Donkey Kong mira de frente a Super Mario en una aventura maravillosa que debes jugar: Análisis de Donkey Kong Bananza (Switch 2)

Donkey Kong Bananza es el exitoso retorno de la licencia a las aventuras 3D con una mecánica de destrucción rompedora, sorpresas y una elevada variedad.
Donkey Kong Bananza
·
Actualizado: 14:20 16/7/2025
Análisis de versión Switch 2.

Nada de juego de segunda fila o que no cuente con el presupuesto de una gran aventura. Donkey Kong Bananza es la nueva superproducción de Nintendo y en términos de desarrollo está a la altura de los más grandes lanzamientos de la compañía japonesa. Esta es la conclusión que obtenemos tras invertir más de 25 horas en completar un título que obviamente recuerda mucho a Super Mario Odyssey, pero que al mismo tiempo logra establecer una identidad propia.

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Ya desde los orígenes, Donkey Kong se distinguió de Mario por su fuerza. Mientras que el simio lanzaba barriles, el fontanero usaba sus saltos para esquivarlos. El poder de Donkey es por tanto el verbo principal de su nuevo videojuego, y para expresarse hace uso de un complejo sistema de destrucción que se convierte en una de las más importantes claves jugables.

Podemos destruirlo casi todo a nuestro alrededor, dando lugar a una mecánica que no solo está excelentemente resuelta, sino que resulta de lo más adictiva.

El diseño de Donkey Kong es muy carismático y hace gala de una gran variedad de animaciones de lo más simpáticas.
El diseño de Donkey Kong es muy carismático y hace gala de una gran variedad de animaciones de lo más simpáticas.

La destrucción es la clave de la diversión en Donkey Kong Bananza

Siempre que llegas a un nuevo escenario, se te plantea algún objetivo, aunque lo primero que tiendes a hacer es empezar a dar mamporros a las paredes, el suelo y el techo porque te permite abrirte paso por el terreno. Sin embargo, luego te das cuenta de que además lo estás haciendo porque la dinámica es una continua liberación de dopamina. A medida que golpeas, aparecen tesoros, pepitas de oro y nuevos caminos que llevan a estancias secretas o la consecución de bananas doradas. Seguramente te preguntarás cómo nos orientamos en un entorno tan aparentemente caótico. Hay un mapa en el menú de pausa con el que puedes guiarte, pero también disponemos de la utilísima ayuda de un sonar que Donkey activa dando una sacudida sobre el terreno, una acción que usaréis muchísimo.

La mecánica de destrucción está muy bien implementada, aunque tiene sus límites: gran parte del escenario es destructible, pero hay partes inquebrantables. Esto puede generar algunas frustraciones cuando quieres encontrar la ruta más directa hacia una banana u objetivo que estás viendo en el mapa o mediante el sonar. Es importante reconocer que la cámara se comporta mayormente bien, pero en las profundidades y rutas estrechas hay momentos en que puede resultar incómoda, algo lógico -por otra parte- debido a la dificultad de mantener el punto de vista con un sistema de juego tan ambicioso.

En la mayor parte de situaciones la fuerza resuelve los problemas planteados, pero en otras hay que buscar alternativas.
En la mayor parte de situaciones la fuerza resuelve los problemas planteados, pero en otras hay que buscar alternativas.

El juego recoge cantidad de elementos del universo Donkey Kong y los incorpora con mucho talento. Uno de los principales es la minería, que da pie a la acción de machacar el entorno. Es una mecánica que tiene su profundidad, porque a medida que exploramos el subsuelo nos encontramos con superficies de mayor dureza. La magia de esto reside en que podemos aprovechar rocas muy duras para acabar con los enemigos, con partes que parecen infranqueables, y en el caso de las rocas más blandas aprovecharlas para generar nuevos caminos, porque se pueden unir entre sí como si fuesen trozos de barro.

La distinta dureza de los materiales es un concepto brillante, y aunque no está todo lo explotado que nos habría gustado, supone uno de los elementos jugables más innovadores e inspirados de esta entrega. El otro factor revolucionario lo encontramos en que el viaje tiene lugar hacia los distintos estratos inferiores del planeta, con motivo de las bananas doradas que han desaparecido mientras Donkey Kong trabajaba en las minas de Isla Lingote.

Los escenarios pueden recorrerse de múltiples maneras gracias al poder de destrucción de Donkey.
Los escenarios pueden recorrerse de múltiples maneras gracias al poder de destrucción de Donkey.

Es decir, el viaje turístico alrededor del mundo de Super Mario Odyssey se sustituye aquí por un trayecto hacia los misterios de las profundidades. Esto ha dado una enorme libertad al equipo artístico para ser más arriesgados y proponer entornos fuera de la norma. Esto lo han hecho a través de diseños en muchos casos psicodélicos, en que el uso de los colores resulta bastante atrevido. Los lugares en realidad son muy icónicos, al estilo de un frondoso bosque, un cañón bañado por el sol del atardecer o una playa con aguas cristalinas. Sin embargo, el singular cromatismo que se utiliza otorga un toque onírico muy carismático que da identidad al título y te hace diferenciarlo de cualquier videojuego de la saga Mario, lo cual tiene su mérito.

Una estructura de juego novedosa basada en el viaje entre estratos

Esta búsqueda de una identidad propia es lo que lleva al juego a trasladarnos a distintas profundidades, y aprovechar dicho concepto para dar lugar a una estructura bastante peculiar. Aquí cada estrato es un mundo, y solamente cuando hemos cumplido los objetivos propuestos se nos permite descender al siguiente nivel. Cada estrato está muy diferenciado y posee su propia temática y personajes, así como problemas a resolver. Pero lo más llamativo es que dentro de cada estrato podemos encontrar varios subniveles, algo que propicia una de las novedades más atractivas de Donkey Kong Bananza.

La cantidad de elementos en pantalla puede ser muy elevada, dando lugar a algunas ralentizaciones puntuales.
La cantidad de elementos en pantalla puede ser muy elevada, dando lugar a algunas ralentizaciones puntuales.

Hay veces que tenemos que ir y volver entre estos subniveles para resolver una serie de situaciones. Contamos con eventos que están conectados a través de las distintas profundidades, jugando con el concepto de distintas alturas, algo que da también paso al aprovechamiento de las físicas del juego para resolver algunos puzles de entorno. Por ejemplo, podemos abrir un camino descendente con nuestros puños para que unos cubitos de hielo avancen hasta la lava, ésta se solidifique y así podamos seguir adelante. También es posible crear caminos con materiales especiales, conectando distintas plataformas que de otra manera sería imposible alcanzar.

Este tipo de propuestas son las que más nos han gustado, y se parecen a lo que podríamos encontrar en un videojuego de Zelda. En ocasiones, se hace incluso recomendable mirar el mapa para encontrar la solución, lo cual habla muy bien de un diseño intrincado y bien pensado. No obstante, es necesario decir que esto no ocurre durante todo el juego. La idea de los estratos y sus distintos subniveles es simplemente magnífica, pero no está lo suficientemente explotada y, sin duda, se le podría haber sacado muchísimo partido.

La presencia de distintos materiales, algunos explosivos, hace la jugabilidad mucho más interesante y variada.
La presencia de distintos materiales, algunos explosivos, hace la jugabilidad mucho más interesante y variada.

Muchas veces los subniveles están ahí simplemente para justificar una progresión de un punto a otro, con una serie de planteamientos que se limitan a encontrar partes corrompidas, devolverlas a la normalidad y seguir avanzando hasta encontrarte con un jefe de zona y derrotarlo. A este respecto, hemos echado en falta un poco más de diseño puramente plataformero, con saltos ajustados y momentos en que el timing sea importante. Donkey Kong Bananza es un juego que confía más en la potencia de los puños del protagonista, y por tanto es un título más centrado en la acción, dejando de lado otros elementos.

En cuanto a los jefes, en general nos han parecido satisfactorios, aunque con una combinación entre enfrentamientos inspirados y otros muy fugaces que acabarás en un abrir y cerrar de ojos, sin resultar especialmente memorables. De hecho, algunos se repiten en varias ocasiones con un incremento de dificultad. No obstante, se aprecian atisbos de inventiva en los planteamientos y las mecánicas de destrucción suelen estar bien implementadas en estos encuentros, prestando una especial atención a las transformaciones que puede experimentar Donkey Kong.

Como en Super Mario Odyssey, podemos equiparnos con distinta ropa, aunque aquí nos otorgan diversas ventajas.
Como en Super Mario Odyssey, podemos equiparnos con distinta ropa, aunque aquí nos otorgan diversas ventajas.

La variedad de las transformaciones y los desafíos en Donkey Kong Bananza

Y aquí queríamos llegar, porque supone otra de las grandes innovaciones de Donkey Kong Bananza. Al igual que ocurría en Super Mario Odyssey, nuestro protagonista puede transformarse, aunque aquí lo hace de una forma algo distinta. En determinados momentos del juego, llegamos a un evento especial en que tras reunir unos trozos de disco musical adquirimos una determinada transformación. Hay varias, y cada una nos proporciona una variante jugable de lo más interesante.

Tenemos a Bananza Kong, que incrementa la fortaleza de nuestro simio de forma temporal para que destroce todo lo que se interponga a su paso. Supone una transformación que hace la acción aún más brutal, y todo mientras suena la voz de Pauline de fondo. Luego contamos con Bananza Cebra, con la particularidad de que tiene mayor velocidad y es por tanto más complicado de manejar, pero a la vez nos permite atravesar los caminos más frágiles del escenario, o incluso correr sobre el agua. También mencionamos Bananza Avestruz, que nos otorga aún más libertad al poder volar temporalmente, así como planear y lanzar huevos a modo de bombas. Todas estas transformaciones abren nuevas posibilidades jugables y motivan distintos planteamientos en los escenarios. Lo cierto es que en este caso sí que hemos sentido que están mejor aprovechadas, aunque podrían haberlo estado todavía más, con un mayor número de situaciones que obliguen a su utilización.

¿Usar una roca para deslizarnos y evitar así los peligros? También es posible y lo usaremos bastante a menudo.
¿Usar una roca para deslizarnos y evitar así los peligros? También es posible y lo usaremos bastante a menudo.

Otro de los factores más importantes de Donkey Kong Bananza lo encontramos en los desafíos. En Super Mario Odyssey estaban insertados dentro del propio entorno, pero aquí se ha optado por dedicarles estancias separadas, como si se tratase de los santuarios de los últimos juegos de Zelda. Se trata mayormente de pruebas de habilidad que desafían tu destreza a los mandos, aunque también hay numerosos enfrentamientos y hasta un conjunto de niveles 2D inspirados en los Donkey Kong Country clásicos.

Estos desafíos proporcionan gemas de banandio para incrementar la sensación de progresión, pero también ofrecer una muy necesaria variedad al conjunto. Puede que te lo pases muy bien destruyendo el entorno y explorando, pero gran parte del éxito jugable está en alternar dichas partes con estos retos, los cuales en muchas ocasiones están muy bien pensados, e incluso los hay específicos para las distintas transformaciones que vamos desbloqueando.

Las bananzas tiene una jugabilidad única, como Cebra, que con su velocidad permite superar caminos muy frágiles.
Las bananzas tiene una jugabilidad única, como Cebra, que con su velocidad permite superar caminos muy frágiles.

También se da una circunstancia muy interesante, y es que existen desafíos que no solo pueden superarse de una manera. Al igual que ocurre en juegos como Zelda: Breath of the Wild o Zelda: Tears of the Kingdom podemos optar por múltiples soluciones a la hora de afrontar un desafío. Por ejemplo, a nosotros nos ocurrió que un camino helado era demasiado desafiante sin tener la transformación de Bananza Cebra, pero descubrimos que lanzando rocas desde nuestra posición podíamos igualmente superar el reto en cuestión. No se trata de una libertad de acción tan grande como en los Zelda citados, pero la sensación de tener múltiples alternativas se percibe en algunos de estos desafíos, lo cual es un elemento muy positivo.

Como nota no tan positiva, tal vez hay algunos desafíos que se repiten bastante y nos hubiese gustado ver más elementos puzleros, porque algunos están muy bien pensados, pero luego hay otros que pasan sin pena ni gloria. Luego está el tema de que los niveles al estilo 2D en referencia a Donkey Kong Country resultan escasos. En este sentido, el homenaje a los clásicos que ofrecía Super Mario Odyssey era más contundente, con secciones bidimensionales integradas en el propio diseño de los mundos. En el caso de Donkey Kong Bananza debemos conformarnos con unos pocos niveles retro que tampoco tienen un diseño equiparable al de los clásicos, sin ese ajuste plataformero tan puro y desafiante. Eso sí, están cargados de nostalgia al recuperar escenarios y temas musicales clásicos de la serie, lo cual encantará a los usuarios más veteranos.

Una buena parte de los desafíos nos llevan a luchar contra una serie de enemigos dentro de un tiempo límite.
Una buena parte de los desafíos nos llevan a luchar contra una serie de enemigos dentro de un tiempo límite.

Una duración y contenidos dignos de una gran aventura

En esencia, nos encontramos ante un juego que si vas a por los objetivos principales resulta bastante lineal, pero la magia está precisamente en detenerse completando estos desafíos que comentamos, que no son pocos, o también destruyendo todo lo que veas en los distintos estratos que vamos descubriendo. Se trata de una dinámica tremendamente adictiva, porque -entre otras cosas- puedes encontrar una cantidad desmesurada de fósiles, algunos de los cuales son tan grandes que requieren que antes acabes con la superficie a su alrededor.

A este respecto, recuerda a Zelda: Breath of the Wild, porque aunque tengas un objetivo, siempre te desvías y acabas haciendo otra cosa. Podrías ver un muro sospechoso y dirigirte a destruirlo para posteriormente descubrir que, efectivamente, detrás se encuentra una banana dorada esperándote. También podrías pararte a conseguir oro que posteriormente es muy útil para levantar tus propios refugios, los cuales te otorgan corazones adicionales una vez descanses, algo que seguro que os suena de haberlo visto ya en otros juegos.

La sensación es de continua aventura, con varios lugares a descubrir con sus propios habitantes y ambientaciones.
La sensación es de continua aventura, con varios lugares a descubrir con sus propios habitantes y ambientaciones.

Podrías igualmente dedicarte a coleccionar monedas especiales para intercambiarlas por bananas o para adquirir diferentes prendas de vestir. Hasta en esto se parece mucho a Super Mario Odyssey, aunque hay una diferencia importante, puesto que cada equipación dispone de unos determinados efectos estéticos, pero también implicaciones en forma de habilidades pasivas que es muy interesante explorar.

Por cierto, tenemos un árbol de habilidades que se va desbloqueando con las bananas que vamos obteniendo, y es bastante curioso, porque hay técnicas como el doble salto que no las tenemos por defecto, sino que hay que conseguirlas. Esto hace que sea interesante acudir a esta pantalla para mejorar la fuerza de los puños para romper rocas más resistentes, subir la vitalidad para no perder la vida demasiado rápido o incluso incrementar las opciones de nuestras transformaciones, con nuevos movimientos y ventajas. Luego no debemos olvidar que tenemos modo foto, el cual es prácticamente calcado al del videojuego del fontanero, aunque hemos echado en falta más filtros, porque la mayor parte están muy poco inspirados.

Las partes de descensos a los estratos inferiores suponen un momento ideal para camuflar los tiempos de carga.
Las partes de descensos a los estratos inferiores suponen un momento ideal para camuflar los tiempos de carga.

Teniendo todo esto en consideración, probablemente os estaréis preguntando cómo de duradero es el juego. Obviamente, todo depende de cómo juegues, pero una cifra media podría encontrarse entre las 25 y 30 horas, que es más o menos lo que tardamos nosotros en llegar a los créditos. Esta estimación tiene en cuenta pararse a destruir el escenario en busca de secretos, así como completar una buena parte de desafíos y conseguir un número elevado de gemas de banandio. No obstante, al ser un juego en que puedes avanzar sin requisitos de bananas doradas, podrías completarlo en menos tiempo.

La cuestión es que es difícil jugar a Donkey Kong Bananza sin detenerte y liarte a puñetazos contra una montaña de oro o atreviéndote con los numerosos desafíos existentes. La capacidad del juego para mantenerte pegado al mando es increíble, así como la cantidad de cosas que puedes hacer en cada mundo. Por eso, limitarte a cumplir las misiones que se te encomiendan es prácticamente imposible para un usuario que haya venido aquí a pasárselo bien y disfrutar. De hecho, lo mejor del juego llega cuando has avanzado y empiezas a descubrir todos sus contenidos.

A veces orientarse en el nivel puede ser complicado, pero subirte a un lugar elevado puede ayudar mucho.
A veces orientarse en el nivel puede ser complicado, pero subirte a un lugar elevado puede ayudar mucho.

No queremos destriparos la sorpresa, pero para los interesados en el postgame solamente deciros que podéis esperar algo similar a lo que tuvimos en Super Mario Odyssey, lo cual implica un mayor grado de desafío. Con respecto al resto del juego, lo cierto es que -salvo algún pico de dificultad bastante bienvenido- nos ha resultado sencillo de superar. Donkey Kong Bananza no suele proponer retos especialmente desafiantes y sus primeros jefes son de hecho un mero trámite. Así que si eres un usuario experimentado, que sepas que uno de los aspectos más criticables es precisamente el ajuste de dificultad, el cual tarda bastante en aparecer en la aventura.

No debería sorprendernos, pero es una cuestión con la que tal vez se podría haber hilado más fino. No obstante, se nota que en Nintendo han priorizado que una mayor parte de usuarios llegue hasta el final de la aventura, lo cual es otra perspectiva entendible, y bastante similar por cierto a la que vimos en Super Mario Odyssey. De hecho, tenemos un modo asistido en que se nos marca el próximo objetivo a seguir, así como las rutas recomendadas. Las semejanzas son muy obvias, también en lo relativo a rejugabilidad, y es que si quieres conseguir todas las bananas doradas, los fósiles y completar todo al 100% la duración se puede ir muy por encima de la estimación que os hemos ofrecido.

Los desafíos al estilo 2D clásico nos han llenado de nostalgia, aunque nos han resultado bastante escasos.
Los desafíos al estilo 2D clásico nos han llenado de nostalgia, aunque nos han resultado bastante escasos.

Una oportunidad para profundizar en la historia de Donkey Kong

Hablemos de la historia, porque tiene su importancia. Es un juego de Nintendo y todos ya sabemos que no es la prioridad en sus producciones, pero en este caso hemos notado un mayor interés, sobre todo, por desarrollar a los personajes, principalmente en el caso de Pauline. Acompaña a Donkey y es una pieza fundamental tanto en la jugabilidad como en la trama. Permite que experimentemos las diversas transformaciones y a veces hasta nos hace comentarios sobre la presencia de una banana, o directamente nos da ánimos durante un combate. Su presencia no es ornamental, sino que forma parte de la jugabilidad.

Cuando dormimos se producen pequeñas conversaciones en que se nos hace ver cómo piensa Pauline y, poco a poco, vamos conectando con ella. No es el típico personaje de apoyo al que acabas cogiendo manía, sino todo lo contrario, y eso se podría considerar como un logro. También nos parece muy positivo que se ha integrado su control mediante una opción cooperativa completamente opcional. Un segundo usuario puede manejar el Joy-Con o el mando Pro para contribuir a destruir el entorno o acabar con los enemigos. Sus cantos se convierten en onomatopeyas de roca que impactan en el escenario según apuntemos con el cursor, que es posible manejar tanto mediante el stick, como a través de la detección de movimiento o el propio modo ratón. Todos estos modos de control se pueden alternar al vuelo, sin necesidad de entrar en el menú de pausa.

En el cooperativo, Pauline puede lanzar proyectiles vocales, una ayuda muy bienvenida y que complementa la acción.
En el cooperativo, Pauline puede lanzar proyectiles vocales, una ayuda muy bienvenida y que complementa la acción.

El uso de Pauline en cooperativo está orientado a un segundo jugador que no busque mayores pretensiones, y en este sentido se enfoca en jugadores de menor habilidad o los más pequeños de la casa. Sin embargo, incluso para otro tipo de usuarios también nos ha resultado interesante. Pauline puede copiar los materiales visibles en el escenario y disparar proyectiles vocales sin ningún tipo de límite. También puede hacer música para guiarnos por el escenario y cambiar de bananza al vuelo, las cuales son funciones que pueden ayudar enormemente al jugador que maneja a Donkey, hasta el punto de que hemos percibido que el juego puede hacerse más asequible. En este sentido, no nos ha parecido un mal cooperativo, sino todo lo contrario, y encaja bastante bien con los personajes.

Otra opción que hace aprovechamiento del modo ratón es DK Artist, una herramienta de esculpido que nos plantea unos modelos para que les demos forma, ya sea añadiendo o quitando roca, así como aplicando el color de distintos materiales. Como añadido no está mal y no hace daño a nadie, suponiendo una opción entretenida para aquellos que quieran sacarle potencial.

La modalidad DK Artist propone esculpir distintos modelos predefinidos para personalizarlos o crear algo nuevo.
La modalidad DK Artist propone esculpir distintos modelos predefinidos para personalizarlos o crear algo nuevo.

Dicho todo esto, creemos que no se ha aprovechado la situación para hacer una mayor introspección narrativa en el universo Donkey Kong. Hay un montón de elementos perfectamente insertados, como los barriles, las vagonetas, así como el concepto de estratos y minería que sustenta el argumento y también la jugabilidad. La idea original detrás del juego en este sentido es espectacular y está muy bien plasmada.

No obstante, no hemos terminado de entender en qué posición se encuentra esta entrega, ni la conexión con otros juegos, algo que se siente como una oportunidad desaprovechada, más después de que haya transcurrido tanto tiempo desde Donkey Kong 64. También hay personajes muy queridos que podrían haber adquirido más protagonismo. No obstante, teniendo en cuenta que Nintendo no suele prestar atención a estos aspectos, lo que hemos obtenido en Donkey Kong Bananza se podría calificar incluso como sorprendente. Hay aspectos que os agradarán, especialmente si jugásteis a los Donkey Kong Country originales.

Tenemos de vuelta a viejos conocidos, haciendo un buen trabajo a la hora de plasmar el universo de Donkey Kong.
Tenemos de vuelta a viejos conocidos, haciendo un buen trabajo a la hora de plasmar el universo de Donkey Kong.

En lo que respecta a los sucesos argumentales en sí, no esperéis nada fuera de lo común. Es la historia de un villano y varios secuaces a los que tendremos que hacer frente para llegar al centro del planeta y cumplir así nuestros deseos. A destacar que hay unas cuantas secuencias cinemáticas y que existe un trabajo de doblaje al español bastante notable por la parte de Pauline. Los valores de producción son buenos, siendo probablemente uno de los juegos con mayor presupuesto de Nintendo en los últimos años.

Un Donkey Kong con grandes valores de producción

Esto también lo decimos por la parte técnica, y más en concreto por el motor gráfico, con un sistema de destrucción muy potente que pocas veces se había visto en un videojuego. No es un juego de mundo abierto como tal, sino que está organizado por estratos bastante amplios que otorgan una elevada libertad de movimiento. Pero aquí la clave está en que todo -o casi todo- se puede destruir. Donkey Kong puede moverse libremente, e incluso escalar como si fuera Link en Zelda: Breath of the Wild, pero derruir muros otorga una capa adicional de libertad al conjunto.

Bananza Avestruz permite sobrevolar el escenario y encontrar distintas maneras de superar así los desafíos.
Bananza Avestruz permite sobrevolar el escenario y encontrar distintas maneras de superar así los desafíos.

Mover estos escenarios y permitir que todo se destruya es un desafío, y se ha requerido de un esfuerzo técnico adicional. Hay distintos tipos de terreno y cada uno reacciona de forma diferente a la intensidad de los puños. Debido a la alta carga de elementos durante algunos momentos jugables, que pueden ser apoteósicos, la tasa de imágenes se resiente en ocasiones y experimenta fluctuaciones, bajando de las 60 imágenes por segundo. Resulta notorio, y ocurre más de un par de veces, pero no es nada especialmente molesto, e incluso se puede entender dada la locura destructiva que tiene lugar en algunas situaciones, como decimos, bastante excepcionales.

El resto del tiempo tenemos que decir que el juego se comporta de una forma formidable. Los tiempos de carga son relativamente cortos, también en los viajes rápidos. Incluso cuando cambiamos de estrato, las transiciones no se muestran particularmente pesadas. Esto puede deberse a que la carga tiene lugar en esos momentos en que Donkey Kong se arroja al vacío, al igual que ocurría con Link en Zelda: Tears of the Kingdom. En general, es un título excepcionalmente resuelto, y que nos demuestra una vez más la maestría de Nintendo en lo referente al desarrollo de videojuegos.

Bananza Kong destaca por su brutalidad, con una capacidad de destrucción absolutamente espectacular.
Bananza Kong destaca por su brutalidad, con una capacidad de destrucción absolutamente espectacular.

En lo gráfico el juego no brilla especialmente por su densidad de elementos, y podemos ver habitualmente en cada estrato una estructura basada en islas. Realmente la clave está en la identidad visual, que se logra a través de un uso peculiar de la paleta de colores. Se podría definir como psicodelia, con una combinación de tonos muy inusual y que puede dar lugar a opiniones polarizadas. Después de todo, estamos en el interior de la corteza planetaria y nos adentramos en lo desconocido, una temática que ha servido a los creativos para desatar su imaginación.

A este respecto, construir una identidad visual tan peculiar ha sido muy útil para distanciarse de los juegos de Super Mario. Creemos que ese ha sido claramente uno de los objetivos. Los diseños de protagonistas, villanos y hasta los NPC desprenden ese aroma que tienen los videojuegos del fontanero. El estilo está ahí, pero ahora es todo bastante más exagerado y diríamos que atrevido. Las transformaciones en las distintas Bananzas es un buen ejemplo, con diseños que se mueven entre lo fantástico, lo humorístico y lo descerebrado.

El juego recupera elementos clásicos como las secuencias en vagoneta, que por cierto son de lo más divertidas.
El juego recupera elementos clásicos como las secuencias en vagoneta, que por cierto son de lo más divertidas.

Nos gusta la forma en que se ha desatado el equipo artístico con este videojuego, algo que también toca a lo sonoro: la música es muy importante en Donkey Kong Bananza, no solo para acompañarnos en la aventura por cada estrato, sino para ilustrar nuestra transformación en Bananzas, con temas cantados muy movidos que se nos han acabado metiendo en la cabeza. Por supuesto, la banda sonora no está siempre al mismo nivel, y hay temas mejores que otros, pero escuchándolo en global nos encontramos ante un muy competente y variado apartado sonoro. Por cierto, existe la posibilidad de coleccionar discos y reproducirlos en los refugios, lo cual no está nada mal.

Una aventura sorprendente que no podrás dejar de jugar

Donkey Kong Bananza es un juego de acción y aventura que se siente como algo completamente nuevo debido a una mecánica de destrucción increíblemente adictiva, muy bien resuelta y que encaja a la perfección con la naturaleza del personaje de Nintendo. A pesar de estar desarrollado por el mismo estudio que Super Mario Odyssey, sabe distinguirse con un concepto de libertad basado en el poder del simio, que puede abrirse camino por el escenario y resolver distintas situaciones haciendo uso de su fuerza. Esto viene acompañado de una faceta técnica muy importante, con escenarios altamente destructibles que sacan partido del hardware de Nintendo Switch 2.
Hay unas cuantas secuencias, y están bastante trabajadas, con un doblaje al español bastante cuidado.
Hay unas cuantas secuencias, y están bastante trabajadas, con un doblaje al español bastante cuidado.

Pero más allá de esto, el juego destaca por una estructura innovadora, basada en recorrer distintos estratos y subniveles que a veces se encuentran interconectados. Es una novedad que se acompaña de los numerosos desafíos presentes, algunos de ellos de lo más inspirados, además de una serie de transformaciones que incrementan la variedad y alimentan un juego que no deja de sorprenderte hasta que lo acabas. Esto se une a una elevada cantidad de coleccionables, unos cuantos secretos, la oportunidad de jugar en cooperativo y una narrativa que está sorprendentemente bien insertada, con cantidad de elementos del universo Donkey Kong.

Por supuesto, existen elementos no tan bien resueltos. La accesibilidad es muy elevada y es un juego orientado a muchos usuarios, pero la dificultad tarda en llegar y puede quedarse a medias para muchos jugadores, con jefes geniales y otros no tan inspirados. Al ser un juego más orientado a la acción, se dejan de lado elementos puramente plataformeros basados en el timing y la precisión. La innovación de los estratos es genial, aunque la sensación es que se le podría haber sacado más partido. Y sí, la capacidad de destrucción es brutal, pero esto hace que en ciertos momentos la cámara se descontrole. Los desafíos son numerosos, a pesar de que se echa en falta más imaginación, además de algún nivel más al estilo 2D. Luego tenemos aspectos como la tasa de imágenes por segundo, que se ve afectada en varios tramos de la aventura por la intensidad de lo que ocurre. La historia no está mal y tiene bastante presencia, pero creemos que se ha dejado pasar la oportunidad de explicar ciertos aspectos que quedan en el aire.

El modo foto permite sacar instantáneas de lo más divertidas, todo depende de la imaginación que le eches.
El modo foto permite sacar instantáneas de lo más divertidas, todo depende de la imaginación que le eches.

No obstante, si miramos al juego en su totalidad, es una aventura 3D de Donkey Kong absolutamente maravillosa, que supone el retorno del simio a este estilo desde aquel querido videojuego para Nintendo 64. De hecho, y dado su potencial, puede suponer el origen de una nueva saga, y esperemos que así sea porque vemos mucho margen para explotar la idea de destrucción de entornos en el futuro. Así que nada de juego de segunda. Donkey Kong Bananza es un juego de primera línea que puede mirar de frente a los mejores videojuegos de Super Mario.

Hemos realizado este análisis con un código de descarga del juego que nos ha proporcionado Nintendo España.

Jesús Bella
Redactor

NOTA

9.3

Puntos positivos

La mecánica de destrucción es una gran idea, bien implementada e increíblemente adictiva.
Una estructura de juego basada en estratos tremendamente original y que da mucho juego.
Potente variedad y duración, con desafíos y transformaciones que sorprenden

Puntos negativos

Habrá usuarios que echen en falta una mayor dificultad en buena parte de la aventura.
Algunos problemas con la cámara y puntuales bajadas en la tasa de imágenes.
La historia acompaña pero deja sin explicar convenientemente algunas cuestiones.

En resumen

Donkey Kong Bananza es una gran aventura con los valores de producción propios de los mejores juegos de Super Mario y que crea su propia identidad con una jugabilidad basada en la destrucción, la cual resulta increíblemente original y satisfactoria.
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PEGI +7
Plataformas:
Switch 2

Ficha técnica de la versión Switch 2

ANÁLISIS
9.3
  • Fecha de lanzamiento: 17/7/2025
  • Desarrollo: Nintendo
  • Producción: Nintendo
  • Distribución: Nintendo
  • Precio: 69,99 €
  • Jugadores: 1
  • Formato: Físico y digital
  • Textos: Español
  • Voces: -
  • Online: No
COMUNIDAD
9.55

Donkey Kong Bananza para Switch 2

17 votos
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