias a la aparición de juegazos como Golden Axe, Street of Rage o Turtles in Time, por citar solo algunos de los muchos que salieron y que tantas monedas hicieron gastar a más de un jugón en las recreativas. Sin embargo, la situación actual no es tan próspera, aunque no por ello está completamente olvidado. Castle Crashers se ha convertido por méritos propios en una de las mejores opciones que podemos encontrar en los servicios de descarga digital tanto de Xbox Live Arcade como de PlayStation Network, y el videojuego de Scott Pilgrim, sin llegar a la excelencia, cumple notablemente.
Ante este panorama, Punchers Impact lanza para Xbox Live Arcade primero y para PlayStation Network y PC posteriormente, Lucha Fury, un juego con el que pretenden mezclar el estilo clásico de los "yo contra el barrio" con una ambientación inspirada en la locura de la lucha libre mexicana.
Pero lo cierto, es que el juego hace aguas por todos lados.
La lucha libre, ¿regalo o castigo divino?
El argumento no es precisamente el principal punto fuerte de este tipo de juegos y Lucha Fury no es la excepción. La lucha libre es un regalo de los dioses y para honrarlos por tal presente, los luchadores usan máscaras, aunque hay quienes no están muy de acuerdo con esta filosofía. Así que sin venir muy a cuento tras esta explicación, pasaremos a manejar a uno de los 4 personajes, que cumplen con los estereotipos del género, es decir: la chica, débil pero ágil. El musculoso, muy fuerte pero también muy lento. El clásico luchador equilibrado en todos sus aspectos, pero sin destacar en ninguno de ellos. Y por último, al típico personaje algo más pequeño y ágil que sin ser tan veloz como la chica, es más fuerte. Nada nuevo bajo el sol como podéis ver.
Empezaremos en un ring de lucha libre, que hará las veces de tutorial y donde aprenderemos los pocos movimientos que el juego nos ofrece. Puñetazo, patada, agarre, salto, remate y correr. No busquéis más, porque no lo encontraréis. El problema no es tanto por la cantidad de acciones que tenemos, sino por los controles. Los personajes responden de forma pésima a los mandos y nunca tendremos la sensación de conseguir dominarlos.
A medida que vayamos avanzando, iremos desbloqueando nuevos movimientos, que realmente son más decorativos que útiles, ya que no se nos requiere, premia u obliga a utilizarlos. Casi todos los enemigos requerirán de 3 o 4 golpes para tumbarlos y de un remate posterior, por lo que el 95% del tiempo nos pasaremos aporreando el botón de puñetazo o patada (según gustos) constantemente. Si en algún momento decidimos probar otro tipo de combo para buscar algo de variedad, nos daremos cuenta de que realmente no salen a cuenta, ya que son menos efectivos. Además, si nos aturden, cosa que pasa con bastante frecuencia al recibir un par de golpes, tendremos que agitar el stick derecho de un lado a otro rápidamente, perdiendo unos segundos que suelen acabar con una paliza por parte de nuestros enemigos, encadenando un aturdimiento tras otro.
Uno de los mayores problemas de este tipo de juegos radica en la facilidad que tienen para volverse repetitivos en poco tiempo. Muchos de ellos, usando diversos recursos han conseguido superar ampliamente este pequeño escollo, pero nuevamente, no es el caso de Lucha Fury. Enemigos clónicos donde lo único que cambia de vez en cuando es el color. Los jefes a pesar de buscar mecánicas algo más variadas también fracasan ante lo aburrido y simple de sus planteamientos.
Matar los mismos enemigos, una y otra vez, sin descanso y pulsando el mismo botón, será lo único que hagamos, al mismo tiempo que lidiamos con los indomables controles, conseguirán que en menos de 10 minutos ya estemos cansados y aburridos. El desarrollo argumental tampoco ayudará a incitarnos a avanzar para ver qué es lo próximo que pasa. Con la premisa de resolver el misterio del robo de nuestras bebidas energéticas, la historia no resulta atractiva y está contada bastante mal. No será raro encontrarnos sin saber qué pintamos en los escenarios y porqué estamos allí.
Ni siquiera la posibilidad de jugar en cooperativo hasta 4 jugadores consigue dar algo de viveza al título, aunque al menos tendremos alguien con quien hablar para intentar distraernos. Además, solo permite multijugador local, ya que no existe soporte para jugar online. Por suerte, la aventura no resulta especialmente larga, ya que apenas llega a la hora de duración, por lo que el tormento se acaba pronto. Aunque la verdad es que si conseguimos llegar hasta el final, tendremos la impresión de que ha pasado una eternidad.
Interesante dirección artística
Una de las cosas que más destacan de Lucha Fury, y casi diríamos que lo único, es su atractivo aspecto visual inicial. Y decimos inicial, porque a pesar de que al principio todo es muy llamativo y agradable a la vista, con unos diseños ciertamente conseguidos, a medida que avanzamos todo se volviendo más apagado, soso y genérico.
Gráficamente tampoco es ninguna maravilla, con modelados muy simples, efectos gráficos inexistentes y animaciones completamente ortopédicas y rígidas. El sonido va por un camino similar. Mucha música mariachi en consonancia con la ambientación del título, que se repetirá una y otra vez, llegando a provocar que bajemos el sonido del televisor al poco de empezar.
Conclusiones
Lucha Fury se trata de un juego difícilmente recomendable incluso para los fans más fervientes de los clásicos arcades de "yo contra el barrio". Hay muchas y mejores opciones antes que lo que la propuesta de Punchers Impact nos ofrece. Un atractivo trabajo de dirección artística que se va diluyendo conforme avanzamos, una historia olvidable y mal contada, una jugabilidad tediosa y repetitiva, unos controles indomables y la carencia de juego online, hacen de Lucha Fury un título para el olvido.