Análisis de Harvest Moon: El árbol de la tranquilidad (Wii)
La saga Harvest Moon siempre ha presumido, desde sus orígenes en Snes, de poseer una profundidad y amplitud de juego que muchos juegos con más pretensiones no han podido superar. Tan sólo se le podría achacar que, pese a haber sido lanzados más de 20 títulos repartidos en unas cuantas consolas, su mecánica apenas ha variado hasta hoy en día, y en realidad no ha habido una evolución muy marcada desde que vio la luz en SNes más que la que cabría esperar en cuanto a gráficos. Pese a todo, los desarrolladores del juego siempre han sabido modificar sabiamente unos u otros aspectos, de tal forma que cada entrega de Harvest Moon ofrece patrones de jugabilidad sensiblemente diferentes entre versiones, y El Árbol de la Tranquilidad no iba a ser la excepción.
La trama del juego nos emplaza en la isla Waffle, donde sus habitantes han perdido el contacto con la naturaleza desde la desaparición del Árbol Madre. Además, la Diosa de la Cosecha también ha desaparecido, por lo que la situación es insostenible hasta que llega un nuevo granjero dispuesto a poner solución al caos que impera en el lugar. Lo cierto es que de buenas a primeras logra captar la atención y se aleja de la archirrecurrida situación en otros capítulos en los que simplemente se heredaba una granja.
Sin embargo, la mecánica sigue inalterable, y con la ayuda de los aperos típicos de una granja, deberemos cosechar diferentes tipos de hortalizas, cuidar nuestro ganado y vender los productos que conseguimos. Otro aspecto importante del juego es la interactividad con los demás habitantes de la isla, de los que habrá que granjear su amistad hablándoles, haciéndoles regalos, y participando en eventos y festivales de la comunidad.
De hecho, uno de los puntos más trabajados en esta ocasión es la carga social. Mientras que en títulos anteriores los diferentes personajes repetían una y otra vez la misma cantinela siempre que se les dirigía la palabra, y sólo cambiaban sus frases en función del grado de amistad que se tenía con ellos. En Árbol de la Tranquilidad se disfruta de una mayor riqueza en cuanto a reacciones de la gente por los cambios que se producen en el entorno a medida que el jugador va progresando y dejando huella de sus acciones.
Además, hay una abundancia de personajes bastante importante ya desde el principio y que poco a poco va aumentando hasta sobrepasar el medio centenar, lo cual repercute positivamente en el carácter social del juego, pues el jugador acaba teniendo la sensación de que uno forma parte de una comunidad en la que suceden cosas que no se conocen del todo al ser imposible vigilar uno por uno a todos los isleños y sus reacciones. Todo esto se ve reforzado por la posibilidad de elegir personaje masculino o femenino al inicio del juego, por la amplia colección de posibles novios y novias, cada uno con su personalidad fuertemente marcada, y por la capacidad de llegar a casarse y tener un hijo con aquel personaje más afín a nosotros.
Un juego de granjeros para granjeros
Es probable que aquellos que nunca han jugado a Harvest Moon se sientan al principio perdidos sin saber muy bien qué hacer, y luego desbordados por la gran cantidad de tareas que se pueden llegar a realizar. El pequeño tutorial que hay al principio en el que se le da un repaso a las acciones básicas (sembrar, regar, cosechar) no deja entrever otras acciones que se pueden llevar a cabo como por ejemplo la minería o la pesca y que quizás hubiesen sido más provechosas para principiantes. De todas formas es un pequeño obstáculo totalmente salvable ya sea con unas pocas horas de juego, o bien recurriendo a alguna guía. Al contrario de lo que venía siendo habitual, el tiempo en El Árbol de la Tranquilidad transcurre incluso dentro de los edificios, por lo que es totalmente imposible realizar todas las tareas pendientes en un único día, obligando a planificar lo mejor posible las actividades que necesitan de nuestra mayor atención durante la jornada y al mismo tiempo sin olvidar otras tareas que nos conducirán a nuevos retos.
En este sentido, hay que destacar novedades que aumentan la jugabilidad y sin duda serán del agrado de los granjeros más experimentados. No sólo se trata de la inclusión de nuevas especies de animales a los que cuidar, algunas tan exóticas como los gusanos de seda o las avestruces, las cuales además de huevos también nos proporcionarán un medio de transporte muy extravagante, sino de elementos que además de aportar frescura, captarán toda la atención del jugador. Uno de ellos es la posibilidad de trabajar a tiempo parcial para alguno de los pobladores de la isla. Se trata de un sistema que permite ganar dinero con una relativa facilidad a través de una serie de escenas hasta el cierre de la tienda contratante.
Además, también se aumenta la amistad con todos los personajes que de alguna manera están relacionados, incluidos los posibles cónyuges. No se consume energía y cuantas más veces se trabaje, más beneficios obtendremos a corto plazo. También hay una gran cantidad de animales salvajes de los que podremos ganarnos su amistad y conseguir que, por ejemplo, ese oso panda que tanto nos llama la atención, acabe siendo nuestra mascota. Otra opción que se ofrece al jugador desde el inicio es la elección del lugar donde queremos establecer nuestra vivienda, algo que aunque aparentemente sólo sea anecdótico, aporta la particularidad de que cuando uno observa las partidas guardadas de alguien de nuestro entorno (familia o amigos), puede ver muy claramente el estilo de juego que tienen esas otras personas y cómo El Árbol de la Tranquilidad se ha adaptado perfectamente.
También se puede diseñar la ropa de nuestro protagonista. No es que sea algo tan elaborado como lo visto en Animal Crossing, pero aporta su granito de arena y uno ya no tiene por qué ver cómo el protagonista se pasea en pantalones cortos, camisa y gorra independientemente del tiempo y de la estación en la que se encuentre. Por último, destacar el empuje que se le ha dado a la rejugabilidad al poder disfrutar del juego siendo el hijo de nuestro héroe, opción que abre nuevas vías de diversión una vez hayamos acabado con el juego.
En cuanto al control, se ha enfocado más hacia el estilo tradicional, lo cual no quiere decir que no se puedan realizar ciertas acciones moviendo el mando de la Wii, como cavar o segar, pero sin duda es más cómodo, rápido y preciso el apretar el botón A para, por ejemplo, regar una planta, que hacer un movimiento que la consola puede malinterpretar. Es algo que quizás pueda molestar a los defensores a ultranza del nuevo sistema de control de Wii, pero lo importante es manejar el personaje lo más intuitivamente posible, y Harvest Moon se presta más al control por botones. De todas formas, a pesar de que no se ha explotado las características únicas del mando de Wii todo lo que cabría esperar, las dos opciones están presentes y será el jugador quien decida cómo hacer.
Un aspecto técnico mejorable
Desde sus inicios, Harvest Moon no ha alardeado de gráficos de última generación capaces de sorprender a propios y extraños, sino que siempre ha sido más bien mediocre. "El Árbol de la Tranquilidad" sigue el mismo principio, y aunque muestra unos entornos y escenarios bastante bellos, no son los que cabría esperar a estas alturas de la potencia gráfica de Wii, sino más bien de su predecesora GameCube. De hecho, se puede decir que el juego A Wonderful Life, que apareció en el mercado europeo hace ya unos cuantos años, luce mejor que esta entrega. Sea como sea, cumplen su cometido, y la cámara funciona a la perfección con las acciones del protagonista. No se puede decir lo mismo del sonido. Quizás al principio uno se sorprenda por la pegadiza música de fondo o los sonidos de los animales, pero a medio plazo pueden resultar muy empalagosos y puede que uno acabe por reducir al mínimo el volumen cuando juega. La guinda final la pone la introducción de voces en los personajes; no es que no importe que sea ininteligible o no, sino que su calidad es paupérrima, y empeora un apartado técnico que en principio podría aspirar a, como mínimo, pasar lo más desapercibido posible.
Conclusiones
Harvest Moon: el Árbol de la Tranquilidad ha progresado mucho en cuanto al trasfondo social, dando un paso de gigante al pasar de una mecánica simple a una simulación bastante realista. Se han añadido suficientes novedades como para dotarle de todavía más profundidad de juego, sin olvidar esa sencillez que le caracteriza. Por lo demás, sigue siendo un juego muy suyo por su concepto que lógicamente no atrae a grandes cantidades de jugadores por todo el mundo, pero que consigue una fidelidad en aquellos que alguna vez han disfrutado de alguno de los títulos de esta saga que ya quisieran para sí otros juegos de mayor renombre. Si eres de los que les encantan los juegos de convivencia en general, es muy posible que el Árbol de la Tranquilidad te sorprenda gratamente.