Análisis de Sonic y los Anillos Secretos (Wii)
Sega ha preparado el desembarco de su mascota, Sonic, en las consolas de nueva generación con dos títulos bien diferentes. El primero ha sido el juego para Xbox 360 y PlayStation 3 (que saldrá en Europa junto con la consola), y ahora le toca el turno a Wii con Sonic y los Anillos Secretos un juego que tiene importantes diferencias con respecto al título lanzado en las otras dos consolas.
El juego se ha adaptado al sistema de control que puede proporcionar la consola de Nintendo y, además, su diseño es sustancialmente diferente, estando ante un juego en el que la velocidad será el elemento dominante, muy por encima de la exploración y los toques aventurescos. Sega parece haber buscado ofrecer una experiencia de juego abiertamente diferente a la de las últimas entregas de los juegos de la saga, lo que se nota en la ambientación de las que serán las primeras fases del juego, con unos toques arábigos muy marcados. Pero habrá que ver cómo funciona todo el conjunto, claro.
Lo primero que nos va a llamar la atención es la ambientación, muy alejada de las praderas verdes que daban la bienvenida en casi todos los juegos de la saga a los jugadores, o de los ambientes más urbanos que también han predominado en otros juegos más recientes. La premisa aquí es que una genio de un anillo mágico, Shahra, se presenta ante el erizo azul para salvar el mundo del libro de las Mil y Una Noches, amenazado por el maligno Erazor Djinn, así que a Sonic no le queda más remedio que prestarle ayuda para intentar salvar al mundo de esa amenaza que se cierne sobre toda la esencia de los cuentos. La narrativa del juego es definitivamente negligente, no por su presentación, que busca emular las ilustraciones –estáticas- de un libro, sino porque es lenta y torpe, cortando la acción en exceso. Siempre nos las podemos saltar, claro, al fin y al cabo hay que reconocer que el arco narrativo no es ni mucho menos lo importante, pero ya que está, tendrían que haberlo hecho bien. Del mismo modo, al juego le cuesta entrar en materia, con un tutorial forzoso nada integrado en el juego, muy cuarteado al enseñarnos a hacer las acciones básicas de manera independiente, sin relación entre ellas, en un pasillo muy bonito con una textura de hojas de libros por el suelo. Es, la verdad, desalentador.
Sin embargo, todo cambia en cuanto empieza el juego de verdad. Y además va mejorando según avanzamos en él. Habrá que superar una primera impresión que no creemos que sea excesivamente en muchas personas para descubrir que Sonic y los Anillos Secretos esconde, más allá de ese cuestionable planteamiento de la primera media hora –o más- de juego, un buen diseño.
Las fases se estructuran en siete grandes mundos (más el tutorial, que una vez superadas las ocho fases iniciales se irá abriendo poco a poco) de diferentes ambientaciones, por lo que toda esa atmósfera inicial que parece anunciar un juego monotemático (lo que no tiene que ser, necesariamente, ni malo ni bueno) nos irá presentando un mundo prehistórico, con dinosaurios enormes, unas ruinas flotantes, un mundo de piratas, etc. La ambientación es, por norma general, muy buena, pero sin duda el final del juego, del que no os vamos a hablar por razones obvias, representa uno de los entornos visuales más elaborados y sorprendentes que hasta el momento se han podido ofrecer en Wii. El juego no mantiene una tónica tan espectacular en todo su desarrollo, pero desde luego el cierre es muy bueno y el desarrollo vale la pena.
Cada mundo se divide en múltiples fases que plantean todo tipo de retos, siendo el primero recorrer el nivel desde el principio hasta el final. A partir de aquí, según lo hagamos, se irán abriendo nuevos retos, como recolectar objetos, ya sea una cantidad determinada de anillos u otra cosa, correr contra el reloj, no matar a un ningún enemigo, no romper ciertos objetos, etc. Por supuesto, en esta tónica se incluye, tarde o temprano, el derrotar al jefe final. El planteamiento es algo diferente a los juegos de Sonic, y combina fases de desarrollo largo con otras más cortas, componiendo una amplia variedad de situaciones que desde luego le sientan muy bien al erizo. Y sí, algunas fases las recorreremos quizás más de diez veces, pero la manera de plantear los retos que lanza el juego hace que no haya sensación de repetición. En este sentido, el juego destaca sobre algunas de las últimas entregas de la saga, que quizás no habían conseguido definir con acierto su desarrollo.
El sistema de juego, y en concreto el control, nos va a recordar en cierto modo a los juegos bidimensionales de la serie, con un Sonic en solitario muy rápido y que va siempre (bueno, con excepciones) hacia delante. Podría definirse casi como un juego de velocidad y plataformas sobre raíles, en la medida en que el factor de exploración que se fue desarrollando ya en Megadrive y que explotaron muy especialmente los Adventure se ha convertido en el desbloqueo de diferentes retos, como hemos explicado en el párrafo anterior. Lo más discutible puede ser el hecho de que Sonic siempre se esté moviendo: por defecto, el erizo avanza.
Sonic y los Anillos Secretos se controla sosteniendo el mando remoto de Wii en horizontal, con las dos manos. Como hemos dicho, Sonic siempre va hacia delante, acelerando progresivamente, y si queremos que el erizo frene tendremos que pulsar y mantener el botón 1 del mando. Saltaremos con el botón 2, obteniendo diferentes resultados en función de cuánto tiempo lo tengamos pulsado, siempre considerando que Sonic salta cuando liberemos el botón. Para atacar a los enemigos bastará con saltar, y estos se marcarán con un círculo verde y luego rojo, lo que nos indica que con un rápido movimiento hacia delante del mando Sonic se lanzará hacia él para eliminarlo. Con una serie de enemigos, iremos eliminando a uno tras otro.
El control resulta muy fácil, pero se va haciendo complejo según Sonic va ganando más y más velocidad, haciendo que se haga difícil sincronizar esos movimientos básicos con éxito, sobre todo cuando corre especialmente rápido y debemos evitar (saltando o esquivando) los obstáculos para no frenarnos. Y esos obstáculos pueden ser tanto columnas que nos frenen como pinchos, fuego u otros elementos que nos dañen.
Lo cierto es que el sistema funciona de acuerdo al diseño del juego, y resulta divertido, aunque su planteamiento ciertamente poco ortodoxo puede no ser tan satisfactorio para quienes busquen una experiencia más cercana a la de los títulos de Dreamcast. Por ejemplo, no hay un sistema de vidas, ya que cada vez que caigamos por un abismo o nos elimine un enemigo, empezaremos desde el principio o desde una zona próxima, en función de la duración y objetivo de la fase, siendo estos reintentos ilimitados. Está bien porque compensa la dificultad relativamente de algunas secciones del juego, aunque nos parece que la curva de dificultad es progresiva y bien diseñada.
De ese modo, una vez hayamos dominado el control básico de Sonic (quien, poco a poco, irá adquiriendo más habilidades) descubriremos que la dificultad se va viendo incrementada de manera gradual a lo largo de los mundos que componen el título. Hay algún pequeño salto algo más brusco aquí y allá, sobre todo en los momentos finales, pero en líneas generales la producción del juego en este aspecto es positiva.
Como hemos señalado, Sonic conseguirá más habilidades. Este sistema de progresión del personaje se basa en una puntuación de experiencia que se evalúa al final de cada reto que superemos, teniendo en cuenta diversos parámetros como la consecución de objetivos, rapidez, habilidad... Así, el erizo irá sumando varios movimientos extra que luego podremos practicar en las secciones del tutorial o prólogo que quedaron cerradas al principio del juego, tras las ocho iniciales. Sin embargo, sólo podremos llevar una cantidad de habilidades determinadas en cada momento, en función de cuántos puntos de habilidad tengamos y cuántos precise cada una.
Se podrán guardar diferentes combinaciones de habilidades en cada uno de los cuatro anillos (clasificados de A a D) que aparecen antes de empezar una fase, lo que nos permite, por ejemplo, tener una configuración destinada a potenciar al máximo nuestra velocidad preparada para fases que precisen de ello, o a añadir más movimientos evasivos, por poner unos ejemplos. Realmente el sistema da muchas posibilidades, pero dentro del diseño del juego no se precisa explotar toda la profundidad que abre la gestión de habilidades, lo que en cierto modo indica que el juego es mucho más accesible de lo que podría parecer en un primer momento, aunque no se ha sabido explotar bien esta función, curiosa eso sí.
El modo para un jugador, la aventura principal, es, por tanto, extensa, está bien llevada y resulta satisfactoria pese a sus comienzos un poco titubeantes. Y se complementa con un modo multijugador para hasta cuatro personas construido sobre minijuegos. Constituye un buen añadido, aunque desde luego no es donde está el punto fuerte del título, si bien es cierto que podrá ofrecernos una buena diversión con otras personas, siempre que no tengamos ya algunas de las alternativas que en este sentido presenta el catálogo de Wii, como Wario Ware o Rayman Raving Rabbids. Por otro lado, que los personajes que aparecen en este modo (Sonic, Tails, Knuckles y Amy) puedan ser controlados por la máquina con tres niveles de dificultad nos permite disfrutar de estos minijuegos (unos cuarenta) competitivos aunque estemos solos, y eso también es importante.
Los minijuegos son muy variados y se construyen en torno a competiciones mayores, como el Palacio del Torneo, el Bazar Mundial o la Costa Pirata, hasta cinco. Son diferentes competiciones que se deciden en función del resultado que se obtengan en los minijuegos que van apareciendo, más en la línea de los juegos de tablero (tipo los Mario Party de Hudson) que en las alternativas presentes en Wii hasta el momento, por lo que realmente puede ser un incentivo mucho más atractivo para los jugadores que vean en este tipo de multijugador algo que todavía no les ha ofrecido la consola. No es, desde luego, tan completo como podría esperarse de un juego centrado exclusivamente en eso, pero sus opciones son más que suficientes y plantea minijuegos que nos harán usar el mando remoto de la consola de maneras diferentes.
Gráficamente estamos ante un juego con un buen diseño artístico, del que ya hemos destacado los entornos en los que tiene lugar la acción. Los escenarios son amplios, y Sonic está bien dibujado, algo aplicable a un amplio espectro de los enemigos que hay en el título. Todo se mueve a mucha velocidad, sin ralentizaciones, aunque en algunas ocasiones la geometría de los entornos puede resultar algo simple. Lo mismo se puede aplicar a determinadas texturas, pero éstas están diseñadas para pasar a gran velocidad, y en realidad no es la tónica habitual de lo que vemos en pantalla. El punto negativo lo marca la no inclusión de soporte para imagen progresiva (480p), que hubiese beneficado en especial a un juego como éste, y un aspecto mucho más simple como tónica general en el apartado multijugador.
En el campo del sonido, destaca la posibilidad de escoger entre las voces inglesas o japonesas (los subtítulos, claro, están en español) y una banda sonora con mucho ritmo y tintes rockeros que parece recordarnos a algunas de las composiciones que presentó la serie en los 90. No podemos obviar, eso sí, que las voces inglesas son más que cuestionables a nivel interpretativo, resultando mucho más convincentes las japonesas que, a diferencia de las sajonas, no son anodinas.
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