Análisis de Bangai-O HD: Missile Fury XBLA (Xbox 360)
Treasure es una compañía mítica en el mundillo de los videojuegos. Dando guerra desde 1993, cuando se fundara por varios ex trabajadores de Konami, desde sus comienzos se especializaron en los matamarcianos o shoot 'em up, ya fuera con toques de plataformas por tierra, o por el aire con naves espaciales. Gunstar Heroes, Dynamite Headdy, Alien Soldier, Radiant Silvergun, Sin and Punishment, Ikaruga, etcétera, toda una lista de joyas entre las que se encuentra también Bangai-O, un título de 1999 para Nintendo 64 que sería convertido a Dreamcast, y que contaría con una nueva entrega en 2008 para Nintendo DS, Bangai-O Spirits.
Ahora llega para Xbox Live una nueva entrega de esta saga, Bangai-O HD: Missile Fury, que aunque mantiene la jugabilidad de los clásicos, elimina otros elementos, como cualquier atisbo de historia y de personajes protagonistas. Manejamos un mecha o robot -de pequeño tamaño en pantalla- que se puede desplazar volando por todo el escenario disparando en cualquier dirección, en niveles que tienen orientación vertical, horizontal o ambas.
Se juega parecido a las anteriores versiones, pero lo que le hace mejorar muchísimo es el uso de los dos stick analógicos. Con el izquierdo nos movemos y con el derecho disparamos, en la dirección que estemos apuntando cuando lo mantenemos pulsado, o bien con el disparo automático activado.
Cientos de enemigos y proyectiles pueblan la pantalla, que podrían parecer imposibles de esquivar, pero para lo que contamos con varios recursos. Dos tipos de disparos podemos llevar a la vez, entre siente diferentes: disparos rectos, misiles que fijan y siguen a los enemigos, otros que rebotan, explosivos, más rápidos, que cancelan ataques enemigos, etcétera, los que deberemos dominar y saber combinar para tener éxito. Pero la base de la jugabilidad más que en nuestras armas se encuentra en saber defendernos apropiadamente.
Por un lado tenemos el ataque Dash, que se realiza con el gatillo derecho y que permite hacer una o hasta tres cargas seguidas. Este no solo vale para esquivar y cargar contra los enemigos, sino que sobre todo nos sirve para salir airosos de las lluvias de balas. Cuando lo gastamos tenemos que esperar unos segundos a que se recargue, por lo que es de vital importancia aprender a usarlo. Si presionamos el gatillo derecho sin pulsar en ninguna dirección realizamos el ataque Freeze, que congela a los enemigos que se encuentran más cercanos, y durante el cual somos invencibles, muy importante también aprender a dominar y entender.
El contraataque es el otro núcleo de la jugabilidad, posiblemente el más importante. Con el gatillo izquierdo y siempre y cuando tengamos al menos uno de hasta diez ataques que podemos almacenar, lanzamos una lluvia de proyectiles del arma que tengamos equipada. Cuanto más tiempo mantengamos apretado el botón, más poderoso será el ataque, pero claro son unas décimas de segundo que en ocasiones pueden ser vitales, por lo que hay que tener nervios de acero para saber aguantar lo suficiente y soltar en el momento justo el contraataque. En su caso más extremo, con centenas de enemigos y cargándolo al máximo, podemos llegar a lanzar hasta ¡1000 disparos!, una orgía de destrucción que barre la pantalla, pero que incluso en los momentos más difíciles no resulta suficiente. Es tan importante este elemento, que la barra se carga con bastante rapidez, según abatimos enemigos. También tenemos otra de vitalidad con 200 puntos de vida, que recuperamos con frutas –sí, es un poco excéntrico, pero un clásico de la saga-.
Todo esto suena muy bien, de hecho el juego se controla de maravilla y tenemos muchas posibilidades tanto en armamento como en movimientos, pero olvidaros del típico desarrollo de un matamarcianos clásico de ir avanzando por las fases, aquí se trata de 100 niveles, casi siempre de reducido tamaño, y que para superarlos tendremos diferentes metas. En ocasiones acabar con todos los enemigos, en otras destruir ciertos elementos, colocar unos cubos en determinados lugares, y siempre con una dificultad rozando la locura. Ya no solo es complicado terminar un nivel tal cual, sino que encima siempre tenemos un tiempo determinado para hacerlo, y que suele ser muy justo, tres, cuatro minutos, incluso menos, por lo que no nos podremos entretener para nada.
Veremos la palabra Game Over decenas de veces, tan consciente es el juego de esto que cuando nos matan tres veces en un nivel –lo más normal del mundo- podemos pasar al siguiente sin haberlo completado. La dificultad es disparatada, y no siempre lineal, y mucho menos progresiva. Ya en la tercera fase tendremos problemas, de las más de cien, por lo que se trata de un matamata para un público muy concreto, los hardcore de lo hardcore. Y cuando hablamos que es difícil no lo decimos por una cuestión de habilidad, sino que se trata de un shoot 'em up casi estratégico, de puzles, en el que es más importante saber qué tenemos que hacer, cómo y cuándo, que nuestra habilidad con el mando, aunque claro, por supuesto que es importante.
Aunque frustrante y a veces desesperante, también es tremendamente satisfactorio cuando conseguimos completar un nivel que se nos lleva atragantando un buen rato, y su planteamiento, de superar fases que con casi puzles en sí mismas, nos parece único en el género. Una ilustración de nuestro capitán al comienzo de cada nivel nos da un apunte o una ligera pista de cómo deberemos resolver ese nivel, una información que suele ser vital para tener éxito. A pesar de esto, y de incluir un tutorial, carece de cualquier curva de aprendizaje y dificultad, y es de una hostilidad para el recién llegado como pocas veces hemos visto.
Además de los 100 niveles, incluye un completo editor de fases en el que podremos realizar cualquier cosas que hayamos visto en el juego, e incluso ir mucho más allá. Nos da una libertad tremenda, y es una genial idea, pero solo podemos compartir estos niveles con nuestros amigos, y no podemos descargar fases realizadas por cualquiera, lo que es una pena, y hubiera hecho de él un título infinito. Entendemos que para un proyecto tan modesto es complicado crear semejante infraestructura, pero también es cierto que si no se pueden compartir los niveles, casi pierde todo su sentido, y crearte pantallas para ti mismo no es que tenga mucha gracia. Además hay modo multijugador, para jugar por internet o mediante System Link, y aunque se agradece, lo suyo hubiera sido que fuera local, ya que nos ha sido imposible encontrar gente con la que jugar.
Técnicamente es discreto, pero cuando vemos cientos de proyectiles y enemigos en pantalla nos damos cuenta que no tiene ser nada fácil mover todos esos elementos y que el juego vaya fluido en casi todo momento, por lo que es meritorio. El diseño artístico es discreto, con alguna excentricidad como las frutas que ya hemos dicho, enemigos hormigas, o unos balones de fútbol en un par de fases que sirven para golpear, pero bastante sobrio para lo que suele ofrecer Treasure. En cambio donde sí se nota más el toque de esta genial compañía japonesa es en el sonido, tanto por los efectos de explosiones y disparos como por la música, con un aroma retro encantador.
Bangai-O HD: Missile Fury es un matamata notable, único en el género, con una jugabilidad de acero, una mecánica sorprendente e inteligente, pero que en cambio, a pesar de todo esto, lo recomendaríamos con muchas reservas. Solo para los más fanáticos del género, y aun así, sabiendo lo que se van a encontrar, con una dificultad demencial, no tanto por exigir nuestros mejores reflejos, sino por tener que usar la inteligencia. Nos hubiera gustado con esta jugabilidad –personalmente hablando-, un desarrollo más clásico, con largos niveles y jefes de final de fase, y una pequeña y anecdótica historia, vamos, un matamarcianos de toda la vida. Pero tira todo eso por tierra y ofrece 100 niveles que son cada uno un rompecabezas, tan complicado y frustrante como satisfactorio cuando conseguimos el éxito, uno de esos juegos que no va con medias tintas: o lo odias, te desespera y no lo entiendes, o conectas con su dinámica, la comprendes y lo llegas a dominar, y te enamoras perdidamente. Avisados estáis, pero sin duda, una genialidad más de Treasure.