Análisis de Star Soldier R (Wii)
La saga Star Soldier, firmada por Hudson, es uno d elos matamarcianos con más solera que se pueden encontrar en el mundo de los videojuegos, y en ese sentido hay que tener en cuenta que tenemos a sus representantes Super Star Soldier y Soldier Blade, originales de TurboGrafx, disponibles para ser descargados en la Consola Virtual de Wii.
La que nos ocupa ahora, Star Soldier R, es una nueva entrega de la saga que Hudson ha creado específicamente para el sistema de descargas WiiWare para la consola de Nintendo, represntando un paso a los gráficos tridimensionales y a una mayor espectacularidad visual derivada de aprovechar la potencia de la consola frente al regusto clásico de los bitmaps de TurboGrafx. Pero más allá de eso, la verdad es que la experiencia va a ser completamente tradicional, ofreciendo un matamarcianos con vista cenital, tres velocidades de desplazamiento para nuestra nave, y desarrollo vertical que hará las delicias de los aficionados al género.
Por tanto, se recupera el espíritu esencial de la saga, con un ritmo de acción frenético, pero su apuesta tiene puntos diferentes que le imprimen personalidad propia que quizás no sean de plena satisfacción para los habituales a Star Soldier. Y es que lo que nos ofrece este juego es, simplemente, dos niveles que tenemos que superar para conseguir la mayor puntuación posible en una suerte de torneo. De hecho, todo el foco del juego se ha desplazado hacia las tablas de puntuaciones en línea. Por un lado, conseguimos al fin que una desarrolladora ponga su atención en el juego en línea en Wii, pero, por otro, su desarrollo peca de excesivamente corto, lo que al final juega en su contra.
Y es que por muy adictivo, intenso y bien diseñado que sea (que lo es), dos niveles van a saber a poco por muy rejugable que sea el título, e incluso por muy enganchados que estemos a batir nuestro propio récord, pues, al final, el jugo que se le saca es limitado. De esta manera, el juego divide sus modos de juego en las dos vertientes temporales, clasificadas en dos y en cinco minutos, y una de reto rápido (¿más?). Pues sí, más: diez segundos para pulsar el botón tan rápido como puedas, todo un rompe-pulgares que mide cuántas veces pulsamos el botón en ese plazo de tiempo.
Lo que nos queda, por tanto, es enfrentarnos al reloj sin más objetivo que matarlos a todos, conseguir la mayor puntuación posible y dejar nuestro nombre en la tabla de récords. Vamos, una experiencia arcade pura y dura que sería impresionante con un juego de duración normal, pero que aquí nos sabe a poco. Podemos competir tanto en las tablas de puntuaciones por regiones como en las mundiales, y hará las delicias de los que sean auténticos apasionados del género, pero la verdad es que para todos los demás Star Soldier R les va a saber a poco. De hecho, si el planteamiento no nos convence (lo que es bastante posible, pues está dirigido a un sector muy específico) y buscamos un matamarcianos, los predecesores de este título, sin ir más lejos, son excelentes alternativas. Pero claro, la verdad es que cuando vemos títulos completos como Iridion II (Nintendo DS) o Ikaruga en formato descargable para Xbox Live Arcade que son matamarcianos completos y con el mismo componente competitivo de las tablas de puntuaciones.
Por otro lado, hay que reconocer que al estar completamente centrado en matarlos a todos y hacerlo rápido, prescindiendo de todo lo que podría considerarse mínimamente accesorio, la experiencia es muy purista, y el sistema de puntuación va en consonancia. Hay un medidor de combo que hay que alimentar a base del disparo continuado, eliminando enemigo y consiguiendo bonificaciones de puntuación, armamento (disparando en múltiples direcciones de forma simultánea) e incluso orbes defensivos u ofensivos. Además, hay localizaciones concretas que al ser eliminadas nos dan una puntuación adicional, por lo que no sólo hay que matarlos a todos, sino que hay que ir experimentando con los entornos. Y luego, claro, los jefes finales, que son una estupenda guinda de puntos.
Lo cierto es que el concepto funciona, es muy adictivo, y nos da una diversión muy intensa y competitiva, pero le falta una experiencia de juego más conservadora con un desarrollo completo que nos permitira progresar de nivel en nivel, machacar al jefe final, y ver una secuencia final tan intrascendente como espectacular. Pero con sólo dos niveles, esto sabe a poco. Y a nivel técnico tampoco acaba de lucirse. El diseño visual es atractivo, pero se nota que no se ha trabajado mucho el campo de las animaciones, un poco bruscas en ocasiones, y los fondos a veces pecan de ser demasiado simples.
Con sólo dos fases, esto se hace mucho más evidente al no haber opción de disfrutar de una variedad de entornos. Se compensa, eso sí, con la cantidad de elementos que puede llegar a haber en pantalla, y buen diseño de naves. Por su parte, la música es bastante machacona, pero en la línea de la saga, al igual que los efectos de sonido, contundentes y abrumadores en ocasiones dado el intenso ritmo de juego que impone el título.